Fragmentos de recuerdos: el motivo por el que hasta tus sueños más alocados te resultan tan familiares

Los científicos han encontrado que los sueños tienen una importante función biológica  por más descabellados que parezcan. (Getty Images)
Los científicos han encontrado que los sueños tienen una importante función biológica por más descabellados que parezcan. (Getty Images)

Somos unas máquinas productoras de sueños raros. Casi todos nos hemos despertado alguna vez recordando una alocada historia en la que protagonizamos acciones inverosímiles con querencias o con perfectos desconocidos.

La sensación de extrañeza nos embarga al abrir los ojos y recordar que hace un minuto bailábamos en una fiesta con amigos que tenemos muchos años sin ver. Durante el sueño atravesamos paredes, volamos o nos atrevemos a enfrentar a las situaciones más perversas sin que nos parezca que estamos haciendo algo fuera de lo habitual.

En el mundo de los sueños, todo parece posible.

El neurocientífico británico Dean Burnett explicó en un artículo publicado recientemente en la revista BBC Science Focus el motivo por el cual nuestro cerebro dormido se muestra indiferente ante las experiencias tan inusuales que registramos cuando soñamos.

El científico dice que existen importantes evidencias científicas que sugieren que soñar cumple una función vital en la consolidación de la memoria.

El cerebro debe hacer algo con todos los recuerdos que vamos acumulando cuando estamos despiertos y no tendría sentido que quedaran almacenados en una especie de archivo de casos cerrados, esperando el momento de que emerja una situación para ser rememorados.

Los recuerdos recién adquiridos deben integrarse de una manera efectiva en los sistemas cerebrales y las redes de memorias ya existentes que son la base de nuestra identidad, de nuestro sentido del yo. “De eso se trata la consolidación de la memoria, y mucho de esto ocurre durante nuestros sueños”.

Para Burnett esto tiene mucho sentido. Durante la vigilia, el cerebro se concentra a la creación de nuevos recuerdos y espera las horas de inactividad física de la noche para consolidarlos. “Es como cuando las personas que trabajan en una carretera se aseguran primero de que esté cerrada, porque tratar de hacer su trabajo mientras los autos todavía la usan sería considerablemente más difícil”.

Los recuerdos biológicos no son archivados por separado de otros recuerdos más complejos, como las imágenes fotográficas en un móvil. Se trata de elementos que se vinculan de formas muy complejas y singulares.

El investigador explica que si tu cerebro tuviera que crear un recuerdo completamente nuevo de tu pareja cada vez que la ves, en poco tiempo tendrías decenas de miles de recuerdos, y eso no sería eficiente para un órgano que tiene tantas presiones como el cerebro.

Lo que ocurre es que cuando tienes un recuerdo establecido del rostro de tu pareja, los nuevos recuerdos que vayas formando a través del tiempo se vinculan a la representación que ya tienes almacenada de su cara.

Los científicos creen que la consolidación de memoria, o soñar, sirve para combinar los elementos de la memoria, que pueden estar formados de cualquier cosa que experimentamos, como imágenes, sonidos, emociones, colores, personas.

Lo interesante es que para comprobar que un elemento de memoria funciona, el cerebro necesita activarlo mientras estamos dormidos. Y cuando activamos un recuerdo, lo revivimos.

Los recuerdos de los sueños aparecen distorsionados porque las experiencias de los sueños no están regidas por las leyes de la naturaleza. Burnett pone como ejemplo que si te sientes ansioso por tu próxima reunión de trabajo, tu cerebro soñador vinculará la situación con otros recuerdos que tengan el elemento de la ansiedad.

Si alguna vez estuviste ansioso antes de cantar en público o practicar buceo por primera vez, posiblemente tu cerebro soñador vinculará esas experiencias y podrías soñar que cantas debajo del agua.

La conclusión de Burnett es que hasta los sueños más rebuscados y desconcertantes te resultarán familiares porque se derivan de fragmentos de tu memoria. En ese momento, el cerebro se libera de las reglas naturales y sociales para encontrar un sentido útil a lo que hemos vivido.

La visión de Sidarta

El neurocientífico Sidarta Ribeiro coincide con la posición de Burnett sobre la relación de los sueños y la memoria en su libro El oráculo de la noche. “En términos generales, un sueño es un simulacro de la realidad construido a partir de fragmentos de recuerdos".

Ribeiro afirma que aunque los sueños reflejan las preocupaciones del soñador, su curso es impredecible. Cuando soñamos establecemos un enlace intermitente de símbolos caracterizados por “lapsos, fragmentaciones, condensaciones y dislocaciones, generando capas de significados múltiples e incluso contradictorios. El arco de posibilidades de un sueño es absolutamente vasto, llegando a menudo a lo inusual, lo poco realista y lo caótico”.

El investigador brasileño cree que cuando soñamos somos capaces de advertir peligros, trazar posibles resultados para los problemas que prevalecen en la vida del soñador, desarrollar estrategias e integrar aprendizajes en un todo coherente y esa es una función biológica esencial.

“El cerebro toma el ayer como base para simular cómo podría ser el mañana. Entonces, un sueño puede verse como una forma de probar una teoría en un entorno simulado, con ciclos de fortalecimiento selectivo de los recuerdos durante el sueño de ondas lentas debido a la reverberación eléctrica, el almacenamiento genómico desencadenado al comienzo del sueño REM y una reestructuración de recuerdos durante largos episodios de sueño REM”.

Así que esos sueños que no tienen ni pie ni cabeza provienen de un laboratorio cerebral que te ayuda a sacarle provecho a las experiencias para que evites tropezar mil veces con la misma piedra.

Fuentes: Science Focus, Sidarta Ribeiro, Ncbi, Nature.

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