Chau milanesas, hola arepas: la tradición venezolana que seduce a los porteños

Tres oficinistas del microcentro se arremangan para atacar con dos manos una arepa imposible de comer con elegancia. Pronto se rinden a los cubiertos. Es cerca del mediodía y en el pequeño restaurante de un subsuelo de la calle Florida hacen malabares para sentar a otros nueve que acaban de llegar a almorzar. Están en la Galería Jardín, un lugar conocido por sus locales de informática. Y desde hace unos años también, por Guaica Bar, el diminuto local que ofrece comida venezolana. Es un secreto para entendidos. Estos porteños hoy no almuerzan panchos, empanadas o milanesas. Como tantos otros, ya incorporaron a su dieta la harina pan.

Como insumo principal de las arepas -ese pan que los venezolanos comen en todas las comidas- esta polenta caribeña es la base de su dieta. Se trata de harina de maíz precocida. Las arepas se comen solas o rellenas, dulces o saladas. Lo que sí, a todas horas.

"La comemos para desayunar, almorzar, merendar y cenar: todo el día", explica Javier Cárdenas, un joven youtuber oriundo de Barquisimeto, una ciudad noroeste de Venezuela. Apenas llegó a Buenos Aires, hace cuatro años, se dedicó a grabar videos contestando la mayoría de las dudas que tienen sus compatriotas que migran a la Argentina. Uno de los primeros fue donde conseguir harina pan.

En ese video peregrina sin éxito: llega a un supermercado donde supuestamente la vendían y se entristece al comprobar que se había agotado de un día para el otro. "Hace unos años era imposible adquirir el producto en Buenos Aires. La única manera era que un familiar te la enviara con algún conocido desde Venezuela. Hoy en día, se la consigue en cualquier lado".

En Venezuela, la harina pan está enriquecida por ley, de la misma forma que lo está en la Argentina la de trigo, a la que se le agregan nutrientes necesarios para la población. (En nuestro país viene adicionada con hierro y ácido fólico, entre otros componentes, para prevenir las anemias y las malformaciones en embarazos). Un venezolano que cocina habitualmente consume un kilo de harina pan por semana, que rinde para veinte arepas. Por fuera de ellas, hay un montón de otras comidas que incluyen el ingrediente.

Para conseguir este producto hasta hace unos años había que dar con una dietética específica, o peregrinar hasta el Barrio Chino, el lugar donde se consigue casi cualquier sustancia alimenticia en esta ciudad. Dicen que si algo no se encuentra ahí no se consigue en Buenos Aires.

Signo de la masiva inmigración de venezolanos a la Argentina -en el 2018 fueron la primera fuerza migratoria del país-, la harina pan comenzó a poblar dietéticas y, cuando ya estuvo en todas, pasó a otros rubros. Hoy los paquetes ya se ven en verdulerías, fiambrerías y quioscos por igual. Cuentan que algún lote apareció una vez en Carrefour y esa alerta fue furor entre los chats de venezolanos.

En rigor, la harina pan llegó primero de la mano de los colombianos de Buenos Aires, pero el público venezolano la masificó. También es un producto que eligen mucho los celíacos y el creciente nicho de veganos y vegetarianos. El kilo sale entre 150$ y 200$, según el barrio y la mayor oferta está en el centro, el Obelisco y sus alrededores. Hay tres principales marcas que se consiguen en el país: la P.A.N (la más conocida, de paquetes amarillos y que se importa de Estados Unidos), la Bellini, proveniente de Colombia, y la Harina Juana, de origen italiano.

"A pesar de que la Argentina es un gran productor de maíz, el país no tiene ni el mercado, ni la producción, de esta harina precocida", explica Javier León, el cocinero detrás de Guaica. Cuenta que cuando abrió el local de Galería Jardín, hace más de cinco años, la gente miraba el menú, no entendía la comida y seguía de largo. "Era impensado que un argentino comiera porotos negros o sopa al mediodía. Hoy casi todo mi público es de porteños. Y esta mañana el cocinero Ariel Rodriguez Palacios estaba cocinando arepas en la tevé de aire", grafica.

Antes de Guaica, Javier tuvo un catering de arepas con su esposa y previo a eso, un restaurante a puertas cerradas en Palermo. Cuenta que por esa zona, hace diez años, eran poco más de 1000 venezolanos y casi que se conocían entre todos. Con las masivas radicaciones de los últimos años comenzó a aparecer la harina pan por todas partes, y a multiplicarse los restaurantes de arepas.

Wilmer Merón atiende el quiosco Fullday sobre la Avenida Pedro Goyena, en el barrio de Caballito. Como en muchos otros, ahí se venden alfajores y superpanchos. También, ron cacique, golosinas venezolanas y harina P.A.N. Esta harina también esta a la venta en la fiambrería de al lado. "Los panas andan olfateando por dónde la encuentran", cuenta. Y ya no sólo ellos. "El otro día le expliqué a una señora de aquí cómo cocinarla. Ya muchos la van conociendo: hoy es difícil conseguir un argentino que no tenga un amigo venezolano".