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Cinco mentiras extendidas sobre los colombianos que han rechazado el acuerdo de paz

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Mover una corriente de opinión hacia terrenos pantanosos en situaciones tan delicadas como la del plebiscito por la paz de Colombia es más sencillo de lo que uno pudiera imaginar. Y es que las noticias son ciertas: el pueblo ha rechazado el acuerdo entre el Gobierno de Santos y las FARC para acabar definitivamente con la guerra en el país, pero la oleada de comentarios negativos que se ha generado en el resto del mundo merece que se profundice en el problema para comprender los números que han arrojado las urnas.

1 - Colombia no ha dicho ‘no’ a la paz

Es el tufo que se ha extendido entre parte de la opinión pública a nivel internacional, pero dista mucho de lo sucedido. Lo que Colombia ha dicho es ‘no’ a las condiciones de paz acordadas y negociadas durante años entre el Gobierno y las FARC. ¿Significa esto que se vaya a volver al conflicto? No, porque esto no es como el Brexit, donde los británicos votaron quedarse o irse de la Unión Europea. Aquí (en Colombia) no se ha votado ‘o paz o guerra’. Lo que quiere la mayoría es cambiar algunos puntos controvertidos del acuerdo que, en su opinión, son demasiado impunes con la guerrilla (no están sujetos a amnistía pero el acuerdo contempla la creación de una especie de comité judicial del que parte de la población no se fía). El propio presidente Santos, que en su momento pecó de poner al pueblo entre la espada y la pared al formular la consulta, dice ahora que no va a frenar sus intentos de seguir buscando un acuerdo, mientras que las FARC, que tampoco pueden dar ahora marcha atrás, se han manifestado en el mismo sentido. Todas las partes están obligadas a escucharse y entenderse.

2 - La hipocresía siempre aparece cuando no formas parte del problema

Un clásico pandémico del mundo. Postularse y opinar a favor de la paz es muy fácil cuando se ven los toros desde la barrera. El ejemplo más claro, el de los políticos españoles: tanto Mariano Rajoy como Albert Rivera se posicionaron claramente al favor del acuerdo de paz, pero habría qué preguntarles qué opinión hubieran tenido si ese mismo acuerdo se hubiera puesto sobre la mesa en un hipotético proceso de paz con la banda terrorista ETA. ¿Qué dirían si la agrupación planteara entrar en el Congreso, o si propusieran ser juzgados con un código distinto al del resto de españoles? ¿Les dirían a las asociaciones de víctimas que siempre hay que ceder en estos casos? No lo parece, teniendo en cuenta que ni siquiera se plantearon en su momento acercar a los presos a cárceles de sus respectivas familias.

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Titular de eldiario.es

3 - No se debe culpar de la abstención al pueblo

En la mayoría de los casos se asocia con las desafección política, pero en este caso no está necesariamente relacionado. La baja participación (un 37% de los llamados a las urnas cuando en las últimas presidenciales rondó el 50%) se puede explicar en la relevancia tan profunda de la consulta. Era tan importante la decisión y son tantas dudas e incertidumbres las que manejan los colombianos ante un escenario nuevo que no han sido pocos los que se han quedado en casa sin tener clara una opinión que han ido cambiando y discutiendo durante las últimas semanas con sus familias, hasta el punto de que se pueden encontrar testimonios de muchos que el día antes de la votación no sabían lo que iban a hacer. A nivel endémico, también hay que tener en cuenta que por logística votar en Colombia es mucho más complicado que hacerlo en otros países del mundo, sobre todo cuando hablamos de las zonas más rurales. La falta de estructuras y desarrollo convierte en odisea acudir a una mesa electoral.

No obstante, tampoco es cuestión de echar balones fuera: un porcentaje tan bajo de participación siempre es un síntoma preocupante, y en parte nos hace formular la peligrosa pregunta de si parte de los colombianos están tan cansados que ya no creen en nada,

4 - La gran falacia de que los colombianos quieren venganza

No hace falta argumentarlo mucho, se explica con este mapa. Las zonas más próximas al conflicto, las que más han sufrido el problema, votaron a favor del acuerdo de paz. Por el contrario, las grandes ciudades, más alejadas de la guerrilla, votaron en contra.

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Un ejemplo más que ilustrativo es el de Bojayá, un pueblo selvático del departamento del Chocó, donde se produjo una masacre en 2002 que acabó con la vida de más de 100 civiles tras caer una bomba de las FARC sobre una iglesia. Allí, el sí al acuerdo de paz ganó con un 95.76% de los votos. Poco más se puede argumentar sobre la necesidad que tiene parte del pueblo colombiano de acabar con la pesadilla, sean cuales sean las condiciones.

5 - Lo difícil que es ser hoy en día país vecino de Venezuela

Pongámosnos en situación: Álvaro Uribe ha sido sin duda la figura más importante en favor del ‘no’ durante todo este proceso. El ex presidente de Colombia, antiguo enemigo de Hugo Chávez y fiel opositor al que su día fuera su ministro de Defensa, se ha pasado meses amedrentando a la opinión pública con el argumento de que la entrada de las FARC en el Congreso y el Senado con cinco escaños (fijada entre las condiciones) llevará al país a la misma situación que Venezuela. Su idea es difícil de creer a muchos kilómetros de distancia, pero el ver de cerca la desgracia en la que se ha convertido el país vecino, sumado al carisma del personaje, ha hecho inclinar la balanza a más de un ciudadano. Tampoco ayudó que las amenazas de Uribe fueran inmediatamente contestadas por Santos con más amenazas de una posible vuelta a la guerra en el país.

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Álvaro Uribe

Son, como se ve, muchos matices, muchos detalles que dificultan aún más una decisión tan compleja de por sí como es el futuro de Colombia. Demasiados años de pesadilla como para subestimar o degradar las razones que llevan a una y otra parte a depositar su voto.