Conservación, clave para la vida y la economía global

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 10 (EL UNIVERSAL).- Durante la plenaria de alto nivel de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16), efectuada en octubre pasado en Cali, Colombia, una representante de las autoridades indígenas ofreció una poderosa analogía para ilustrar el papel crucial de los pueblos originarios en la conservación de la biodiversidad. En su intervención, comparó esta aportación con tener a Lionel Messi en un equipo de futbol, pero remunerándolo con apenas 1% de su salario.

La metáfora subrayó la disparidad entre la importancia del trabajo de las comunidades indígenas para proteger los ecosistemas y los recursos que reciben a cambio, así como la urgencia de destinar recursos financieros suficientes para la conservación de la biodiversidad.

No obstante, las negociaciones parecen atascarse cuando se habla de números. A pesar de los compromisos alcanzados durante la COP15 celebrada en Kunming, China, y Montreal, Canadá, en 2021 y 2022, donde las naciones ricas prometieron 20 mil millones de dólares anuales para conservación hacia 2025 y 30 mil millones para 2030, en Cali la cifra recaudada apenas sumó 400 millones de dólares.

El biólogo Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, subraya que "la conservación de la biodiversidad no es un gasto, sino una inversión estratégica que permite la supervivencia de todas las demás actividades económicas". A su vez, Lorenzo Rosenzweig, experto en finanzas para la conservación, destaca que las empresas deben reconocer la pérdida de biodiversidad como un riesgo para sus negocios. "Si el entorno natural no sobrevive, mis negocios a largo plazo tampoco lo harán".

¿Es la conservación un gasto o una inversión? Ese es el dilema que aún no hemos entendido, mientras flora y fauna enfrentan amenazas críticas.

Panorama alarmante

El Informe Planeta Vivo 2024 presentado por la World Wild Foundation (WWF) muestra un panorama alarmante: desde 1970, las poblaciones de especies monitoreadas han sufrido un declive promedio de 69%. En América Latina, la situación es aún más crítica, con una reducción de 94% en las últimas cinco décadas. "La biodiversidad sustenta la vida humana y, en consecuencia, nuestras sociedades. Sin embargo, todos los indicadores del estado de la naturaleza a escala mundial muestran un declive", advierte.

Desde los alimentos y el agua hasta la calidad del aire y las medicinas que necesitamos, la naturaleza actúa como un sistema de soporte vital. Pese a todo, la economía global parece ignorar esta interdependencia crítica. Aunque aparentemente autónomo, el sistema financiero depende de los servicios ecosistémicos que la naturaleza proporciona, como la polinización, la regulación del clima, la purificación del agua y la fertilidad del suelo.

Pocos ejemplos ilustran mejor la relación entre biodiversidad y servicios ecosistémicos que el jaguar, el felino más grande de América. Un informe de la WWF revela que los 15 Paisajes Prioritarios para el Jaguar, que abarcan 244.3 millones de hectáreas en 14 países, generan entre 1.5 y 4 billones de dólares anuales en servicios ecosistémicos. Este valor supera hasta seis veces la actividad económica en la región, que incluye sectores como el comercio, el transporte y la banca. ¿Cómo se da esta contribución? El felino, al proteger su territorio, facilita una serie de servicios ecosistémicos indispensables para el desarrollo humano, como la regulación que previene la erosión del suelo, el control de inundaciones y la purificación del agua, esenciales para la agricultura y la ganadería.

Los hábitats protegidos por el jaguar proveen agua dulce, alimentos, materias primas y recursos genéticos. Estos últimos son aprovechados por la industria farmacéutica y cosmética, entre otras. La variedad de contribuciones del jaguar se extiende a los servicios culturales en donde los paisajes son un atractivo para el turismo de naturaleza, además de su profundo valor espiritual para las comunidades locales.

Pese al múltiple impacto, estos servicios rara vez se valoran en los modelos financieros. "Todo cambiaría si comprendiéramos que la economía está dentro de los ecosistemas y no como un sistema ajeno o satélite. Es parte integral de la naturaleza, el espacio en el que todos vivimos", dice Rosenzweig.

Al ignorar la dependencia de los ecosistemas, la economía global se expone a riesgos físicos, como la escasez de recursos, aumento de los costos de producción e interrupción de las cadenas de suministro. Según la WWF, más de la mitad del PIB mundial (55%), equivalente a unos 58 billones de dólares, depende moderada o altamente de la naturaleza y sus servicios.

*Esta historia fue producida como parte del Fellowship 2024 de la Earth Journalism Network de Internews.