Chile: una decisión que ratificó el descontento y abre expectativas

SANTIAGO, Chile.- No hubo sorpresas en el plebiscito chileno, porque la victoria del "apruebo" se daba por descontada en todos los sondeos previos a la elección. Pero en la decisión de Chile de cambiar una Constitución gestada hace 40 años durante la dictadura de Augusto Pinochet -y cuestionada, precisamente, por eso en su legitimidad- incidió con fuerza un claro deseo de la ciudadanía de retomar su protagonismo.

Eso se reflejó en la masiva participación de los chilenos en el plebiscito, el más alto desde que se estableció el voto voluntario en 2012, pese a que se realizó en medio de la pandemia de coronavirus.

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El desborde en algunos centros de votación reflejó un inusitado entusiasmo y también reflejó el interés de una generación que, por primera vez en su vida, sufragó en una elección de esta clase y de una ciudadanía que le entregó un carácter histórico a la cita.

Generado como consecuencia directa del estallido social de octubre del año último, y de una serie de reclamos concentrados fundamentalmente en la profunda desigualdad del país, y en un sistema económico que excluía a los grupos de menores ingresos para acceder a salud, educación y pensiones de mejor calidad, los resultados del referéndum confirmaron que el descontento de la sociedad no se minimizó por la pandemia, ni por el temor a que se intensificara la violencia. La ciudadanía terminó apuntalando a través de su voto las demandas que se han levantado con fuerza.

Así, el 77,5% de los chilenos decidió cambiar una Carta Magna que experimentó varias reformas en el regreso a la democracia, pero cuya naturaleza conservó una serie de mecanismos rígidos -como el hiperpresidencialismo, con la concentración del poder que ello implica-, que dificultó la ejecución de proyectos considerados políticamente deseables por la mayoría. A eso se le sumaron reglas de juego que profundizaron el individualismo y que, según sus principales críticos, amplió la brecha de la desigualdad.

Esos factores movilizaron a un grupo importante de votantes que jamás se cuadró con los partidos o detrás de un algún político con aspiraciones presidenciales.

Asimismo, cerca del 80%, un porcentaje más que significativo, optó para que el nuevo texto lo redacte una Convención Constitucional compuesta exclusivamente por miembros elegidos con ese fin y con paridad de género en las candidaturas, también fue llamativo. Ese respaldo plantea un interesante flanco para los próximos meses que obligará a definiciones de los diversos actores políticos de la próxima elección fijada para el 21 de abril de 2021.

Dentro de lo esperado de los resultados, el porcentaje que alcanzaría el "rechazo" se convirtió en uno de los aspectos que generó mayor incertidumbre en la antesala del plebiscito. El apoyo de poco más del 20% a dicha opción terminó siendo un resultado lógico, y que no erosiona su base electoral, perteneciente a la derecha más dura y a grupos extraparlamentarios.

En el caso del presidente Sebastián Piñera, su situación ya era incómoda antes del plebiscito y quedó en evidencia su escasa influencia durante el proceso. Mientras la oposición lo ungió como una especie de símbolo de las injusticias del modelo, el sector de la derecha más extrema consideró que al mandatario le faltó mano dura para contener la violencia y fue demasiado dialoguista con su contraparte política. Sin apoyo de estos dos sectores, Piñera se quedó con la centroderecha más moderada como único sostén electoral.

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Por esa razón el jefe de Estado pasó varias semanas anticipando un escenario de derrota del "rechazo" y rápidamente comenzó a dar señales de sintonía con la posibilidad de encarar un proceso constitucional, algo que difícilmente le entregue algún rédito de popularidad y solo le servirá para no quedarse fuera de en un proceso por el que se volcó una gran cantidad de chilenos.

De igual modo, la entrega de garantías del actual gobierno para realizar una elección que se organizó de manera ejemplar, será el gran aspecto por el que Piñera podría ser finalmente valorado.

A partir del rotundo triunfo del "apruebo", el gobierno, la ciudadanía y el espectro político deberán lidiar con las amplias expectativas del cambio de Constitución, pero el primer paso para una gran mayoría de los chilenos ya se dio: decidir en democracia y en completo orden los destinos del país podría significar una referencia para toda la región.