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Chris Benoit, el luchador de la WWE que asesinó a su familia y luego se suicidó

Chris Benoit posa como Campeón Mundial Pesado tras vencer a Triple H y Shawn Michaels en la función de WrestleMania de 2004. (Kevin Mazur/WireImage)
Chris Benoit posa como Campeón Mundial Pesado tras vencer a Triple H y Shawn Michaels en la función de WrestleMania de 2004. (Kevin Mazur/WireImage)

La historia de Chris Benoit es una de las más trágicas en la lucha libre profesional. El gladiador canadiense gozaba de un nivel técnico del que muy pocos pueden presumir, pero cometió un acto que opacó el legado que construyó a ras de lona por más de 20 años: asesinó a su familia y se suicidó después. WWE, la empresa en donde estableció su éxito, optó no publicitarlo más en su producto.

Su vínculo con los encordados surgió en 1985, cuando tenía 17 años. Se convirtió en uno de los discípulos más destacados de Stu Hart, el legendario impulsor de talentos de Calgary, Alberta que entrenó a grandes figuras del negocio; Roddy Pipper, Lance Storm y Chris Jericho fueron algunos prospectos a su cargo. Hart le permitió debutar en Stampede Wrestling, su compañía de lucha.

No era difícil de asimilar que Benoit buscara cuidar el detalle en cada combate, su disciplina lo distinguía del resto. Aún así se mantenía inconforme, siempre quería demostrar más. Adoptó el personaje de Pegasus Kid en México y Japón; incluso perdió su máscara un par de veces contra Villano III y Jushin "Thunder" Liger, estetas en ambas sedes del deporte. Eso no le impidió mantenerse en el camino.

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Su llegada a Estados Unidos, a finales de los noventa, cimentó su trayecto. No encajaba con las expectativas de los promotores de la época para ganarse un sitio estelar. Medía solo 1.80 metros y estaba lejos de ser un gigante demoledor, pero la calidad lo unía irremediablemente al reflector. Junto a su entrañable amigo Eddie Guerrero, a quien conoció en Asia, brilló en la WWE a partir del 2000.

A su lado, cuatro años más tarde, compartió la postal más recordada de su ruta en los cuadriláteros. Luego de ganar el Campeonato Mundial Pesado en WrestleMania frente a Triple H y Shawn Michaels, estandartes del emporio, Guerrero lo vitoreó durante su festejo en el Madison Square Garden. Un abrazo selló el encuentro de monarcas, ya que el mexicoamericano portaba el máximo cetro del consorcio.

Aunque la conexión iba más allá del momento de gloria. Benoit veía al denominado Latino Heat como un hermano que amaba a la industria a su semejanza. Alguien con el que los adjetivos de serio, tímido y callado, a los que a menudo aludían sus compañeros para describir su personalidad, desaparecían. La muerte de Guerrero, en 2005, le abrió una herida que jamás pudo domar.

Dado que nunca faltaba a sus compromisos, resultó extraño que no pudiera acudir a un par de funciones de fin de semana en 2007. En uno de ellos habría de competir por una presea. Tenía que trasladarse a Texas, desde su hogar en Georgia. Mantuvo contacto con Chavo Guerrero, sobrino de Eddie, al que le comunicó que su esposa e hijo vomitaban sangre debido a una intoxicación por alimentos.

En la tarde del sábado 23 de junio, le indicó que había perdido su vuelo y viajaría tan pronto como se recuperaran sus familiares. Sin embargo, le reiteró de viva voz que lo quería. Algo no pintaba bien. En la madrugada del domingo, un mensaje sin contexto encendió las alarmas: “Los perros están en la alberca”. Su dirección, añadida en múltiples ocasiones, levantó más sospechas.

Debido a su ausencia, la WWE envió a la policía a su casa en Fayetteville. Halló los cuerpos sin vida de Chris, Nancy y Daniel Benoit. La compañía no dudó en organizarle un homenaje póstumo, del que se retractaría al conocer el trasfondo del suceso. La investigación determinó que The Rabid Wolverine, como era apodado el gladiador, fue el artífice de la desgracia.

Chris Benoit junto a su esposa Nancy Benoit en 1996. (George Napolitano/FilmMagic)
Chris Benoit junto a su esposa Nancy Benoit en 1996. (George Napolitano/FilmMagic)

Este amarró las extremidades de su esposa, la estranguló y la envolvió en una toalla. También sedó a su hijo y lo asfixió. Colocó Biblias entre sus restos. Entonces, se ahorcó en su gimnasio. Un posterior análisis cerebral precisó que sufría de CTE, una enfermedad crónica y degenerativa, derivado del sinfín de conmociones que acumuló por sillazos y golpes recibidos en la cabeza.

El cerebro de Benoit parecía el de un anciano de más 80 años, el doble de su edad, cuando consumó la masacre. Nadie, ni él, lo sabía. A raíz de ello, el negocio modificó sus medidas con tal de procurar la salud de sus elementos. El luchador español A-Kid, actualmente en la WWE, reveló en el podcast The Wild Project que la promoción efectúa un seguimiento médico muy estricto en su personal. “Hoy una conmoción grave sería el fin de mi carrera”, manifestó.

La World Wrestling Entertainment tomó la decisión lógica: no volver a mencionarlo en su programación. La candidatura al Salón de la Fama quedó descartada a causa de la atrocidad de sus actos. Su nombre, eliminado de cualquier registro posible. Muchos atletas y fanáticos todavía lo perciben como uno de los mejores de todos los tiempos, mientras la WWE lo reduce a una mancha del pasado; aquella que no podrá borrar, pero prefiere omitir.

Si tú o alguien que conoces está considerando quitarse la vida, contacta inmediatamente con tu Línea Nacional de Prevención al Suicidio:

México: (55) 5259-8121, o visita http://www.saptel.org.mx/

EEUU: 1-800-273-TALK (8255), o visita suicidepreventionlifeline.org

Argentina: 135 (línea gratuita) (011)5275-1135 o visita https://www.casbuenosaires.org.ar/

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