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Dos ciudades, dos ejércitos: puntos cruciales en la lucha al este de Ucrania

Soldados ucranianos ayudan a civiles a huir de los pueblos ubicados alrededor de la ciudad de Lyman, al este de Ucrania, el jueves 22 de septiembre de 2022. (Tyler Hicks/The New York Times).
Soldados ucranianos ayudan a civiles a huir de los pueblos ubicados alrededor de la ciudad de Lyman, al este de Ucrania, el jueves 22 de septiembre de 2022. (Tyler Hicks/The New York Times).

REGIÓN DE DONETSK, Ucrania — El soldado ucraniano caminó a la orilla del río, vio a la distancia, hacia el lugar de donde venía el sonido de artillería y lanzó su caña de pescar al agua verdosa y turbia que tenía enfrente. Su indiferencia en el frente de batalla ucraniano cerca de la ciudad oriental de Lyman era reveladora: sus camaradas en la cercanía estaban ganando.

Al sureste, a menos de 48 kilómetros de distancia, un grupo de soldados ucranianos, con los rifles colgados a la espalda y los cascos puestos, se movían con cautela hacia los restos de un puente destruido en el centro de otra ciudad: Bajmut. El silbido agudo de una ronda de artillería rusa, seguido de una columna de polvo y humo cercana, envió una señal igual de reveladora: los rusos estaban atacando con fuerza y se estaban acercando.

La batalla por la crucial región del Donbás, al este de Ucrania, ahora está centrada en la importancia estratégica de estas dos ciudades; la lucha es feroz porque los dos ejércitos se apresuran para ganar nuevos territorios antes de que llegue el invierno.

Visto el panorama general de la guerra, los ucranianos siguen imponiendo la dinámica, gracias a las victorias de gran envergadura al noreste del país que este mes dejaron expuestas la ineptitud y la evidente debilidad de la fuerza rusa. Sin embargo, el Donbás, una región que el presidente ruso Vladimir Putin considera su premio más preciado, es una lucha distinta, más atrincherada.

Ucrania se está esforzando para lograr obtener el control de Lyman, un punto crítico ferroviario que sirve de importante centro de suministro en el extremo occidental del Donbás. Las fuerzas rusas controlan la ciudad, pero Ucrania espera usarla como paso para presionar más al este y mantener su ímpetu.

Bajmut es un punto de entrada hacia una parte de la región que todavía está bajo el control de las fuerzas ucranianas. De capturarla, Rusia también obtendría una victoria después de la derrota humillante en el norte. Los rusos han bombardeado Bajmut sin parar durante los últimos tres meses.

La lucha por Bajmut y Lyman se reduce a un posicionamiento estratégico para ambas partes antes de que las vanguardias se estanquen en el clima frío. Si Ucrania controlara las ciudades, las fuerzas de Kiev estarán preparadas para recuperar el territorio perdido en los próximos meses. Bajo una ocupación rusa, y con refuerzos, estos ayudarán a Rusia a poner bajo una amenaza cada vez mayor y un bombardeo cada vez más frecuente a dos ciudades importantes del Donbás: Kramatorsk y Sloviansk.

Un soldado ucraniano camina sobre los restos de uno de los principales puentes de Bajmut, al este de Ucrania, el sábado 24 de septiembre de 2022. El puente fue destruido el mes de septiembre cuando las fuerzas rusas bombardearon la ciudad. (Tyler Hicks/The New York Times).
Un soldado ucraniano camina sobre los restos de uno de los principales puentes de Bajmut, al este de Ucrania, el sábado 24 de septiembre de 2022. El puente fue destruido el mes de septiembre cuando las fuerzas rusas bombardearon la ciudad. (Tyler Hicks/The New York Times).

En Lyman, los ucranianos han tenido algo de éxito. Sus formaciones están atacando la ciudad desde el sur y el oeste y han capturado pueblos en los suburbios conforme avanzan.

Aislada del acceso a las provisiones rusas que van hacia el norte tras una ofensiva reciente de Ucrania, en una primera instancia, Lyman era considerada una potencial conquista rápida. Sin embargo, los refuerzos rusos han llegado a la ciudad, según soldados ucranianos, y han detenido su avance, al menos por ahora. Y debido a que las tropas ucranianas han centrado su atención en Lyman, las unidades rusas han tenido tiempo de atrincherarse más al este.

“Todo está cambiando muy rápido aquí”, comentó hace poco un soldado ucraniano apostado apenas al sur de la ciudad, quien solicitó permanecer en el anonimato por motivos de seguridad. En la última semana, las fuerzas ucranianas lucharon para entrar al pueblo de Shchurove, un pequeño pueblo turístico cerca de la ciudad, ubicado entre bosques densos y al río Siversky Donets.

En Bajmut, Rusia está reproduciendo la estrategia de Ucrania: atacar desde dos frentes. A las tropas ucranianas atrincheradas alrededor de la ciudad las están desgastando y atacando desde el este y el sur. Han sufrido un flujo constante de bajas y pérdidas de vehículos. Este mes, los rusos capturaron al menos un poblado cerca de las afueras de Bajmut.

“En este momento, el principal problema es que necesitamos conservar Bajmut”, comentó Yurii Bereza, teniente coronel y comandante de batallón de la guardia nacional de Ucrania, cuyas fuerzas están desperdigadas a lo largo de una vanguardia de 150 kilómetros, buena parte de la cual está en el Donbás.

Las fuerzas de Moscú habían ganado territorio en el Donbás de manera constante durante el verano, al apoderarse de las ciudades hermanas Lisichansk y Severodonetsk. Sin embargo, después de su reciente ofensiva, las tropas ucranianas volvieron a capturar algunos pueblos pequeños en la periferia occidental de la región.

El Ejército ruso está “desbordado” en Ucrania, opinó Michael Kofman, director de estudios de Rusia en CNA, un instituto de investigación de defensa en Arlington, Virginia. “Ha perdido la iniciativa y le faltan fuerzas para defender un campo de batalla enorme”.

Se evidencia la escasez de fuerza de Rusia pues el Kremlin está movilizando a cientos de miles de hombres, algunos de los cuales serán enviados probablemente al frente en las próximas semanas y meses. Aunque su entrenamiento puede ser cuestionable y su efectividad limitada, estos nuevos soldados rusos de todas maneras servirán de obstáculo para las fuerzas más pequeñas y menos armadas de Ucrania.

En este momento, los refuerzos rusos están sacudiendo zonas alrededor de Lyman y Bajmut.

“El asunto es que antes había uno o dos de ellos por metro cuadrado”, comentó Bereza, para referirse a la cantidad de soldados rusos presentes en el frente antes de que se retiraran de manera desordenada del noreste. “Ahora hay diez y esto se refleja en la restricción en el frente”.

El Donbás, una región más o menos del tamaño de Nueva Hampshire, está compuesto de campos ondulados, pueblos mineros del tamaño de una estampilla postal y enormes altiplanos con pilas de desechos de la constelación de minas de carbón de la zona. En 2014, los separatistas con el respaldo ruso formaron dos repúblicas disidentes ahí, que lucharon con el gobierno ucraniano durante ocho años hasta que los rusos lanzaron su invasión en febrero.

El terreno de la región —campos, líneas de árboles y ríos— ha provocado que ambos bandos usen cualquier tipo de táctica posible para canalizar tropas hacia cuellos de botella. Durante meses, el río Síverski Donets ha definido porciones de la vanguardia en el Donbás porque hasta hace poco ninguno de los bandos podía atacar con seguridad hasta el otro lado del río.

Alrededor de Bajmut, una ciudad que tenía una población de unos 70.000 habitantes antes de la guerra, las vías fluviales no han representado obstáculos para las fuerzas rusas, aunque a Bajmut la divide un río que viaja de norte a sur y que se ha vuelto más importante con cada avance ruso.

Esas batallas han ido y venido durante semanas: las fuerzas rusas bombardean y avanzan. Las tropas ucranianas pierden vehículos, hombres y unos cientos de metros de territorio. Luego, los soldados ucranianos intentan recuperar el territorio organizando contraataques.

“Estamos matando a miles y miles de ellos, pero siguen llegando”, comentó otro soldado ucraniano.

Hace poco, los comandantes ucranianos en Bajmut dijeron que, incluso la presencia de los sistemas de cohetes que ha proporcionado Estados Unidos, conocidos como HIMARS, no han logrado mermar mucho la cadena de suministro rusa. Este es un cambio marcado de lo dicho por los comandantes ucranianos durante el verano cuando llegaron los primeros sistemas: esto sugiere que Rusia se ha adaptado a los ataques dispersando mejor sus reservas de municiones.

En medio del sangriento intercambio hay civiles atrapados que están desesperados porque se detenga la lucha.

Algunas ciudades ucranianas bajo el asalto ruso pasan por etapas conforme las atacan. Primero, las afueras de las ciudades son bombardeadas, luego los centros de las ciudades, una situación poco frecuente al principio, pero el volumen ha aumentado a medida que pasan los días y las semanas. Los servicios de emergencia y los servicios públicos soportan lo más que pueden antes de que su equipo sea destruido o los miembros de su personal huyen o mueren.

La falta de electricidad, agua, calefacción y servicio de telefonía celular en una ciudad suele ser un indicio del comienzo de un aislamiento total.

Bajmut y sus ciudadanos han intentado resistir la entrada a esa última etapa. El césped de los parques está crecido, los contenedores de basura están rebalsados y lo que parece un casco chamuscado de una ambulancia se encuentra fuera del hospital de la ciudad. Este mes, Bajmut perdió los servicios de electricidad, agua y telefonía celular, pero en días recientes se han restaurado en algunas partes de la ciudad.

La lucha está “empeorando cada vez más”, comentó Andriy, un tendero que trabaja en el centro de la ciudad. “El puente fue destruido; el bombardeo es constante”.

“Pero ayer el servicio de mi celular estuvo perfecto”, comentó un hombre desgarbado de unos cuarenta y tantos años, con ojos parpadeantes y feliz por la salchicha que acababa de comprarle a Andriy.

© 2022 The New York Times Company