Sin clases presenciales. El reclamo de las escuelas agrotécnicas bonaerenses

Con las bicicletas de los alumnos de fondo, en la Escuela de la Familia Agraria “Colonia El Pincen”, en Salazar, en el distrito Daireaux, a 450 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires
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Son los mismos alumnos los que les explican a las autoridades educativas que no pueden viajar tantos kilómetros desde sus casas hasta la escuela por solamente cuatro horas. Que quieren volver a las aulas como los demás estudiantes, pero que para eso suceda necesitan que se habiliten las residencias que funcionan en alrededor de 30 escuelas agrotécnicas y rurales que hay en la provincia de Buenos Aires. Sin la posibilidad de quedarse en la escuela como internos, estos alumnos, que en algunos casos viven hasta a 300 kilómetros de distancia, no tienen ninguna chance de retomar las clases presenciales. Como el caso de Bautista, uno de los alumnos de la Escuela Agrotécnica Salesiana Del Valle, en el Partido de 25 de Mayo, que participó de un video publicado en las redes sociales, junto con sus compañeros, para difundir la problemática.

La Escuela Agrotécnica Salesiana Del Valle no es la única con esta problemática. Por eso, a principios de marzo, y en representación de este tipo de colegios, la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires, (Aiepba), le hizo llegar una carta a la directora general de Cultura y Educación bonaerense, Agustina Vila, para explicarle cuál era la situación de estos establecimientos, “que se han visto impedidas de reanudar sus actividades presenciales por el solo hecho de mantener necesidades diferenciadas, al tratarse de escuelas rurales, técnicas y agrotécnicas, que admiten el sistema de pernocte, pupilaje, albergue o servicio de residencia para sus estudiantes”, dice el texto, y agrega: “Entendemos que estas modalidades son condiciones esenciales para la reactivación de la presencialidad, pues existen en estos ámbitos impedimentos concretos y reales para las familias y los establecimientos de poder realizar tareas educativas sin su habilitación. Pareciera que, por tratarse de un grupo más bien pequeño, no se advierte la relevancia de estas actividades para quienes allí asisten, pero también para la identidad de una provincia en cuya conformación y desarrollo encuentra en el ámbito rural, agrario y pecuario una clara identidad; sobre todo, en las localidades que se alejan de los grandes centros urbanos”.

“Un protocolo pensado para las escuelas urbanas”

Jorge Ledesma es el director y representante legal de la Escuela Agrotécnica Salesiana Del Valle, en el centro geográfico de la provincia de Buenos Aires, que funciona en una zona rural y a la que van unos 290 alumnos, que pueden llegar a recorrer hasta 300 kilómetros de distancia para ir a clases. “El gobierno de la provincia de Buenos Aires estableció un protocolo pensado para escuelas urbanas, donde los chicos pueden ir y volver en poco tiempo. Pero la realidad del interior es otra; acá los chicos vienen de largas distancias -explica Ledesma-. Las autoridades de la provincia no tuvieron eso en cuenta, y en lugar de reconocer que no fuimos considerados y escuchar nuestras propuestas, el Estado decide suspender la actividad. Porque si bien en los papeles no está prohibida, sí está imposibilitada en los hechos. Si yo no permito que los chicos se queden en la residencia, las familias no pueden recorrer 150 kilómetros para traerlos todos los días”.

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Tras algunas semanas de iniciadas las clases, este colegio salesiano, según explica su director, había elaborado un protocolo especial que contaba con el visto bueno de los inspectores escolares de la zona. “Nos dieron libertad para que ensayáramos un protocolo que cumpliera con todas las medidas necesarias. Lo hicimos y funcionó muy bien durante un mes, hasta que el 31 de marzo pasado, las autoridades provinciales nos informaron que no podíamos hacerlo más, y que teníamos que acatar las 4 horas de clases presenciales autorizadas –sigue Ledesma-. De los 290 alumnos que vienen a la escuela, 275 son residentes. Lo virtual para nosotros es muy limitado. Justamente somos las escuelas rurales las que tenemos menos posibilidades de conexión, y esto va más allá de la pandemia, siempre fue así. Además, nuestra formación es agropecuaria, los chicos se especializan en agricultura, ganadería vacuna, industria láctea. Todo trabajo en el campo”.

El problema de los alumnos que piden la baja

Algo similar sucede en la Escuela de la Familia Agraria “Colonia El Pincen”, en Salazar, en el distrito Daireaux, a 450 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y entre las localidades de Pehuajó y Trenque Lauquen. “Salazar es una comunidad chica, de unos 3000 habitantes, donde hay dos escuelas secundarias. La mayoría de nuestros alumnos son hijos de familias que trabajan como empleados rurales, y el internado de la escuela es una enorme oportunidad para que los chicos puedan hacer el nivel secundario. Porque de lo contrario tienen que viajar en auto por caminos de tierra o pagar una pensión en el pueblo, y eso significa un costo enorme, sumado al desarraigo”, dice Juan José Pantanali, director de la escuela, que tiene al 30 % de la matrícula en la modalidad de internado. “Nuestro internado es de alternancia. Es decir, los chicos están una semana en la escuela, y otra en la casa. Y ese grupo es el que no pudo empezar las clases. Nosotros pedimos que al menos puedan venir de manera fraccionada, o que solo vengan una semana al mes, porque no tenemos otra manera de fortalecer el vínculo. La virtualidad es muy insuficiente, sobre todo con ese grupo de alumnos, que muchas veces no tienen ni señal de celular y tampoco Internet”, coincide Pantanli.

Además, Pantanali agrega a la situación otro conflicto más, que es la pérdida sostenida de la matrícula. “Se fueron sumando con el correr de las semanas los alumnos que pidieron el pase a otra escuela más cercana. Pero son alumnos con un perfil de escuela agropecuaria, que nos habían elegido y ahora se tienen que ir. Yo entiendo a los padres, necesitan aunque sea que sus hijos vayan a la escuela, pero son chicos que habiendo elegido una formación agraria terminan haciendo un bachiller común. Propusimos de todo: burbujas adentro de las habitaciones, distanciamiento, utensillos individuales, viandas traídas desde sus casas. Esperamos con ansias que se analicen protocolos específicos y que sean aprobados lo antes posible. En otras provincias es algo que ya está pasando”.

Luego del reclamo de padres, docentes y autoridades, eso es lo que sucedió en el Colegio Agropecuario de Realicó, en La Pampa, donde los alumnos podrán finalmente comenzaron las clases esta semana y quedarse en la escuela, ya que el gobierno provincial aprobó el protocolo sanitario frente a la pandemia para el funcionamiento de la residencia del instituto, que pertenece a la Fundación de la Sociedad Rural Argentina.

Desde la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense respondieron a la consulta de La Nación que están trabajando para atender la diversidad de situaciones que presentan estas escuelas, para conseguir en cada caso la mayor presencialidad cuidada posible. “Para las escuelas rurales que implican la residencia de estudiantes se está trabajando en un protocolo específico, junto con el Ministerio de Salud, ya que si revisten situaciones particulares ante la situación de pandemia deben ser debidamente atendidas”. En referencia a la Escuela Agrotécnica salesiana, que ya tiene presentado un protocolo de actuación ante la aparición de casos de Covid-19 en la institución, “está siendo analizado en este momento por las autoridades educativas y sanitarias; particularmente, se está evaluando el modo en que se implementará el aislamiento de grupos ante casos sospechosos o confirmados en la escuela, considerando las características de su comunidad educativa donde muchos estudiantes residen a más de 100 kilómetros”, concluyeron.