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¿Qué color deben tener las abejas? En Austria, este es un tema tóxico

El apicultor Sandro Huter atiende a sus abejas, en Stockenboi, Austria, el 30 de noviembre de 2022. (Ciril Jazbec/The New York Times)
El apicultor Sandro Huter atiende a sus abejas, en Stockenboi, Austria, el 30 de noviembre de 2022. (Ciril Jazbec/The New York Times)

STOCKENBOI, Austria — Sandro Huter estaba decidido a defender a sus abejas, sobre las cuales se cernía una sentencia de muerte.

Huter, un apicultor de Carinthia, un estado boscoso de Austria, estaba orgulloso de sus colonias. Sus insectos eran diligentes, saludables y tan dóciles que le dijo a la inspectora estatal visitante que no era necesario usar el traje de apicultor, la gorra ni el velo.

Pero el comportamiento de las abejas no era lo que le interesaba a la inspectora estatal ese día de otoño de 2018. Más bien, la atención de la funcionaria se centraba en una característica muy diferente: el color de las abejas.

“Mis abejas eran demasiado oscuras”, Huter recuerda que le dijeron. “Color cuero marrón naranja”, escribió la inspectora en el informe estatal.

Para cumplir con la ley, Huter tendría que remplazar a sus abejas reina oscuras por unas de color gris claro.

Huter se negó a hacerlo. “Es fanatismo racial”, afirmó.

En todo el mundo, los pesticidas, las nuevas enfermedades, el cambio climático y la pérdida del hábitat están matando a una velocidad escandalosa a las abejas y a otros polinizadores que tienen una participación fundamental en la agricultura y cuya mortandad está poniendo en peligro una gran cantidad de frutas y granos.

Algunas de las abejas del apicultor Sandro Huter, en Stockenboi, Austria, el 30 de noviembre de 2022. (Ciril Jazbec/The New York Times)
Algunas de las abejas del apicultor Sandro Huter, en Stockenboi, Austria, el 30 de noviembre de 2022. (Ciril Jazbec/The New York Times)

No obstante, al estado en su mayor parte rural de Carinthia, el cual tiene frontera con Eslovenia e Italia, no solo le importa la salud de las abejas que polinizan sus huertos de manzanas y sus castaños. También exige que todas ellas sean abejas melíferas carniolas con sus característicos anillos gris claro en el abdomen, la única subespecie aprobada que aquí ha aprobado ley estatal desde 2007.

Al igual que ocurre con todos los animales domesticados y semidomesticados, desde hace mucho tiempo sus criadores han reproducido a las abejas para que tengas ciertas características, y se considera que esta subespecie está bien adaptada a su hogar alpino (mejor que otras abejas melíferas) para sobrevivir a los inviernos nevados y un clima casi siempre caprichoso. Además, aunque las abejas carniola son agresivas para proteger sus colmenas de los parásitos y los ladrones de miel, tienen fama de ser bastante dóciles cuando sus cuidadores las manipulan.

Así que la ley de Carinthia tiene muchos partidarios entre los apicultores del estado que quieren que las características indeseadas no entren al patrimonio genético de las abejas locales. En el estado vecino de Styria, al igual que en Eslovenia, hay una ley muy parecida.

Pero quienes se oponen a esta ley ven en ella, al menos, la repetición del pasado nazi en esa área y hacen referencia a la historia de los nazis para fortalecer su argumentación.

“Es una dictadura racista, justo como la que había en el régimen de los nazis”, señaló Gerhard Klinger, director de una asociación de apicultores en el valle de Lavanttal, donde hay diez procedimientos judiciales en curso contra apicultores acusados de esconder colmenas impuras.

El apicultor principal del Tercer Reich, Gottfried Götze, era un defensor de las abejas melíferas carniola y estaba convencido de que las abejas nativas deberían ser la única opción en la cual confiar para el suministro de miel a la Wehrmacht, así como para la cera de abeja usada en las bombas.

“¿De qué sirve importar razas extranjeras si perdemos nuestra abeja alemana local?”, escribió Götze en una revista de apicultura en 1938.

Aunque a Götze le obsesionaba mantener diferenciadas genéticamente a las abejas melíferas carniola, a ellas no les importaba el color de sus parejas de apareamiento. Con el fin de controlar la reproducción de las abejas, los nazis les ordenaron a los apicultores que llevaran a sus abejas reina a centros de apareamiento, donde las esperaban abejones carniola con pedigrí.

Pero es imposible levantar para las abejas las mismas cercas que se usan para controlar el apareamiento de las vacas o los cerdos, y los estudios revelan que alrededor de quinientos millones de abejas de Carinthia —o más de una cuarta parte de la población total de sus aproximadamente 45.000 colonias de abejas— ahora tienen un color demasiado oscuro, demasiado marrón, demasiado naranja o demasiado amarillo como para ser consideradas carniola.

Quienes están a favor de que Carinthia siga siendo una zona exclusiva de abejas carniola ven esas cifras como una amenaza y una prueba de que se requiere que la ley se aplique de manera más estricta.

“Se han adaptado muy bien a esta región a lo largo de miles de años”, comentó Kurt Strmljan, de 67 años, rodeado de sus manzanos y ciruelos. “Este es el hogar ancestral de las abejas carniola”, añadió. “Es algo que vale la pena proteger”.

Ambos bandos describen un entorno de miedo e intimidación en el cual el discurso es tan tóxico que muchas personas se niegan a hablar de sus abejas. El consejero estatal a cargo de la agricultura, Martin Gruber, señaló que no daría ninguna entrevista sobre el tema antes de las elecciones locales que se llevarán a cabo en marzo.

Strmljan y otras personas sospechan que algunos de los apicultores del estado han importado ilegalmente otras subespecies tal vez más productivas para aumentar el volumen de miel. Huter y otros niegan esta acusación y afirman que sus abejas también son carniola y que algunas de ellas solo son de diferentes colores.

De hecho, según los científicos, el color no es la única prueba infalible para identificar una carniola.

“Es difícil tratar de definirla solo por el color sin investigar la herencia genética de cada una”, señaló Kirsten Traynor, directora del instituto dedicado a la investigación de las abejas de la Universidad de Hohenheim, en Stuttgart, Alemania. El apareamiento mixto también puede mejorar la salud y la vitalidad de las abejas, añadió Traynor. “Los estudios demuestran que cuando los zánganos con los que se aparea la reina son genéticamente diversos, en realidad la colonia resiste más las enfermedades”, comentó.

Desde que inspeccionaron las colmenas de Huter hace cinco años, el estado ha llegado a aceptar que el color no debe ser el único factor determinante, así que ahora cuando se inspecciona alguna colmena, se mandan muestras de abejas para realizar un estudio más profundo en el cual un especialista analiza las alas de las abejas, el ancho de sus anillos del abdomen y la longitud de sus vellos.

Si las mediciones de más de 2 de las 50 muestras recogidas no concuerdan con las características de las carniola, se marca a toda la colonia y, según la ley actual, tienen que remplazar a las abejas reina.

Por el momento, las abejas de Huter se han salvado de la ejecución.

Después de que el estado le ordenó deshacerse de sus abejas reina oscuras, Huter apeló su caso en el tribunal administrativo federal de Viena y ganó cuando el tribunal calificó el planteamiento del estado como “manifiestamente ilegal”, debido, en parte, a que en ese momento solo se estaba basando en el color de las abejas.

Como respuesta a ese fallo del tribunal federal, el cual culpó al estado por no decir con mayor precisión lo que determina que una abeja sea una verdadera carniola, Carinthia está considerando proponer enmiendas a la ley estatal que definan de manera más explícita a las subespecies… y endurezcan las sanciones tanto para las abejas impuras como para sus criadores.

La multa máxima para los apicultores que esconden abejas mixtas aumentaría de 5000 euros (como 5440 dólares) a 7500 euros (más o menos 8160 dólares). (Algunas personas que están a favor del bando carniola habían presionado para que hubiera penas de cárcel).

Sin embargo, es mucho peor para las abejas: según la ley propuesta, la cual está sujeta a la aprobación del Parlamento estatal, si hay un “peligro inminente” de apareamientos mixtos (por ejemplo, con las abejas de algún vecino), las autoridades pueden confiscar no solo a las abejas reina de la colonia, sino toda la colmena infractora.

Aunque la inspectora de abejas que visitó la colonia de Huter en 2018, Barbara Kircher, apoya una ley más estricta, señaló que le preocupaba la indignación que muy probablemente sentiría la población después del exterminio de toda una colonia (que por lo general tiene de 40.000 a 80.000 abejas) por parte de los trabajadores estatales.

“Nos tacharían de asesinos en serie”, aseveró Kircher poco antes de que renunciara a su función en diciembre.

© 2023 The New York Times Company