El chamán de Instagram que quiere llevar la curación espiritual a las masas

Foto tomada por Djeneba Aduayom para The New York Times
Foto tomada por Djeneba Aduayom para The New York Times

DUREK VERRETT, AMIGO DE GWYNETH PALTROW Y PAREJA DE LA PRINCESA DE NORUEGA, QUIERE LLEVAR LA CURACIÓN ESPIRITUAL A LAS MASAS.

El chamán Durek cantaba en un idioma antiguo en la pantalla de su computadora. Su voz era profunda y relajante.

“Respira”, dijo lentamente, ahuecando sus manos frente a su pecho. Vestía un kimono japonés adornado con bordados guatemaltecos. “Expande”, ordenó.

Detrás del chamán estaba lo que parecía ser un templo, una suave luz naranja fluía de sus arcos de piedra. En realidad, era una pantalla verde; estaba en el estudio de su hogar en Los Ángeles, donde se había aislado. Esto era una curación digital, por la cual unas 900 personas habían pagado diez dólares para sintonizarla desde sus hogares.

El chamán, cuyo nombre legal es Durek Verrett, chasqueó los dedos.

“¡Espíritus!”, retumbó su voz. “Entren a sus corazones, quiten la primera capa. ¡Desentierren el veneno!”.

Casi de inmediato, la función de chat del video de Zoom se iluminó.

“Escalofríos”, escribió Michelle.

“Llorando”, dijo Stephanie.

“Picaduras en mi corazón”, agregó Kari.

Otros describieron tos, hormigueo, risa y bostezos. (La garganta, dijo Verrett, es un camino a través del cual el cuerpo puede expulsar la energía negativa).

Si no hubiera visto este ritual en persona, puedo asegurarte que habría sido escéptica. Pero en los tiempos pre-COVID, el chamán trabajaba desde un espacio de meditación en la mitad del barrio de Mid-Wilshire (hogar del distrito comercial Miracle Mile), donde aquellos en busca de sabiduría y curación podrían pagar hasta 1,000 dólares por una sesión privada, rodeados por cojines de estilo marroquí y camisetas a la venta que decían “MEDITACIÓN”.

Los clientes de Verrett han incluido a Selma Blair, Nina Dobrev y Jimmy Chamberlain, el exbaterista de los Smashing Pumpkins, quien acudió a él hace una década por una referencia de Billy Corgan, dijo. (“Él y yo somos mejores amigos hasta el día de hoy”, dijo Verrett, quien tiene 45 años). Una vez llegó a casa para encontrar al actor Chris Pine sentado en su estudio, cuando Verrett trabajaba desde un garaje reformado. “Creo que escucharon que yo era un chamán al final de la calle”, dijo.

Otros amigos incluyen a Gwyneth Paltrow, a quien llama “mi familia”; Rosario Dawson, a quien conoció en un taller en los Hamptons; y Dave Asprey, el empresario de Silicon Valley cuya marca “limpia” de café, Bulletproof, es el único tipo que Verrett tocará. Su novia es la princesa Marta Luisa de Noruega, con quien fue coanfitrión en Europa, antes de la pandemia, de un tour de talleres de sanación, llamado La princesa y el chamán.

Pero el chamán también trata a todo tipo de personas no famosas, muchas de ellas mujeres, que lo encuentran a través de una combinación de su cuenta de Instagram, su pódcast, su escuela de chamanes en línea —donde se puede aprender a “optimizar” sus poderes espirituales— y su libro, Spirit Hacking, que salió el año pasado.

Una de esas clientas era una agente de música en Los Ángeles, quien me permitió presenciar su sesión hace algunos meses pero solicitó que no se usase su nombre debido a la naturaleza personal de la sesión. Según las instrucciones, se había abstenido de comer carne, el alcohol y fumar durante las 24 horas antes de la sesión. Su intención era, como lo expresó, “subir de nivel” antes de cumplir 40 años. (“Subir de nivel” es lo que Verrett describe como “ir a otro nivel en tu evolución”).

La seguí a una habitación con poca luz, donde se recostó sobre una estera, cerró los ojos y, durante el transcurso de la siguiente hora, pasó por ciclos de sollozos, náuseas, temblores y risas; el chamán, en un momento, me hizo señas para que le pasara los pañuelos desechables para poderle limpiar la nariz mientras ella se inclinaba sobre un basurero. Él dijo que ella estaba liberando un dolor profundo de sus entrañas; ella dijo que nunca había experimentado algo igual.

“En un momento me pidió que me pusiera de pie. Dijo: ‘Vamos a aterrizarte’. Y sentí este tirón hacia el suelo que me ancló al piso, como un imán”, dijo más tarde. “Y yo pensé: ‘¿Qué? ¿Esto durará? Es una locura’”.

‘Un mensajero y un conserje’

Para ser claros, no hay drogas o hierbas involucradas en estas sesiones. Más bien, Verrett se dedica a lo que él llama “chamanismo espiritual”, una práctica antigua en la que un chamán, con el permiso de un sujeto, pretende recibir mensajes de los espíritus mientras trabaja a través de las frecuencias, la energía, incluso los “colores” supuestamente emanados por el cuerpo de una persona, con el objetivo de aliviar la negatividad o el dolor.

En cualquier momento, Verrett puede cantar de improviso, hablar en lenguas o gritar órdenes para “activar” la “energía magnética” de una persona o “liberar dopamina”. No trata de “resolver” los problemas de nadie, dijo, sino de ser un “recipiente” a través del cual los ancestrales asesores de confianza puedan hablar. La idea es ayudar a sus clientes a liberarse de la energía negativa que podría estar impidiéndoles, ya sabes, el amor, el dinero, la felicidad, ese tipo de cosas.

“El chiste que siempre le cuento a la gente es que soy un mensajero y un conserje”, dijo Verrett en tiempos prepandemia, bebiendo un latte dorado (cúrcuma y leche de avena; sin expreso) en el Soho House en Hollywood. “Vengo a limpiar tu basura y vengo a entregar el mensaje”.

Esto no siempre es metafórico. “Una vez atendí a una mujer con una bolsa de colostomía que me explotó encima”, recuerda. “Otro tipo con el que estaba trabajando vomitó directo en mi boca”. Si eres un chamán —y Verrett afirma ser el último en seis generaciones de chamanes de su familia— esta es la realidad, dijo. “No te afectan esas cosas”.

El chamanismo se ha practicado durante siglos, en diversas formas y por varias culturas, desde los pueblos indígenas de la Amazonía a los inuit del Ártico canadiense. “Los chamanes eran los curanderos y los que solucionaban los problemas o los adivinos de sus tribus”, dijo Susan Mokelke, presidenta de la Fundación para Estudios Chamánicos, una organización educativa sin fines de lucro con sede en Mill Valley, California.

El chamanismo contemporáneo fue revivido en Occidente por los buscadores espirituales de los años sesenta, y ha evolucionado desde entonces. En los últimos años, ha ganado popularidad en Estados Unidos, junto con otras prácticas de curación glamorizadas por el grupo Goop, que parecen haber saturado nuestras sesiones de terapia así como nuestros feeds de Instagram.

“Así como el yoga y la meditación se han vuelto tradicionales como medios para reducir el estrés, también lo han hecho los chamanes”, dijo Vivian Diller, una psicóloga clínica que tiene su consultorio privado en Nueva York, quien dijo que un número creciente de sus clientes usan chamanes para complementar (o, en algunos casos, reemplazar) la terapia de conversación más tradicional, como la que ella brinda.

Alrededor de la mitad de los estadounidenses ha probado algún tipo de medicina alternativa como acupuntura o curación energética, según un informe de 2017 del Pew Research Center. El 60 por ciento dijo tener al menos una creencia de la “nueva era” como la astrología, los psíquicos o los cristales.

Incluso hace una década, dijo la novia de Verrett, la princesa Marta Luisa, la respuesta a que ella cofundara un centro de espiritualidad en Noruega —donde es la cuarta en la línea del trono— “fue como, ‘Dios mío, está loca’”, dijo. “Pero ahora, es mucho más abierto. Y creo que mucho de eso tiene que ver con el yoga, para ser honesta”.

Hoy en día, los hoteles de lujo tienen masajistas chamánicos. Puedes encontrar listas de reproducción chamánicas en Spotify. Hay chamanes financieros que asesoran sobre negocios, chamanes de moda que eliminan la mala energía de tu guardarropa, incluso hay estilistas chamánicos.

“Los chamanes son como cirujanos, los hay de diferentes tipos y todos tienen sus especialidades”, dijo Colleen McCann, exestilista de moda convertida en chamán quien dirige un estudio de bienestar en Los Ángeles. (El estilista de cabello chamánico de su estudio, dice, realiza una “práctica de cepillado ritual” y un ritual de cuencos de sonido mientras pone la mascarilla capilar. “Lo que ella siempre dice es: ‘Tu cabello tiene memoria’”, dijo McCann)

Sin embargo, hay muchas ideas falsas sobre el chamanismo, dijo Mokelke, desde la idea de que los practicantes evitan la medicina tradicional (el chamanismo es solo una parte de un “enfoque holístico para la curación”, dijo) a la idea de que es “todo arcoíris y ese tipo de cosas”.

Cuando se practica en serio, dijo Mokelke, el chamanismo es una disciplina rigurosa que implica años de estudio. No hay un proceso oficial de licencia o certificación para convertirse en chamán, en parte porque los poderes chamánicos se transmitieron a través del linaje, dijo; no es un reemplazo para el tratamiento médico, aunque podría ser un complemento.

“Cuando entrenamos a personas, decimos, mira, si alguien está gravemente enfermo, vas al doctor o vas al terapeuta, pero no descuides el aspecto espiritual de la enfermedad”, dijo Mokelke. “El chamanismo se enfoca en lo espiritual”.

Aún así, hay un elemento de destino, sugiere Verrett.

“No te conviertes en chamán porque te fuiste a Perú, compraste un poncho, cantaste algunas canciones sagradas y aprendiste cómo hacer un tremendo lote de ayahuasca”, escribe en su libro. “Te conviertes en chamán porque los espíritus te escogen para ser un chamán”.

Foto tomada por Djeneba Aduayom para The New York Times
Foto tomada por Djeneba Aduayom para The New York Times

‘El otro lado’

Born Derek Verrett (cambió la grafía de su nombre a “Durek” en 2013 “porque sentí que era una persona nueva”, dijo). Verrett creció en un barrio rico, en su mayoría blanco, en Foster City, California, en un estricto hogar de adventistas del séptimo día.

Su padre, quien tenía formación de chamán pero dirigía un negocio de construcción, era afrocriollo y de Nueva Orleans; y su madre, una médium psíquica, es antillana-noruega y de Nueva York. Ella volvió allá después de que se divorciaron, y su padre dudó entre alentar el don chamánico de su hijo y decirle que “sea normal”, dijo Verrett.

En su libro, Verrett escribe que su padre, quien murió en 2017, era físicamente abusivo, le enseñó que la homosexualidad estaba mal (Verret ha salido con mujeres y hombres) y que “la única forma de salir adelante en la vida era con una mujer blanca del brazo”.

“Solía odiar ser negro”, escribe Verrett en su libro. Cuando era niño, compraba lejía para la piel en la farmacia, tratando de restregarse el pigmento de la cara. “También me decoloré el cabello, hasta el punto en el que se cayó, por lo que todavía no tengo cabello hasta hoy”, escribe.

Creció cerca de un clan familiar, incluidos sus abuelos paternos, quienes tenían una granja cerca, y una tía, la famosa mezzosoprano Shirley Verrett, de quien dijo lo alentó a explorar su espiritualidad.

Su hermana mayor, Angelina Verrett-Byrne, kinesióloga en el estado de Nueva York, dijo que su hermano siempre fue “diferente”, incluso cuando eran niños. Recordó haber abierto su ventana un día y encontrarlo haciendo “ofrendas a los árboles”. “Lo loco fue que los pájaros acudían al árbol”, dijo, riendo.

Más tarde, cuando eran adolescentes, dijo, lo recuerda pidiéndole a ella y a sus amigas que “se callen” para no molestar al hongo que estaba cultivando. “Era algo así: ‘Tengo un hongo manchuriano en crecimiento y no quiero que ninguna de las energías negativas que están trayendo a casa perturbe al hongo’. Mis amigas y yo dijimos: ‘¿Qué?’”.

“Le decía a la gente: ‘De verdad no puedo explicarlo pero así es como es él’”, dijo. “Tiene esta vocación y simplemente lo sabe”.

Verrett abandonó la escuela secundaria y pasó sus primeros años como adulto tratando de determinar si quería ser un chamán, un bailarín o un modelo.

Enseñó pilates por un tiempo y consiguió trabajo como actor. Tuvo problemas de abuso de sustancias y estuvo brevemente casado con una mujer. Más tarde dirigió un negocio de curación con un exnovio.

Y luego, a los 27 años, murió. Sí, así es como lo dice.

“Tuve un paro cardíaco, fui al otro lado, conseguí toda la información del otro lado, volví”, dijo Verrett, con indiferencia.

Esto tomó cuatro minutos y 25 segundos, según su libro. La razón médica, explicó, fue hipertensión, y tuvo que ser llevado de urgencia al hospital, donde dice que sus órganos dejaron de funcionar y los médicos querían desconectarlo. “Me dijeron que planificase el funeral”, dijo Verrett-Byrne.

Pero sobrevivió, después de pasar más de un mes en coma. Verrett-Byrne le donó un riñón, y él tuvo que volver a aprender a usar las piernas, dijo.

Por supuesto, morir es parte del proceso cuando eres un chamán. Muchos lo consideran un ritual de iniciación.

La muerte solidificó mi camino, quién soy”, dijo Verrett. “Fue una segunda oportunidad. Y sabía que si volvía, me concentraría en ayudar a la gente”.

Compartir el amor

Durante el año pasado, Verrett pasó la mayor parte de su tiempo en Los Ángeles, donde renta una casa que comparte con dos sobrinas adultas que trabajan para él, y, antes de la cuarentena, pasó un tiempo en Europa y Hawái con la princesa.

Es vegetariano (“No comeré muertos”, dijo), cree que el alcohol es un “veneno para el espíritu” y no beberá líquidos carbonatados, aunque se permite un poco de cafeína. Come muchas sopas y ensaladas, a menudo en Cafe Gratitude, la cadena vegana de moda, pero ha estado cocinando más desde que comenzó la cuarentena.

Y como cualquier buen chamán moderno, Verrett es un experto en negocios: tanto con una sociedad de responsabilidad limitada como con un estilista personal, que lo mantiene ataviado con intrincadas túnicas y joyas sobre sus jeans y tenis. Ha adoptado la tecnología, desde las sesiones del “Templo de sanación” que ahora lleva a cabo en Zoom a su cuenta de Instagram, donde promueve su trabajo, captura instantáneas de él y sus amigos famosos y conduce sesiones de curación en vivo. (Allí también responde las preguntas de sus seguidores, muchos de los cuales han acudido a él en busca de orientación durante la pandemia. “Soy como una línea telefónica directa de crisis”, dijo).

También, de manera bastante efectiva, ha mezclado el lenguaje de su trabajo con la lengua vernácula pop del momento: encontrar la mejor versión de tí mismo es “hackear”; averiguar sabiduría de los espíritus es “descargar”; los seguidores son su “tribu”, o lo que él atrevidamente llama su “comité ilumi” [litty committee] (porque son iluminados, lit).

Afirma ser antigurú —en su libro, se refiere al ego como “el gran pisapapeles” y alienta a las personas a “ser su propio maldito gurú”— pero es un maestro de, como él podría plantearlo, “optimizar” su marca personal (al señalar, por ejemplo, en la biografía de su sitio web, que es el “primer chamán espiritual que salió en la revista People”).

Lo que le ha ganado no pocos críticos. Incluyen al editor noruego que retiró su libro por una sección sobre niños con cáncer; los tabloides escandinavos, que se burlan de su relación con la princesa; la parodia en YouTube, en noruego, que lo representa diciéndole a una anciana que puede “sacar a los espíritus malignos de su vagina” por 1,000 dólares. (Lo que realmente dijo sobre la vagina, aseguró Verrett, es que las mujeres son “absorbentes”, refiriéndose a la energía negativa después de un trauma).

Hay algunos que lo llaman “plástico”, o consideran que su uso de las redes sociales es desagradable, o simplemente son “activados”, según él, por ser quien es.

“A muchas personas no les gusto en el mundo del bienestar”, dijo.

“Soy un hombre negro. Hablo alto. Digo lo que siento. Y no me gusta la jerarquía de que, porque, por ejemplo, fui al ashram en la India y luego me senté en la cima de las montañas con algún tipo de monje, se me permita pensar que soy mejor que todos y tengo toda la sabiduría”.

“Porque no tengo toda la sabiduría, pero estoy aprendiendo todos los días”.

De todos modos, lo que le puede faltar en sabiduría aún no acumulada, Verrett lo compensa con simple carisma.

“Creo que su atractivo es que es tanto muy humano como mundano”, dijo Gwyneth Paltrow a través de un vocero. “Abraza y recibe abrazos con la apertura de un niño; tiene esa pureza de corazón. Se está desarmando con grandes risas, pero misteriosamente puede contarte todo sobre ti con solo tocar los huesos de tu brazo”.

De vuelta en la sesión de Zoom, Verrett sonreía de oreja a oreja, con las manos cruzadas sobre su corazón.

Estaba predicando el evangelio del “amor incondicional” —cree que es “uno de los pasos clave para la transformación”— y pidió a quienes lo veían que comentaran en el cuadro del chat cuando “su corazón comience a expandirse”.

Hizo una pausa, y comenzó a cantar en inglés.

“Se trata de ese amor”.

“Todo se trata de ese amor, ese amor, ese amor”.

Parecía que la sesión estaba acabando, ya que agradeció a todos por estar ahí.

Pero en realidad, no fue así.

“¿No es maravillosa la vida?”, dijo, cada vez más emocionado.

“¿No es maravilloso que todos podamos venir a este templo?”.

“Sabes, cada vez que entras a este templo, ayudas a alguien que aún no está listo para entrar en su despertar”, dijo.

“Cada vez que nos reunimos en este templo”, dijo, mientras su voz se elevaba, “¡este templo envía luz a través —ahora gritaba— de todo el mundo!”.

“¿No ven lo que hacen al estar aquí?”, continuó. “¡Oh, sí!”, dijo, aplaudiendo.

“¡Estamos haciendo historia! ¡Estamos creando un nuevo paradigma!”.

“¡Estamos creando tormentas de luz alrededor del planeta!”.

Me había perdido. Pero en el cuadro del chat había un sentir diferente.

“¡¡¡Curemos el mundo!!!”, proclamó Stephanie.

“Verdadero cambio de paradigma”, dijo Teja.

“Muchísimas gracias”, escribió Elena, “desde mi corazón sanado y expandido”.

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This article originally appeared in The New York Times.

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