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Estos ciudadanos estadounidenses tienen la determinación de votar por última vez antes de morir

Annamarie Eggert, que votó por primera vez en 1948, en su casa en York, Maine, el 22 de septiembre de 2020. (Greta Rybus/The New York Times)
Annamarie Eggert, que votó por primera vez en 1948, en su casa en York, Maine, el 22 de septiembre de 2020. (Greta Rybus/The New York Times)

Annamarie Eggert ha votado en todas las elecciones presidenciales desde 1948, cuando votó por Harry Truman. Ahora tiene 94 años y está enferma, pero está decidida a votar en esta elección presidencial también.

Eggert, partidaria de Biden en York, Maine, tiene afasia expresiva, una condición que le ha dificultado hablar. “Necesitamos - sacar - a - Trump - fuera - de - ahí”, dijo, pronunciando cada palabra cuidadosamente. “Llueva - truene - o - relampaguee, yo - votaré”.

En esta elección tan polémica, en la que el acto mismo de votar ha sido objeto de un feroz debate nacional, muchos estadounidenses muy viejos, enfermos y dolientes sienten la profunda determinación de emitir el que podría ser su último voto.

Aunque son conscientes de que tal vez no vivan lo suficiente como para verse afectados por los resultados, dicen que votan por sus hijos, sus nietos y su futuro, un último acto sincero y empoderador como ciudadanos estadounidenses.

“La mayor parte de mi vida en este momento es realmente vicaria”, dijo Jill Haak Adels, de 82 años, que tiene una forma agresiva de cáncer y una enfermedad pulmonar progresiva que le dificulta cada vez más respirar. Sin embargo, se está asegurando de que pueda votar y tiene la intención de emitir un voto a favor del partido republicano.

“El presidente que tenemos ahora está bien”, dijo. “Ha hecho muchas cosas que se habían retrasado durante mucho tiempo”.

No tiene auto para ir a su centro de votación en Beverly, Massachusetts, cerca del centro de vivienda asistida donde vive. Así que ha hecho varias llamadas al ayuntamiento para recordar al funcionario electoral que le envíe una boleta de voto por correo.

Una imagen proporcionada por Beverly Mendina: Harriet Feferman con su formulario de votación por correo en su casa en Sarasota, Florida. (Beverly Mendina vía The New York Times)
Una imagen proporcionada por Beverly Mendina: Harriet Feferman con su formulario de votación por correo en su casa en Sarasota, Florida. (Beverly Mendina vía The New York Times)

“Me estoy poniendo un poco nerviosa”, dijo recientemente, cuando la boleta aún no había llegado. “Voy a llamar ahora mismo para presionarlos”.

Eggert en Maine ha estado tan decidida a votar que estableció un plan, con todo y contingencias. Si su voto por correo no llegaba, haría que su cuidador la llevara al centro de votación el día de las elecciones.

Su boleta llegó el martes. La llenó y votó no solo por Joe Biden, el candidato presidencial demócrata, sino también por Sara Gideon, la aspirante demócrata a sustituir a la senadora republicana Susan Collins, y un amigo la llevó en auto a 3 kilómetros de distancia hasta el ayuntamiento de York para entregarla.

Hay varias razones por las que los ancianos muestran la determinación de votar, dijo Barry Baines, un médico de cuidados paliativos de Minneapolis que es autoridad en testamentos éticos: la documentación de valores y lecciones de vida para los familiares de alguien que murió.

La gente cuya edad oscila entre los 80 y los 90 años, dijo Baines, pertenece a la Generación Más Grande, que creció durante la Segunda Guerra Mundial. “En el fondo, esa fue la generación más cívica”, dijo. “Si eres estadounidense, votas porque tienes la libertad de votar. Así que esa generación tiene una idea de cuán eficaz puede ser el voto de una persona”.

Además, dijo Baines, solo los seres humanos poseen lo que él llamó una dimensión trascendente. “Es la conciencia de que la vida continúa después de que nos vamos y que podemos hacer cosas que serán recordadas”, dijo. “Votar es una de esas cosas. La idea es esta: ‘Puede que no vivas para experimentar lo que pase después de que se cuenten los votos, pero al menos sabrás que dejaste una huella en el futuro’”.

Harriet Feferman, que cumplió 100 años en junio, nació el año en que se aprobó la 19ª Enmienda, que daba a las mujeres el derecho al voto. Emitió su primer voto para reelegir al presidente Franklin D. Roosevelt.

“Mientras esté aquí, nunca dejaré de votar”, dijo Feferman, que vive en Sarasota, Florida, y describió al presidente Donald Trump como “un mal presidente”.

“No voté por él en las elecciones pasadas y no votaré por él ahora”, comentó.

El voto de Feferman podría hacer una verdadera diferencia en un estado donde las encuestas recientes muestran una contienda muy cerrada. En Kentucky, Trump tiene una ventaja sólida y muy probablemente insuperable, pero eso no ha desanimado a Chris Marks, de 91 años, de Louisville, que planea votar por Biden. “Solo creo que quizá un voto adicional será de ayuda”, dijo.

Las encuestas de los últimos días han mostrado que los votantes de edad avanzada —los mayores de 65 años— están decidiendo votar en gran número a favor de Biden. Sin embargo, una encuesta del Centro de Investigaciones Pew de este verano mostró un fuerte apoyo a Trump entre las personas más ancianas. Encontró que el 58 por ciento de los votantes registrados mayores de 75 años dijeron que votarían por Trump o tenían preferencia por él, y el 41 por ciento votaría o se inclinaba por Biden, y aproximadamente uno por ciento estaba indeciso.

“Muchos de nosotros hemos trabajado mucho para que este país sea grandioso”, señaló Ray Blankenship, de 94 años, que vive en Ohio, un estado pendular. Dijo que votaría por Trump “solo para mantener al país en marcha en estos momentos”.

El 88 por ciento de los electores mayores de 75 años dijeron que el resultado era muy importante.

“Se trata de quién eres”, dijo Kent Neff, de 81 años, un psiquiatra jubilado de Sisters, Oregon. “El hecho de que yo ya no esté por aquí no tiene ninguna relación con el hecho de que yo vote. Si fuera a morir la próxima semana, el voto seguiría siendo lo primero en mi lista”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company