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Cassidy Hutchinson sorprende con su testimonio sobre lo que hizo Trump el 6 de enero

Cassidy Hutchinson, al centro, quien trabajaba para el exjefe de personal del expresidente Trump, abraza a la representante republicana de Wyoming, Liz Cheney, después de su testimonio ante el comité de la Cámara Baja que investiga al asalto al Capitolio del 6 de enero, en el Capitolio, en Washington, el 28 de junio de 2022. (Doug Mills/The New York Times)

WASHINGTON — Era una universitaria de 22 años en ascenso que cursaba el último año de su carrera y, en 2018, fue a trabajar como becaria de verano en la Casa Blanca de Trump. Pronto, logró llegar a la oficina del jefe de personal y se convirtió en una colaboradora omnipresente con el deseo de hacer carrera dentro del gobierno, como muchas otras personas en Washington.

Pero el martes, Cassidy Hutchinson, que ahora tiene 26 años, se distinguió como la testigo de mayor peso hasta ahora en la investigación del comité selecto de la Cámara de Representantes sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y como una de las colaboradoras más fuertes e indispensables para dar su testimonio sobre el comportamiento extravagante y violento del expresidente Donald Trump durante sus cuatro años en la Casa Blanca.

Durante una transmisión de dos horas impactantes por televisión en vivo, Hutchinson describió a un expresidente desquiciado a quien, según ella, le informaron que sus partidarios llevaban armas y no manifestó preocupación alguna porque eso no representaba ninguna amenaza para él. Hutchinson dijo que Trump intentó tomar el volante de la limusina presidencial y arremetió contra su agente del Servicio Secreto porque quería ir al Capitolio, también añadió que en determinado momento arrojó su plato del almuerzo contra un muro de la Casa Blanca.

“Tomé una toalla y comencé a limpiar la salsa del muro para ayudarle a mozo”, declaró Hutchinson.

En Twitter, Hutchinson fue comparada con John Dean, el exabogado de la Casa Blanca en el mandato del presidente Richard Nixon, cuyo testimonio en la audiencia pública llegó a ser fundamental en la descripción de su participación en el encubrimiento de Watergate. En una breve entrevista, Dean señaló el martes que Hutchinson había alcanzado la “calidad” de testigo importante y que lo hizo muy rápido.

Dean señaló a Alexander Butterfield, el excolaborador de Nixon que al final declaró que había un sistema secreto de grabación en la Casa Blanca. “Con Butterfield, solo supimos que existía el sistema de grabación, tardamos décadas en entenderlo de verdad”, señaló Dean. “Pero Hutchinson fue capaz de, a partir de sus observaciones, completar la información al momento”.

Hutchinson, quien al principio se veía nerviosa, pero se sintió más tranquila a medida que avanzaba, describió los intentos de Mark Meadows, el último jefe de personal durante el mandato de Trump, de colaborar con las aspiraciones de Trump para quedarse en la presidencia. Hutchinson describió su aversión a los ataques de Trump al exvicepresidente Mike Pence, entre ellos su publicación en Twitter en la que criticaba a Pence mientras estaba teniendo lugar el asalto al Capitolio.

“Era poco estadounidense”, comentó Hutchinson sobre la publicación. “Estábamos viendo cómo se desfiguraba el edificio del Capitolio por una mentira”.

Habló de cómo parecía que Meadows estaba casi congelado por la violencia que estaba ocurriendo en el Capitolio y cómo le dijo al abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone, que a Trump no le interesaba tratar de calmar a sus partidarios. “No quiere hacer nada al respecto, Pat”, Hutchinson citó lo que dijo Meadows.

Durante décadas, desde que Trump comenzó sus negocios en Nueva York hasta los últimos momentos de su presidencia, diversos colaboradores han tratado de restarle importancia a su comportamiento. Pero aparte de Michael Cohen, el exabogado personal de Trump, pocos han hablado bajo juramento de su carácter y su personalidad errática al grado en que Hutchinson lo hizo.

El martes, Trump se apresuró a acusar a Hutchinson en Truth Social, su red social, de “una absoluta mentirosa” y de “soplona” y aseveró que casi no la conocía. Pero el comité, al anticiparse a lo que se ha convertido en la reacción habitual de Trump de negar cualquier cercanía con sus detractores, probó mediante fotografías de Hutchinson con altos colaboradores de la Casa Blanca mostradas en la audiencia que sí era cercana a él, como lo dijo la representante Liz Cheney, vicepresidenta del comité: estaba en “una posición de saber mucho sobre los aconteceres de la Casa Blanca en la época de Trump”.

“Hutchinson trabajaba en el ala oeste, a unos pasos del Despacho Oval”, señaló Cheney. “Hablaba a diario con congresistas, con altos funcionarios del gobierno, con miembros importantes del personal de la Casa Blanca, entre ellos Meadows, con abogados de la oficina de asesoría jurídica de la Casa Blanca y con Tony Ornato, que fungía como jefe de personal adjunto de la Casa Blanca”.

Hutchinson, quien se crio en Nueva Jersey y en 2019 obtuvo su título en la Universidad Christopher Newport, en Newport News, Virginia, fue la primera de su familia en obtener un título universitario, según alguien con quien había trabajado. Comenzó su carrera en Washington como becaria en el Capitolio con el senador republicano de Texas, Ted Cruz, y el representante de Luisiana, Steve Scalise, el segundo republicano en importancia en la Cámara Baja.

Hutchinson estaba en la oficina de asuntos jurídicos de la Casa Blanca cuando, en marzo de 2020, Meadows llegó a ser jefe de personal. Meadows ya conocía a Hutchinson porque a menudo lo había acompañado por los terrenos de la Casa Blanca cuando iba de visita como miembro de la Cámara de Representantes y líder del Freedom Caucus de los conservadores.

A la larga, Meadows sacó a Hutchinson de esa oficina para que se sumara a su equipo. Ella se convirtió en una de sus colaboradoras principales y era quien casi siempre asistía a las reuniones cuando él no podía hacerlo.

“Era una persona de su confianza”, señaló Sarah Matthews, exsecretaria de prensa adjunta de la Casa Blanca.

Hutchinson, considerada en la Casa Blanca y en los círculos republicanos del Capitolio como parlanchina, avispada y relajada cuando estaba con gente de poder, era el extraño ejemplo de alguien que estaba cercana a Meadows y al representante Kevin McCarthy, el líder de la minoría de la Cámara Baja, quienes se desagradaban mucho. Para comunicarse con Meadows, otros congresistas la llamaban a ella.

Se supone que Hutchinson iría a trabajar con Trump a Florida durante el periodo posterior a su mandato, pero el plan se canceló de manera repentina antes de que se integrara. En los últimos meses, ha comparecido cuatro veces ante el comité a puerta cerrada.

Tras el testimonio público de Hutchinson, Dean advirtió que tenía que prepararse para lo que viniera después.

“Tal vez cuando somos jóvenes, no sabemos que hay razones para estar asustados”, comentó. Ella está en el principio de un proceso que se puede poner difícil. Habrá intentos de desacreditarla, los publicarán y ella leerá cosas sobre sí misma que no son ciertas o los hechos serán sesgados en modos que nunca se imaginó porque atacará a Trump y a Meadows, las dos personas más poderosas de aquella Casa Blanca”.

“Es muy triste, pero así es como funciona el sistema”, añadió.

© 2022 The New York Times Company