Al comenzar las clases, las madres que trabajan en el sector minorista sienten una carga adicional

Patricia Reveles, en el medio, con su hija en su casa de Los Ángeles, 11 de septiembre de 2020. (Maggie Shannon/The New York Times)
Patricia Reveles, en el medio, con su hija en su casa de Los Ángeles, 11 de septiembre de 2020. (Maggie Shannon/The New York Times)
Jennifer Perez, quien redujo su horario de trabajo en un mercado local para poder ayudar a sus hijas con la escuela a distancia, en Los Ángeles, 10 de septiembre de 2020. (Maggie Shannon/The New York Times)
Jennifer Perez, quien redujo su horario de trabajo en un mercado local para poder ayudar a sus hijas con la escuela a distancia, en Los Ángeles, 10 de septiembre de 2020. (Maggie Shannon/The New York Times)

El inicio del año escolar virtual ha sido una lucha para Patricia Reveles, una asistente farmacéutica que trabaja en una farmacia CVS en Los Ángeles cuya hija está en cuarto grado.

Reveles, de 49 años, es soltera y durante mucho tiempo ha dependido de su madre para que la ayude con el cuidado de su hija. Pero durante los primeros meses de la pandemia de coronavirus se dio cuenta de que la enseñanza a distancia requería más experiencia en tecnología de la que tenía su madre. Su hija de 9 años necesitaba que un adulto la ayudara cuando el internet fallaba o cuando su iPad dejaba de funcionar, explicó Reveles.

Así que Reveles solicitó recientemente a CVS, donde ha trabajado desde hace más de 20 años, que redujera su turno a 24 horas por semana para así poder ir a su casa durante el día y ayudar a su hija sin perder los beneficios propios de ser una empleada de tiempo completo.

“Me gusta mi trabajo y estoy agradecida de tenerlo, pero soy una madre soltera y no puedo atender a mi hija”, aseguró. Un portavoz de CVS explicó que la compañía estaba trabajando con el sindicato al que pertenece Reveles para tratar de atender su solicitud.

Reveles no es la única. A medida que la pandemia avanza y el regreso a clases comienza en todo el país, las mujeres que trabajan en el sector minorista dicen que están siendo obligadas a elegir entre conservar su empleo y garantizar que sus hijos mantengan el ritmo de la educación a distancia.

Mujeres de todos los sectores de trabajo están sintiendo esta presión. El mes pasado, según un estudio realizado por la Oficina del Censo de Estados Unidos, las mujeres tenían tres veces más probabilidades que los hombres de abandonar su empleo por problemas relacionados con el cuidado de sus hijos durante la pandemia. Pero la intransigencia de los horarios en el sector minorista —donde los turnos pueden variar ampliamente de semana a semana y los empleados tienen poco remedio más que aceptar las horas que les asignan— hace que la presión sea particularmente intensa para esos trabajadores y es probable que cause que más mujeres abandonen la fuerza laboral.

“Fuera del lugar de trabajo, las responsabilidades del cuidado doméstico están recayendo con más fuerza en las mujeres que en los hombres, y el sector minorista se caracteriza porque en general no se tiene mucho control sobre el horario, lo que puede conducir a una verdadera crisis”, así lo expresó Emily Martin, vicepresidenta de educación y justicia laboral en el Centro Nacional de Leyes de la Mujer, una organización sin fines de lucro.

La industria de ventas minoristas, el segundo empleador más grande del sector privado estadounidense, después de la atención de la salud, ha sido afectada por la pandemia, con millones de personas desempleadas. Las mujeres conformaban casi la mitad de los 15,7 millones de trabajadores que había en ese sector antes de la pandemia pero, entre febrero y junio, las mujeres representaron el 65 por ciento de la pérdida de empleos de dicho sector, de acuerdo con un reporte de la organización.

Quienes han conservado su empleo fueron proclamados como héroes y se les recompensó con bonos y aumentos temporales durante los primeros meses de la pandemia. Sin embargo, muchos de estos trabajadores ahora se encuentran luchando para cumplir con las interminables obligaciones de ser padres mientras se aferran a empleos que parecen cada vez más precarios en una economía débil.

Hasta la fecha, gobiernos estatales y federales han ofrecido poca o ninguna ayuda para el cuidado de niños a los padres que trabajan. El actual debate en Washington se ha enfocado en restituir la ayuda por desempleo, que cesó en julio, y otorgar más deducciones fiscales a las empresas, presuntamente para ayudarlas a mantenerse a flote y conservar los empleos de la gente.

Pero los empleados, los líderes sindicales y los expertos laborales dicen que ninguna de esas ayudas gubernamentales ha motivado a las compañías a encontrar maneras de atender a los trabajadores que también necesitan supervisar a sus hijos mientras toman clases en línea.

Amazon ofrece 10 días de cuidado infantil subsidiado, y sus empleados no tienen que pagar más de 35 dólares al día por guarderías y, para las niñeras, no más de 5 dólares por hora, pues la compañía está cubriendo el resto de los costos. Ese beneficio se termina el próximo mes.

Rachel Belz, quien trabajaba en un almacén de Amazon en el municipio de West Deptford, Nueva Jersey, aseguró que necesitaba más cobertura.

Antes de abandonar su empleo este mes, finalizaba su turno a las cinco de la mañana y luego solo dormía algunas horas antes de tener que levantarse a cuidar a su hijo de edad prescolar.

“No les pido que cuiden a mi hijo”, expresó Belz, de 32 años, quien es miembro de United for Respect, un grupo de defensa de los trabajadores. “Les pido que me faciliten hacerlo por mi cuenta”.

Amazon indicó que estaba tomando otras medidas para ayudar a los padres trabajadores, como permitir a los empleados que inicien sus jornadas en 10 horas distintas durante el día y la noche. La compañía dijo que estas “horas de inicio extraordinarias” están pensadas “para proporcionar a nuestros asociados más opciones a fin de trabajar en torno al horario de sus hijos”.

Prandai Ramnauth, quien trabaja medio tiempo en la tienda matriz de Bloomingdale’s en Manhattan, ya enfrentaba problemas con el cuidado de su hijo desde el año pasado, luego del fallecimiento de su madre.

Ella podía seguir trabajando y pagar por el cuidado de su hijo después de la escuela con una donación concedida por la Sucursal 3 del sindicato laboral Retail, Wholesale and Department Store Union del que es miembro. La donación cubría el cuidado para después de la escuela pero no los costos del cuidado durante el día cuando ella tuvo que regresar a trabajar en junio.

Así que Ramnauth se apoyó en su hija de 16 años para que cuidara a su hijo que cursa el tercer grado.

“Le dije que tenía que ayudarme, esa es la única manera en que puedo conservar mi empleo y pagar las facturas, tenemos que ayudarnos mutuamente”, aseguró.

Pero a medida que las clases comienzan de nuevo, la hija de Ramnauth debe concentrarse en sus propios estudios a distancia.

Onie Patrick, de 37 años, trabaja de 12 a 28 horas semanales como cajera de medio tiempo en un supermercado Aldi en Rockford, Illinois. Ella tiene cuatro hijos en octavo grado, guardería y prescolar.

Patrick, quien también forma parte de United for Respect, suele trabajar en las noches; su esposo también está en casa durante el día para cuidar a los niños. Pero la escuela por internet se ha convertido en una responsabilidad de ella fundamentalmente.

“Para ser sincera, él no tiene la paciencia, no está tan involucrado en la escuela de los niños, así que no sabe nada de las tareas o cuánto han aprendido o no. Todo eso lo he hecho yo”, aseguró Patrick. “Parece que muchas mamás se llevan la peor parte”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company