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Cómo los influencers de Instagram están arruinando la vida en las pequeñas ciudades turísticas

Christine Bumatay

En los últimos años, el aumento masivo del turismo en Filipinas ha creado una serie de problemas importantes a las islas. En 2018, la isla de Borácay, una vez aclamada como una de las islas más pintorescas del mundo, estuvo cerrada durante seis meses para rehabilitarla. Durante años, la isla fue devastada por el exceso de turismo, lo que puso de manifiesto que estas pequeñas comunidades isleñas tan famosas no están preparadas para gestionar el turismo masivo.

Debido a Internet, e Instagram en especial, los lugares desconocidos de repente son redescubiertos. Lo que una vez fue una simple aplicación para compartir fotos con amigos se ha convertido en una de las compañías para hacer dinero más grande del mundo. Algunas personas tienen perfiles “normales” pero otras apuestan por alter egos online a través de finstas, las cuentas falsas de Instagram. Algunos incluso tienen escritores fantasmas que les escriben los pies de fotos.

En Instagram, el FOMO o miedo a perderse algo en los viajes es real. El pretencioso contenido de la aplicación motiva a los empleados que trabajan en pequeños cubículos a tomarse unas semanas de vacaciones en “una isla distante” para olvidar el sonido de los clics y sus contraseñas de trabajo. Desde el inicio de Instagram, los hashtags basados ​​en descubrir nuevos sitios como #exploreph, con más de 503 mil publicaciones, #Itsmorefuninthephilippines, con 4,9M de publicaciones y el genérico #Philippines, con 19,1 millones de publicaciones han contribuido a popularizar las islas a escala local y global. De hecho, en los últimos años se ha producido una inclinación constante del turismo hacia Filipinas, la llegada del turismo ocupó el tercer lugar entre las principales líneas de exportación en 2018 mientras que el gasto en turismo interno creció un 21 %, de 2,6 billones de pesos filipinos, alrededor de 50 mil millones de dólares, en 2017 a 3,2 billones, unos 62 mil millones de dólares, en 2018.

No cabe duda de que la popularización de Instagram ha ayudado a las páginas de viajes de Filipinas como Sino Pinas, Discover MNL y Tara Sa South (Vamos al Sur) a aumentar su audiencia y alcance, tanto a nivel local como global. Un representante de Sino Pinas le reveló al HuffPost que su audiencia y alcance se han disparado desde inicios de la década de 2010. Discover MNL ha obtenido resultados similares, un representante le comentó al HuffPost: “Cuando algunas fotos y vídeos se vuelven virales, logras que un lugar quede reservado durante uno o dos años, o que se disparen las consultas sobre un nuevo negocio o producto”.

Si bien la musa de los viajes en la que se ha convertido Instagram puede contribuir al desarrollo económico de Filipinas, la verdad es que el país no tiene la infraestructura necesaria para dar el salto al turismo. El persistente alcance global de Instagram genera una afluencia constante de turistas e influencers, pero también se convierte en una pesadilla para las naciones insulares como Filipinas.

De hecho, algunos de los influencers de viajes en Instagram incluso solicitan alojamiento gratuito a cambio de una publicación. Las empresas locales en Filipinas, como White Banana Beach Club en la isla de Siargao, recientemente han rechazado a los influencers que intentan “aprovecharse”, publicando lo siguiente en Facebook: “hemos recibido muchos mensajes sobre colaboraciones con influencers, en particular influencers de Instagram. Nos gustaría anunciar que White Banana no está interesada en ‘colaborar’ con los autoproclamados ‘influencers’. Nos gustaría sugerirles que prueben otra forma de comer, beber o dormir gratis. Si no, intenten encontrar un trabajo de verdad”.

Además de los problemas con los influencers, White Banana Beach Club compartió con HuffPost otras dificultades derivadas del turismo masivo: “Una de nuestras principales batallas en la isla se debe al hecho de que la afluencia del turismo supone un mayor cúmulo de desperdicios. Los turistas generan mucha basura. La mayoría NO separa su basura. Tenemos contenedores de basura etiquetados para residuos específicos, por ejemplo, los desperdicios de comida, plástico, papel y otros, pero la basura se mezcla a diario”.

Filipinas tiene un problema difícil de gestionar con la basura y la contaminación. En la imagen, los trabajadores recolectan miles de peces muertos en la Bahía de Manila, una de las vías fluviales más contaminadas del país. (Foto: TED ALJIBE vía Getty Images)
Filipinas tiene un problema difícil de gestionar con la basura y la contaminación. En la imagen, los trabajadores recolectan miles de peces muertos en la Bahía de Manila, una de las vías fluviales más contaminadas del país. (Foto: TED ALJIBE vía Getty Images)

Otros complejos turísticos locales consideran que la basura turística es un problema enorme. Un representante de Zoe’s Resort & Eco Adventure, un resort de ecoturismo en Filipinas, le comentó al HuffPost: “En general, los negocios turísticos en Filipinas no están preparados para gestionar los desechos sólidos. En nuestro caso, nos esforzamos por proteger el ecosistema natural que rodea nuestro eco-resort y el problema que más nos frustra es la contaminación que genera la basura. Al inicio fue difícil porque había basura por todas partes: vasos de plástico, desperdicios de comida, etc. Veíamos basura en nuestros senderos y a lo largo de nuestros canales y cascadas, lo que terminó llegando al océano”.

Casi una cuarta parte de la población en Filipinas vivía en o por debajo del umbral de pobreza en 2015, es decir, alrededor de 22 millones de personas, y la mayoría no disfruta de las ventajas del primer mundo. Las carreteras son más pequeñas, las áreas están más densamente pobladas, la pésima gestión de los desechos tóxicos está muy extendida y el turismo masivo significa un aumento enorme de los desperdicios y la contaminación.

Sin embargo, la basura y la contaminación no son los únicos inconvenientes del turismo masivo. Debido a la ley de oferta y demanda, los precios de los alimentos, viajes y productos básicos en Filipinas se han disparado. Un representante del White Banana Beach Club le explicó al HuffPost: “Desde productos básicos hasta el pescado, las verduras, las tarifas de los triciclos y el alquiler de las casas para nuestro personal han llegado a alcanzar precios ridículos. Debido a la demanda que genera el turismo excesivo, muchas personas se aprovechan y suben los precios, y las empresas como la nuestra no tienen otra opción. Todos se ven afectados, pero especialmente las personas que viven aquí. Los precios se han establecido para los turistas, de manera que los lugareños son los que más sufren porque esos precios son demasiado elevados para ellos. Algunas personas han acudido al gobierno local para intentar regular los precios de los bienes y servicios en la isla, pero todavía no he escuchado ninguna solución”.

Por suerte, también hay un aumento de influencers más conscientes del impacto de sus acciones. Jamie Larson, un influencer de viajes y cofundador de The Hearts Co., le dijo al HuffPost: “Cuando fui a Filipinas por primera vez hace unos 3 años, el turismo era una locura, pero nada comparable con lo que es ahora. Creo que se debe en gran parte a las plataformas de redes sociales como Instagram. Eso ha impulsado la economía del turismo, lo cual es increíble, pero debemos seguir haciéndolo conscientemente”.

El turismo consciente se engloba bajo el paraguas del turismo sostenible, que aún no se ha logrado. Si queremos llegar a un futuro donde el turismo sostenible sea la norma, debemos comenzar dando el ejemplo nosotros mismos. Intentar minimizar nuestra huella turística es un acto generoso que beneficiará nuestras experiencias de viaje.

Este artículo fue publicado originalmente en el HuffPost.