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Colmenas de abejas son tan valiosas para la agricultura de California que se las roban constantemente

Las abejas son cruciales para el balance de los ecosistemas: su rol en la polinización es de enormes proporciones para la supervivencia de la naturaleza y, también, para la viabilidad de la agricultura y de las poblaciones que dependen de ella.

Su laborioso afán de planta en planta y flor en flor es clave para la vida y la sobrevivencia de las sociedades.

El trabajo polinizador de las abejas es clave para la agricultura, y la escasez de esos insectos en estado salvaje ha propiciado, sobre todo en los enormes cultivos de California, un mercado de colmenas de alquiler que son transportadas de un campo a otro para que realicen su labor polinizadora. (AP)
El trabajo polinizador de las abejas es clave para la agricultura, y la escasez de esos insectos en estado salvaje ha propiciado, sobre todo en los enormes cultivos de California, un mercado de colmenas de alquiler que son transportadas de un campo a otro para que realicen su labor polinizadora. (AP)

Pero en la medida en que la población de abejas salvajes decae, y lo ha hecho de modo agudo en años recientes, las que viven en colmenas mantenidas por apicultores han cobrado un valor económico mayúsculo, que va más allá de la usual explotación de su miel y su jalea.

Ante la pérdida de las abejas salvajes a causa de pesticidas y contaminantes, reducción de hábitats, enfermedades, cambios climáticos y otros factores, la actividad de polinización que ellas realizaban en cultivos que producen ingentes cantidades de alimentos, y generan mercados de muchos millones de dólares, ha debido ser substituida por colmenas de alquiler.

La necesidad de insectos polinizadores ha llevado que apicultores lleven sus colmenas de un lado a otro, cobrando para dejarlas unos días en cierta área agrícola para que las abejas hagan allí su labor polinizadora y preserven la actividad agrícola y los ingresos que sus cosechas generan.

Así, el poseer colmenas con abejas sanas y activas se ha vuelto un activo muy valorado. Tanto que los ladrones han puesto en su mira a esos insectos y, de acuerdo al relato de The Guardian, los apicultores son víctimas del robo de sus colmenas.

Un caso citado por ese periódico es el de Mike Potts, que llevó cerca de 400 colmenas de su propiedad en Oregon a California, en donde las dejó por unos días para que polinizaran los cultivos de sus clientes, Pero cuando volvió a recogerlas, halló que 92 colmenas habían desaparecido.

Al denunciar el hecho, Potts indicó que el robo que sufrió le habría costado unos 44,000 dólares. Bastante más que lo que, por ejemplo, es sustraído en promedio en un atraco bancario en Estados Unidos, cifra que en 2017 fue de 3,483 dólares por robo de acuerdo al FBI.

“Había oído que había algo de robo [de colmenas] pero no pensé que me sucedería a mí. Es frustrante porque es cada vez más difícil mantener vivas a las abejas. Y entonces tú las transportas y se las roban”, comentó Potts a The Guardian.

En general, el robo de colmenas se ha incrementado: de 101 colmenas robadas en 2015 a 1,048 colmenas en 2017, con un salto considerable a 1,695 colmenas robadas en 2016, de acuerdo cifras de la policía del Condado Butte, en el norte de California, citadas por The Guardian.

El cultivo de almendras en Callifornia es uno de los que más dependen de abejas de alquiler para subsistir, con cerca de 4,700 kilómetros cuadrados de almendros que requieren de abejas para ser polinizados y dar fruto.

Según el citado periódico, el costo del alquiler de una colmena para polinización puede llegar a los 200 dólares, por lo que un apicultor como Potts, con sus 400 colmenas, puede ganar en unos días más de 100,000 dólares.

Algunas de las colmenas que fueron robadas y luego acumuladas, en estado desordenado, en Sanger, California, en 2017.  (AP)
Algunas de las colmenas que fueron robadas y luego acumuladas, en estado desordenado, en Sanger, California, en 2017. (AP)

Por ello, sobre todo en el área del Valle Central de California, simplemente no hay suficientes abejas en libertad para polinizar los almendros y muchas otras plantas, cultivadas a gran escala, y por ello los apicultores que se dedican al alquiler de sus abejas viajan desde lejos con sus colmenas para abastecer las necesidades de los agricultores de esa región californiana.

De acuerdo al portal AgAlert, a finales de enero y febrero, para la polinización de almendros en el Valle Central de California, cerca de 2.5 millones de colmenas serán llevadas a la región.

La riqueza de sus colmenas es, literalmente, muy dulce y muchos las codician, y las roban. Y dado que se trata de animales delicados, que por añadidura mueren en grandes proporciones no solo en estado salvaje sino también las que viven en colmenas cultivadas, la pérdida de colmenas para un agricultor puede resultarle ruinoso.

Y, en realidad, al parecer son otros apicultores, y también bandas organizadas, los que se dedican a ese delito, para robarles a otros el preciado tesoro de sus abejas y sacarles provecho directo o, también, para venderles las colmenas a apicultores necesitados.

Ciertamente se han dado arrestos de personas acusadas de robo de colmenas (en un caso se hallaron en el área de Fresno una acumulación de 2,500 colmenas que habrían sido robadas), pero la enorme demanda y la limitada disponibilidad de abejas de alquiler ha convertido a esos insectos en un bien muy preciado y codiciado.

Lloyd Cunniff, un apicultor entrevistado por The Guardian lo explica con claridad: “hay una carestía de abejas este año, otra vez [en el Valle Central de California]... Lo verás en una o dos semanas, va a darse una locura de robo de abejas”.