¿Debes comer o evitar ciertos alimentos según tu tipo de sangre? Hablan los expertos
Tu tipo de sangre es importante en formas que podrían sorprenderte. Está ligado al riesgo de trombos y a la salud del corazón, tiene que ver con los mosquitos e incluso con lo que deberías comer. La dieta basada en el tipo de sangre propone que las personas con sangre tipo O se centren en comer alimentos diferentes a los que, por ejemplo, tienen el tipo A o B.
Se ha hablado mucho sobre los posibles beneficios o complicaciones asociados a la alimentación según el tipo de sangre, y lo que los expertos en salud han descubierto sobre su eficacia puede resultarte interesante.
La dieta del tipo de sangre proviene originalmente del libro 'Eat Right 4 Your Type', del médico naturópata Dr. Peter D'Adamo, y ha estado dando vueltas en foros de salud durante casi tres décadas. Su hijo James se hizo millonario con las ventas de 'Los grupos sanguíneos y la alimentación', publicado por primera vez en España en 2007, diez años antes lo había hecho en Estados Unidos donde se convirtió en uno de los más vendidos.
La premisa de esta dieta es que al comer alimentos que sean adecuados para su tipo sanguíneo te sentirás mejor, serás menos propenso a almacenar los alimentos como grasa, y reducirás el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades como cáncer. Parte de la explicación para afirmar tal cosa gira en torno a la idea de que los tipos de sangre sirven como mapas de nuestra historia y genética ancestrales, y que los alimentos que consumían comúnmente nuestros antepasados son más adecuados para nuestros cuerpos, incluso en la actualidad.
Para el Dr D'Adamo, tu tipo de sangre es un marcador evolucionario que indica cuáles son los alimentos apropiados para tu cuerpo, y cuáles no deberías comer ya que podrían ser dañinos para ti.
Según esta creencia, si tu tipo sanguíneo es A, deberías comer una dieta principalmente vegetariana, si es O, deberías comer principalmente carne y evitar los granos, y si es tipo B, tienes suerte; puedes comer una variedad de alimentos, incluyendo lácteos, los cuales se excluyen para los tipos A y O.
Las razones para esta clasificación estarían relacionadas con cómo comían nuestros antepasados. Es decir que cada grupo de sangre representa una herencia evolutiva.
Las personas con sangre tipo A equivaldrían a los antiguos agricultores. Por lo que deben evitar la carne, específicamente la carne roja, y seguir una dieta basada en plantas, y rica en frutas frescas, verduras, legumbres y granos integrales. Debido a que tienen un "sistema inmunológico más sensible", también deben evitar los alimentos procesados y optar por alimentos orgánicos siempre que sea posible.
Las personas con sangre tipo B son denominadas "nómadas" por D'Adamo. Se les permite comer plantas, frutas, leguminosas, y también pueden comer la mayoría de las carnes (excepto pollo). Sin embargo, al “proceder” de los pueblos nómadas, tendrían beneficios especiales en el consumo de lácteos. Por el contario, no se aconseja el consumo de maíz, trigo, tomates, maní y ciertas semillas. Se recomienda el ejercicio de intensidad moderada, como caminar.
Las personas con sangre tipo AB, o "enigmas", como las llama D'Adamo, son una mezcla entre los tipos A y B. La dieta del tipo de sangre alienta a estas personas a comer mariscos, tofu, lácteos, frijoles, verduras y granos, pero deben evitar el maíz, la carne de res y el pollo. D'Adamo sostiene que los AB también tienen niveles más bajos de ácido estomacal y, por lo tanto, deben evitar la cafeína y el alcohol.
La sangre tipo O, el grupo sanguíneo más ancestral según los defensores de esta hipótesis correspondería a los "cazadores". D'Adamo afirma que las personas con este tipo de sangre deben comer una dieta rica en proteínas, preferentemente de carnes rojas, y algunas frutas y verduras. Este precursor de la dieta paleo advierte a las personas tipo O contra el consumo de cereales (pan, pasta, arroz), legumbres y productos lácteos. Se recomienda el ejercicio vigoroso, como correr.
Sin embargo, la teoría de que nuestro tipo sanguíneo determina lo que deberíamos comer o qué tipo de ejercicio deberíamos hacer no está apoyada por evidencia científica. Además, las dietas tipo A y O son extremadamente restrictivas, eliminando grupos completos de alimentos. Hacer esto es una manera fácil de reducir calorías, y por lo tanto es probable que conlleve a pérdida inicial de peso. Pero además de eliminar calorías, también estás eliminando vitaminas, minerales, y otros nutrientes vitales. Lo que podría ser perjudicial.
"La dieta del tipo de sangre ha sido desacreditada varias veces por investigaciones nuevas y mejoradas", cuenta Anna Ríos, dietista nutricionista a Cnet. "Las personas que afirman comenzar a sentirse mejor con esta dieta generalmente lo hacen porque comienzan a cocinar más en casa y a comer más alimentos integrales y menos alimentos procesados, lo que puede mejorar la salud de cualquier persona".
Un estudio de investigadores canadienses de la Universidad de Toronto, publicado en 2014 en la revista 'Plos One' concluyó que "las dietas basadas en el tipo de sangre tienen efectos favorables sobre algunos factores de riesgo cardiometabólicos, pero esto no tiene nada que ver con el genotipo ABO de un individuo, por lo que los hallazgos no apoyan la hipótesis de esta dieta”.
Investigadores noruegos llegaron a la conclusión de que es probable que cualquier cambio en la alimentación que se distancie de una dieta estadounidense estándar produzca resultados de salud positivos. Sin embargo, muchas de las afirmaciones hechas por el libro original deberían ser “consideradas basura y sin fundamento científico”.
Hasta la Escuela de Medicina de Harvard asegura que falta investigación al respecto, y remite al estudio de Plos One según el cual aunque las personas que siguieron la dieta tuvieron menos riesgo de enfermedades cardiometabólicas (como hipertensión y colesterol alto), no se comprobó que esto se relacionara directamente con el tipo de sangre.
Por tanto, aunque la dieta del tipo sanguíneo parece novedosa e intrigante, no se recomienda. Además de no estar basada en ciencia sólida, en su mayor parte esta dieta restringe demasiado los alimentos que se pueden comer, lo que impide cubrir las necesidades de nutrientes y dificulta seguirla a largo plazo.
El hecho de que no se aprueben los alimentos procesados ni las bebidas azucaradas, que conducen a muchos resultados graves para la salud como la obesidad y la diabetes, hace que muchas personas que la siguen estén satisfechas a pesar de la falta de evidencia científica. Pero no te dejes engañar. Básicamente, lo que ocurre es que elimina los alimentos procesados del plan nutricional y fomenta el consumo de alimentos sanos, incluyendo proteínas y verduras. Estos alimentos saludables promueven la salud intestinal y favorecen la inmunidad.
Si quieres perder peso, seguir una dieta basada en tus necesidades y estilo de vida, en lugar del tipo de sangre, es la opción más eficaz para conseguirlo. Acude a un especialista para no poner en riesgo tu salud con falsas dietas milagro.
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