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Casado pone a Rajoy en un aprieto con Aznar

Los expresidentes del Gobierno José María Aznar y Mariano Rajoy. EFE/Archivo
Los expresidentes del Gobierno José María Aznar y Mariano Rajoy. EFE/Archivo

Si Mariano Rajoy ya era un hombre tranquilo cuando presidía el Gobierno imagínense ahora que, desde su nueva plaza de registrador de la propiedad, tiene más tiempo para leer el Marca, ver eventos deportivos desde el sofá de su casa y ‘pasear al trote’. Al abandonar Moncloa adelantó que no sería un problema para su sucesor y, hasta la fecha, ha cumplido con lo prometido.

La faena para el gallego es que Pablo Casado no ha hecho lo mismo con lo que este fin de semana lo va a tener difícil para mantener sus costumbres porque Rajoy ha sido invitado a participar en la Convención Nacional del PP con la que los populares piensan solemnizar su “rearme ideológico” sacando brillo a los nuevos puntales ideológicos del partido, muy diferentes a los mantenidos en la última década.

Casado quiere romper tanto con el pasado que incluso ha ordenado la creación de un nuevo logo del partido. “Parece que todo lo que huele a Rajoy hay que quemarlo”, se quejan miembros de la vieja guardia relegados para el nuevo proyecto como demuestra que ocho de cada diez candidatos a las autonómicas y locales son nuevos siendo esta la primera vez que se presentan.

Junto con ese cambio la nueva dirección del PP quiere escenificar una especie de paz interna tras unas primarias que desangraron al partido más de lo deseado, y conseguir reunir en una misma foto a los tres últimos presidentes del Gobierno. Los dos ya mencionados y José María Aznar. Sin embargo, en esa supuesta concordia que quiere vender el PP, se ha traspapelado una invitación. Mejor dicho, no se ha cursado la invitación a la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría.

Ese detalle, junto a la incomodidad de reencontrarse con Aznar tras los ataques que le dedicó, y la derechización del PP asumiendo parte del ideario de Vox, hace que en la cabeza de Rajoy solo resuene una palabra al pensar en la Convención: pereza.

El gallego es un hombre de palabra, y asistirá al cónclave. Acepta dar un discurso y también hacerse la foto con Casado -a pesar del desplante hecho a su colaboradora Sáenz de Santamaría como Díaz Ayuso quien ha llegado a espetarle que ella se habría ido del PP si Santamaría hubiera ganado las primarias-. Pero nada más. Salvo presiones de última hora, el expresidente del Gobierno no se quedará todo el fin de semana pasilleando, no quiere escenificar con su predecesor una paz inexistente tras los palos que Aznar le puso en las ruedas, y no piensa celebrar la radicalización en la que Casado ha embarcado al PP escorando a la derecha todas sus piezas del tablero de juego.

A Rajoy le ha costado decir que sí y participar en la Convención del PP de Casado. Pero puede que, cuando acabe, no le cueste tanto decir que no la próxima vez cuando vea cómo, cuando el PP presuma de pasado, se salte su etapa y vaya directamente a la de Aznar. Como si todo hubiera sido un “mal recuerdo” como señaló recientemente uno de los colaboradores más cercanos de Casado.