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Control Z: conflictos adolescentes superficiales y sin una pizca de originalidad

Control Z (México, 2020). Creador: Carlos Quintanilla. Elenco: Ana Valeria Becerril, Michael Ronda, Yankel Stevan, Zión Moreno, Patricio Gallardo. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular

"Un montón de rusos se enamoran, van a la guerra y se deprimen. Básicamente es eso", explica Sofia cuando uno de los personajes adultos de la trama le pide a la adolescente que le cuente qué le pareció la novela La guerra y la paz. La respuesta petulante y simplista parece haber guiado a la escritura del guion de esta serie mexicana de Netflix que se parece a muchas de su tipo y su única distinción resulta ser un descuidado tratamiento de temas tan serios como el bullying, la experiencia de los adolescentes trans, la violencia y hasta el abuso de menores.

Con una liviandad desconcertante, el ciclo juega las cartas de la intriga y el suspenso de los modos más especulativos y calculadores posibles, mostrando su trazo grueso desde el primer episodio y a través de su protagonista, Sofia (Ana Valeria Becerril), una joven solitaria e inteligente que perdió a su padre en circunstancias traumáticas. Se trata de ingredientes que en los últimos tiempos aparecen sin falta en las ficciones dirigidas al público adolescente. Como en Esta mierda me supera (disponible en Netflix) y Ruido capital (Movistar Play), aquí el personaje central sufrió una pérdida que cambió su vida y moldeó su personalidad hosca y retraída y cimentó su desconfianza en los adultos. Pero si en esas dos series el desarrollo narrativo profundiza en la premisa, en este caso siempre se mantiene en la superficie.

Sofia es retraida, todo el mundo en la escuela secundaria a la que asiste sabe que pasó un tiempo en un psiquiátrico y si alguna duda le queda al espectador sobre su disposición frente a la vida, su pelo sucio y despeinado lo confirma. A medida que avance la trama y la chica empiece a sumar amigos y pretendientes a diestra y siniestra, su aspecto físico mejorará considerablemente. Causalidad o casualidad, se trata de uno de los trucos más remanidos de la caja de herramientas de los guionistas.

La historia transcurre en una secundaria de la Ciudad de México a la que asisten, en su mayoría, chicos de hogares ricos para los que el mundo empieza y termina en lo que leen en las redes sociales a través de sus sofisticados teléfonos. Entre ellos deambula Sofía, con un poder de observación y deducción tan desarrollado que le sirve como arma para defenderse de los atropellos de algunos de sus compañeros. La pequeña Sherlock Holmes que le debe mucho a la Veronica Mars de la serie homónima -aunque sin la gracia que Kristen Bell le imprimía a la detective adolescente-, empieza a salir de su aislamiento cuando un hacker amenaza con revelar los secretos de todo el colegio.

Que los adultos responsables de la escuela y los padres de los alumnos no parezcan demasiado preocupados en resolver el caos que se genera en el lugar, y que la protagonista sea la única que intenta descubrir quién está amenazando y sembrando la discordia entre los jóvenes es apenas uno de los muchos despropósitos que se acumulan en una serie que no parece interesada en ser demasiado original ni verosímil.