Charlene de Mónaco como nunca la habíamos visto junto a Alberto II
Charlene de Mónaco se ha ganado a pulso a lo largo de los años el apodo coloquial que la dibuja como ‘La Princesa Triste’ y es que su mirada perdida, su expresión melancólica de tristeza reprimida y su gesto serio no han faltado a lo largo de su matrimonio con Alberto II.
El príncipe, en cambio, siempre suele posar sonriente al lado de su mujer y de sus hijos pero ella, ni siquiera en las fotografías de familia más icónicas como las de su viaje a Sudáfrica o, más reciente, las de mediados del mes pasado con el posado oficial de Pascua, consigue esbozar esa sonrisa… hasta ahora.
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Tras haber estado ingresada y recibir el alta para recuperarse en su apartamento, Charlene de Mónaco ha vuelto a la vida pública. El primer acto tuvo lugar el 30 de abril y la seguimos viendo triste y afligida, sin lograr sonreír, tanto es así que algunos expertos en lenguaje no verbal aseguraron que estaba “inmensamente triste”.
De esta primera y esperada reaparición llamaron la atención dos cosas: su actitud y expresión de desolación y su nuevo corte de pelo pifie con tono rubio platino alejado del ceniza que lució en el continente africano.
Hasta el 30 de abril, todo en la línea de la princesa de Mónaco pero ahora ha tenido lugar una segunda aparición pública, ¡y ni rastro de la Princesa Triste! Charlene me ha dejado con la boca abierta con su sonrisa casi permanente, tanto con sus hijos, como con el equipo de rugby al que fueron a visitar, como con su esposo Alberto.
Hacía mucho tiempo (de hecho no logro recordar una estampa igual) que no veíamos a la exdeportista tan entregada a sonreír en público. Eso sí, otra cosa sería entrar a analizar si su sonrisa era natural o algo forzada.
Quizá el equipo que asesora al ‘royal’ del principado monegasco se ha hartado de que la prensa siempre se haga eco de la cara de acelga cocida que pone Charlene en los eventos públicos y le han pedido amablemente que intentara sonreír, eso ya no lo sabremos pero una cosa está clara, ¡el cambio es muy notable!
Sin ser malpensados otra teoría podría ser que realmente Charlene sea feliz al fin y que se haya curado en la clínica de salud mental en la que se publicó que estaba internada. Este sería un final de cuento de hadas para una mujer a la que, en su día, llamaron ‘novia a la fuga’ y es que corre la leyenda de que intentó huir antes de casarse con Alberto II y la retuvieron en el aeropuerto.
A sus 44 años y con tanta responsabilidad sobre la espalda, lo mejor que le puede pasar a Charlene es que acepte su vida pública y familiar para comenzar a ser feliz o, por el contrario, que si no lo es dé el golpe definitivo sobre la mesa y haga las maletas para siempre…. por ahora, la vemos sonreír, que ya es un primer paso.
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