Centroamericanas que limpian hoteles de lujo de Miami buscan aumentar el salario mínimo

Era junio de 2020 y Elsa Romero, una migrante hondureña de 58 años que trabaja limpiando hoteles de lujo en Miami, se escondió en el baño junto a una de sus compañeras. Huían del líquido y vapor con el que estaban fumigando el inmueble. Mientras que quienes esparcían el producto tenían puestos trajes de bioseguridad, ellas solo portaban sus uniformes. Nadie les avisó de la operación y no tuvieron tiempo de salir. El olor del químico las alcanzó.

“Fumigaron con nosotros adentro, como si fuéramos animales”, recuerda Elsa, quien salió del baño mareada y con la vista nublada. Eran los días más duros de la pandemia y los trabajadores de limpieza y conserjes no recibían de sus empleadores suficiente equipo personal de protección contra el virus, en algunos casos, ni siquiera mascarillas. A esas condiciones se sumaban denuncias por robo de salarios, violencia verbal y física e inestabilidad laboral.

Detrás de los lujosos edificios del área metropolitana de Miami, está el personal de limpieza peor pagado de Estados Unidos. Aquí miles de personas, la mayoría migrantes, reciben un salario mínimo de $10 por hora, mientras que en Nueva York, es de $15 la hora.

La organización sindical ha permitido a los trabajadores de limpieza hacer presión para exigir el cumplimiento de sus derechos laborales y ahora buscan que el salario mínimo suba un 26%.

Un informe del sindicato 32BJ SEIU, que representa a casi 1,000 trabajadores de limpieza de hoteles y aeropuertos, incluida Elsa, dice que el 79% de los conserjes son migrantes, que el 57% viven sobre o por debajo de la línea de pobreza, y que tienen que tener dos o más trabajos para sobrevivir en esta ciudad.

El incidente de la fumigación fue un hasta aquí para Elsa, quien ya se sentía expuesta a trabajar con los casos de coronavirus en aumento. La migrante hondureña que llegó a Estados Unidos en 1982, inició una huelga frente al edificio de lujo que todas las tardes limpiaba. Se le unieron otros 21 compañeros y contó con el respaldo del sindicato.

En otros edificios se replicaban las protestas. Tras meses de presiones, en septiembre de 2020 el 32BJ SEIU logró la firma de un pacto colectivo de trabajo que aumentó el salario mínimo por hora de $10 a $11, un beneficio solo para quienes son parte de este sindicato.

Elsa Romero durante la protesta.
Elsa Romero durante la protesta.

Además les dio derecho a vacaciones con goce de sueldo y tres días de ausencia por enfermedad, entre otros. Por su parte Elsa logró que el edificio donde la fumigaron le diera acceso gratis al parqueo, ya que por las noches, al terminar su turno tenía que caminar cinco cuadras solitarias y oscuras, en la que una vez fue agredida físicamente.

“Conseguimos aumentos y ahora podemos hablar en los pasillos, podemos disputar cualquier problema de trabajo, imagínate, ayer hasta estábamos celebrando el cumpleaños de una persona”, relata con emoción Elsa.

¿Qué hay detrás de ese logro?

Aunque Elsa migró de Honduras a Estados Unidos en los años 80, una época de guerras civiles en Centroamérica, los ciudadanos de esta región siguen huyendo de sus países, esta vez por causas asociadas a la crisis económica derivada de la pandemia, el autoritarismo y el cambio climático.

La organización Migration Policy reporta que hasta 2019 había 3.7 millones de centroamericanos en todo Estados Unidos y que el 11% de ellos vive en Florida.

Según un estudio del Wilson Center, 15 millones 436 mil personas de Guatemala, Honduras y El Salvador son propensas a migrar a Norteamérica en los próximos 18 años.

Los migrantes que logran llegar a este país acceden a trabajos que requieren poca preparación académica y en la que no siempre gozan de derechos laborales, con salarios mínimos que contrastan con el encarecimiento de la vida.

“Siempre ha habido explotación, maltrato físico y abusos. Aquí hemos venido a luchar pero tampoco venimos a ser maltratados”, dice Elsa.

Las mujeres son las que están más expuestas a salarios bajos, porque los trabajos de supervisión mejor remunerados, son en su mayoría entregados a hombres.

“En la industria todavía se aplican roles tradicionales asignados a la mujer, como ser la encargada de limpiar, y tienen menos posibilidades de convertirse en supervisoras”, explica Helene O`Brien, presidenta del sindicato 32BJ SEIU.

No reciben ningún pago por horas extras de trabajo. A veces el trabajo es tanto que las personas traen a sus hijos adolescentes para que les ayuden.

“Tuvimos un caso de una mujer que se cortó la mano y el jefe no la llevó al doctor, le dijo que se envolviera la herida y siguiera trabajando o se regresara a su casa. Estos son edificios donde los propietarios son las personas más ricas del mundo, y es perturbador que las mujeres estén haciendo sacrificios increíbles al ser arrojadas a estos trabajos llenos de riesgo”, reclama la presidenta de 32BJ SEIU.

El sindicato ha presentado denuncias por abusos en hoteles de Miami ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales. También están entrenando a las mujeres para que aprendan a utilizar maquinarias y pulidoras y así aumenten sus habilidades e incremente su capacidad de ganar más dinero.

Pero una de las primeras tareas de 32BJ SEIU es explicarle a los migrantes que tienen derechos en Estados Unidos.

“En el proceso hay todavía mucho miedo porque estas personas no están familiarizadas con sindicatos y sus derechos, o porque en sus países son corruptos, parte del gobierno o las personas son asesinadas si se atreven a formar uno”, explica O`Brien.

Cómo funciona la industria

De acuerdo con 32BJ SEIU, el 89% de los servicios de limpieza en edificio de lujo son subcontratados a contratistas que ofrecen precios bajos que se traducen en violación a los derechos laborales de los migrantes.

Pese a eso, en los últimos años este sindicato logró que el 84% de las contratistas reconocieran los derechos laborales de los conserjes mientras que el restante 20% son compañías en las que se contrata a personal no sindicalizado.

Con ese contexto, Elsa dice que todavía tiene mucho trabajo que hacer y por eso va a otros edificios a invitar a otros migrantes a que se unan al sindicato.

“Si una compañía está trabajando mal en Florida hay que sacarla y meter una que le dé derechos a los trabajadores”, enfatizó.