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Cómo Norma Lazareno sobrevivió a la tragedia más desgarradora para ayudar a sanar a los demás

Hay tragedias que marcan una vida y pueden destrozarla para siempre, pero si surge una luz de esperanza, puede transformar vidas incluso para sanar y ayudar a los demás. El caso de Norma Lazareno, la primera actriz mexicana que perdió una hija hace más de dos décadas, es de esos, y ella sigue aún hoy una cruzada que inició con esta muerte, para ayudar a los demás mediante el activismo y la concientización por la donación de órganos.

MEXICO CITY, MEXICO - JULY 17: Norma Lazareno poses for photos on the red carpet for the 'Jesucristo Superestrella' premiere at Centro Cultural 1 on July 17, 2019 in Mexico City, Mexico.  (Photo by Medios y Media/Getty Images)
Norma Lazareno y su esposo, Pablo Ferrel. (Photo by Medios y Media/Getty Images)

Considerada una de las más célebres actrices de su generación, Norma Lazareno nació en el puerto de Veracruz en noviembre de 1943 con el nombre Marina del Villar Silva, hija de un cantante de ópera - el tenor Francisco del Villar, que tenía el nombre artístico de Francisco Lazareno y formaba parte de la compañía nacional de Bellas Artes - y de doña Francisca Silva.

Única niña entre cuatro hermanos, creció en un mundo cercano al teatro y al cine, por lo que a los 13 años hizo su primera aparición en una película con un pequeño papel en 'Maldita Ciudad', al lado de Arturo de Córdova. Sus padres apoyaron su vocación artística con la condición de que estudiara la carrera de arte dramático. La joven estuvo de acuerdo y en 1956 entró a estudiar a la Academia Andrés Soler, que dependía de la ANDA (Asociación Nacional de Actores). Algunas de sus compañeras de generación fueron Kitty De Hoyos, las hermanas Teresa y Lorena Velázquez, la formidable Jacqueline Andere (que aún hoy es una de sus mejores amigas) y la trágica Maricruz Olivier.

Con su disposición para aprender, la joven fue una de las más aventajadas de su clase y, al graduarse, eligió su nombre artístico para homenajear a su padre: "Podía haberme llamado Marina del Villar, porque ese es mi nombre, pero entonces se estilaba que buscáramos un nombre artístico, a veces combinando partes de tus nombres o inventándote uno. Mi papá usaba el apellido 'Lazareno' para cantar en la ópera y su favorita era 'Norma', que es la obra más famosa del compositor Vincenzo Bellini y la primera que él cantó".

Al principio, Norma trabajó exclusivamente en cine y tuvo numerosas participaciones muy destacadas en cintas como 'Don Juan 67', al lado del seductor galán Mauricio Garcés, ' Estrategia matrimonio', con Silvia Pinal; las dos clásicas cintas de terror 'Hasta el viento tiene miedo' y 'El libro de piedra' dirigidas por Carlos Enrique Taboada, e incluso un memorable 'cameo' en la célebre cinta 'Los Caifanes', con Julissa y Enrique Álvarez Félix - de hecho, es ella quien dice una de las mejores líneas escritas por Carlos Fuentes en el guión 'Los iconoclastas, casi siempre terminan de iconolacras'-. En 1970 apareció como 'Mónica', la antagonista en la célebre primera versión de la telenovela 'La Gata', que fue un éxito sin precedentes y la hizo una de las actrices más populares de la televisión por varias décadas.

Fue en 1975, durante el rodaje de la cinta 'Supervivientes de los andes' (inspirada en la tragedia del accidente aéreo del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya), Norma conoció a Pablo Ferrel, actor y abogado, que era nueve años menor que ella. Entre ellos surgió una relación que sorprendió a muchos, por la diferencia de edades, y porque Norma era una estrella conocida en cine y televisión, y él era un principiante. "Desde luego hubo quien nos criticó, pero a ver, yo había esperado a los treinta años para casarme y había estado cerca, pero como con Pablo, nunca. Nos enamoramos completamente. Y de ese amor, nació Paulina".

Paulina Ferrel del Villar nació el 10 de octubre de 1977 en el Hospital Español de la Ciudad de México. Desde el primer momento, diría su madre en numerosas ocasiones, fue la chispa que iluminó su vida. Ella creció viendo a sus padres trabajar, y desde pequeña se incorporó a su dinámica, ya que era una niña muy brillante, muy inteligente, con soltura y don de gentes.

"Todos los que la conocían quedaban encantados con ella", describió su madre, con la mirada luminosa por sus recuerdos en una entrevista en el programa 'Con un nudo en la garganta', "y ella sabía hacerse querer. Por sus amiguitos de la escuela, por la gente de Televisa, por todo el mundo. Siempre decían, 'qué bien educada tienen a su niña, Norma', y yo decía que no era mérito de nosotros: Paulina nació ya con ese ángel".

Tanto Pablo como Norma estuvieron de acuerdo en que, si la actuación era la vocación de su hija, la apoyarían. Pero a cambio le pidieron que concluyera al menos sus estudios básicos, cosa que Paulina cumplió con las mejores calificaciones. Así fue como, ya con la aprobación familiar, hizo su primera aparición con un papel adulto en 'Caminos cruzados', al lado de Mariana Levy y Ariel López Padilla en 1995 y en ' Marisol', producción de Juan Osorio, que protagonizaban Erika Buenfil y Eduardo Santamarina.

"Paulina quiso empezar desde abajo," señaló su madre, "sin privilegio alguno por su apellido. Quiso ser Lazareno, como su abuelo, pero ganarse su lugar a base de esfuerzo. Con papeles pequeños: ser la amiguita, la hermanita, y ya luego crecer un poco más hasta que, en un futuro, pudieran darle un principal. Como empezamos todos. Y ella así lo entendía y era muy disciplinada y puntual. Yo no tenía más que motivos para sentirme orgullosa".

Al final de las grabaciones de 'Marisol', Paulina tomó un curso de actuación en Los Ángeles y a su regreso, comenzó a buscar más trabajo. Le entusiasmaba la propuesta de incorporarse a 'Mi pequeña traviesa', que iba a comenzar grabaciones pronto, y donde había sido invitada a formar parte del elenco juvenil de base. Por eso había acudido a una entrevista con Nicandro Díaz, para afinar detalles. Su personaje, 'Bárbara', finalmente quedaría en manos de Mariana Seoane, que había sido su compañera de estudios en el CEA de Televisa.

Sin embargo, mientras ella se dirigía a su casa la noche del 27 de junio de 1997 para lo que iba a ser un gran momento, una celebración, perdió el control de su automóvil y todo acabó abruptamente cuando su auto volcó en un paso a desnivel, muy cerca de la casa y ella perdió la vida instantáneamente. Solo tenía 19 años de edad.

El golpe de la pérdida tan abrupta, había sido brutal para Norma: "Nunca, nunca te vas a recuperar de la muerte de un hijo. Es lo peor del mundo. A un padre o a un cónyuge, lo puedes entender. Pero... ¿un hijo? ¡Cómo es que se muere alguien que nació de ti, que no tiene ningún motivo para sufrir, para morirse! Mi hija murió esa noche en un accidente. Y yo también morí un poco con ella".

Sin embargo, hubo pequeños visos de esperanza que la ayudaron a seguir con vida y combatir la paralizante depresión que padecía y Norma nunca lo habría considerado, de no ser que, en pleno uso de sus facultades, Paulina había pedido a sus padres que, de morir antes que ellos, se donaran sus órganos a quien más lo necesitara.

Ellos se encargaron de honrar esa petición de su hija: una joven tan sana, merecía seguir viviendo: "Se donaron, entre otras cosas, sus córneas. Así que alguien recuperó la vista, por ella. Al principio yo quise saber quién era la receptora de las córneas, pero me dijeron que eso era imposible y contra la ley. Pero lo que podía hacer, era, a través de la fundación, seguirla apoyando mientras fuera niña y así lo hice. Por muchos años, le hice llegar de manera anónima sus útiles escolares y ayuda para sus estudios. Eso me dio mucha felicidad, mucha tranquilidad, como para sentir que la tragedia de perder de mi hija, tenía una bendición oculta".

De este modo, Norma se convirtió en activista de la donación de órganos y desde hace 24 años se dedica a concientizar sobre el tema; participa en conferencias y es voluntaria para dar consuelo a los parientes de personas con muerte cerebral que son donadores. "Es muy poco lo que se puede hacer, mas que apoyar, como hubo quien me apoyara a mí. Y es algo muy importante, porque así se alivia, aunque sea un poco, el dolor que nos envuelve ante la pérdida."

Eso no fue lo único que cambió. Algunos años después de separarse e incluso después de muerta Paulina, sus padres se reconciliaron y retomaron su matrimonio. Cuando la noticia trascendió, Norma lo aceptó, con alegría y humildad.

MEXICO CITY, MEXICO - OCTOBER 25: Pedro Ferrel and Norma Lazareno attend Las Lunas del Auditorio Nacional 2017 at Auditorio Nacional on October 25, 2017 in Mexico City, Mexico.  (Photo by Victor Chavez/Getty Images)
Pablo Ferrel y Norma Lazareno. (Victor Chavez/Getty Images)

"Nosotros nunca nos divorciamos realmente. Nuestro matrimonio siguió vigente porque nunca firmamos los papeles. Pablo y yo estuvimos separados muchos años, incluso antes de partir Paulina, pero siempre nos vimos como amigos. Y poco a poco, con los años, después de la muerte de nuestra hija, que fue el golpe más duro de nuestras vidas, volvimos a acercarnos. A hablar todos los días, a vivir juntos. A amarnos. Ha sido una bendición de Paulina. El regalo que nos mandó desde el cielo, a su padre y a mí, para que no estemos solos nunca, y yo todos los días sentía y siento, que Paulina está aquí, junto a mí, que me cuida".

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