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La Copa Davis de Gerard Piqué hace aguas por todas partes

Barcelona's Spanish defender and Kosmos president Gerard Pique attends the final singles tennis match between Canada and Spain at the Davis Cup Madrid Finals 2019 in Madrid on November 24, 2019. (Photo by JAVIER SORIANO / AFP) (Photo by JAVIER SORIANO/AFP via Getty Images)
Photo by JAVIER SORIANO/AFP via Getty Images

La idea de partida era que la antigua Copa Davis estaba haciendo aguas. Es posible que fuera verdad, aunque nunca se mostraron cifras precisas al respecto. ¿No compensaba a nivel local, no se vendían suficientes entradas, no había derechos de televisión dignos de ese nombre? Al parecer, la gente se había aburrido de esos parones en el circuito para ver a los equipos de países a menudo ignotos enfrentarse durante todo un fin de semana. El número 83 del ranking contra el 134. El número 76 contra el 245. Superficies imposibles y bolas trucadas.

Había un cierto consenso en que se podía hacer mejor. Se podía hacer un producto más atractivo, que en realidad llevara el mismo nombre pero no se pareciera en (casi) nada a lo anterior. Y se podía hacer casi de un año al otro, lo cual es algo asombroso, porque la Davis, efectivamente, pasaba malos tiempos, pero había sido una de las competiciones de referencia durante casi un siglo. Es verdad que los grandes jugadores solían saltarse todas las rondas previas en campos complicados para lucir solo en las semifinales o en la final... pero también es verdad que seguía habiendo un punto místico, parecido al de la Ryder Cup, una vez se llegaba a ese momento.

Nunca se había visto a un Djokovic tan encendido como el que ganó en 2010 la Davis para Serbia. Probablemente, el triunfo de Federer con Suiza en 2014 sea de los más preciados de su carrera, después de tantas eliminatorias para evitar el descenso. Pocas cosas más emocionantes que ver a Andy Murray en tierra batida derrotando a un belga tras otro como si fuera Uma Thurman en "Kill Bill" rumbo a la primera ensaladera para Gran Bretaña en setenta y nueve años. Puede que solo importaran las últimas rondas, pero seguían siendo especiales, oportunidades para pasar a la historia y para cambiar una carrera, como le pasó a Nole... o a Nadal en 2004.

Aun así, pongamos que era verdad que el modelo agonizaba y que solo nos interesaba a cuatro frikis. La propuesta de Rakuten y de Kosmos, es decir, de Gerard Piqué, era concentrar a todos los países y a sus estrellas en una sola sede y una sola semana. Aligerar así el calendario y asegurarse la participación de los mejores jugadores para deleite del público, con la idea de ir rotando dicha sede según fueran pasando los años. Gustos aparte, y a la espera de lo que pase este año, de momento, todo lo que les podía ir mal, les está yendo mal.

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Para empezar, la edición de 2019, la única celebrada con el nuevo formato fue un desastre. Celebrada únicamente en Madrid, los partidos acababan muy entrada la madrugada y con las gradas vacías. De hecho, salvo en los partidos que jugaban los locales y quitando algunos invitados en sus palcos, apenas se veía público en ningún enfrentamiento. La gente quería ver a Nadal y punto. Para ver un sucedáneo de un Masters 1000, ya tenían el que se celebra en mayo. Todos los atractivos de la antigua Davis: el público encendido, la importancia de cada punto, los cambios de táctica, la emoción alargada durante tres días se perdía por completo. ¿Qué teníamos a cambio? El dinero de Rakuten TV y la promesa de que las grandes estrellas siempre acudirían a la cita.

No ha podido ser. Aunque siempre se mostró reticente al cambio de formato, en 2020 se lesionó Federer, a continuación hubo una pandemia que suspendió la segunda edición del evento, la ATP lanzó su propio proyecto en Australia, justo antes del primer Grand Slam, que sí que contaba con los mejores porque era un calentamiento idóneo... A lo largo de 2021, tomada la decisión de repartir los primeros enfrentamientos en tres sedes (Madrid, Innsbruck y Turín), se ha lesionado Nadal, no han conseguido convencer a Zverev, la gran figura del momento, para disputar la competición, y una oleada de lesiones de última hora ha hecho que solo ocho de los veinte primeros del ránking ATP vayan a disputar el torneo. Tres de ellos, rusos. Hasta Carlos Alcaraz, el gran atractivo para el espectador español, ha causado baja de última hora por Covd-19.

Por supuesto, seguirá habiendo grandes partidos y se soñará con enfrentamientos de altísimo nivel: veremos a Medvedev, veremos a Djokovic... hay margen para el espectáculo, pero no acaba de quedar claro que ese espectáculo no sea el que ya vemos en un ATP 500, por poner un ejemplo, donde el cartel puede ser muy parecido. Igual que el año pasado, la sede de Madrid se llenará para ver a España, la de Turín para ver a Italia y la de Innsbruck para ver a Austria. Al resto, los verán muy pocos. Entre otras cosas porque, antes, la Davis se celebraba en fin de semana y ahora se hace mayoritariamente entre semana, a menudo en horarios imposibles.

¿Le compensa económicamente todo esto a Kosmos? Sigue sin haber cifras concluyentes. De entrada, se está especulando con mover la competición a Abu Dhabi. Ya se sabe que cuando un torneo no genera dinero por sí mismo, siempre se puede recurrir a algún emirato que quiera blanquear su imagen a cambio de unos cuantos dólares. Parece difícil pensar que esto pueda ser un producto atractivo para las televisiones. Lo puede ser para alguna en concreto si su país llega lejos, pero, en general, es difícil de vender. Incluso en la Laver Cup, que es una competición bastante absurda, te aseguras partidazos todo el rato con las gradas llenas y en un horario razonable.

Los próximos diez días serán clave para ver si esta mezcla de mala suerte y mala intuición se llevan por delante una de las competiciones más importantes del calendario deportivo internacional o si Piqué consigue que la historia reflote. Este año no se ha sometido a la agotadora rueda de entrevistas de 2019, cuando tenía que vender el muñeco por primera vez. Puede que en ello influya que el organizador del torneo y su cara visible sea a la vez un profesional de otro deporte en un club que le necesita al cien por cien de concentración. No se entiende que eso no se le hubiera ocurrido a nadie cuando se metieron en este fregado.

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