La Casa Redonda: la historia del misterioso y pequeño Palacio Barolo escondido en la zona más exclusiva de la ciudad

Ricardo Pristupluk
Ricardo Pristupluk

Los vecinos se preguntan de quién es, y por qué está cerrada desde hace años. No es una vivienda cualquiera, sino una gran mansión art nouveau en perfecto estado de conservación. Está ubicada en una zona residencial de Buenos Aires, a una cuadra del Malba. Es conocida como La Casa Redonda y fue obra del célebre italiano Mario Palanti, autor del Barolo, quien la creó a imitación de ese palacio. Sin embargo, poco se sabe sobre esta residencia privada de misterioso pasado y presente.

La construcción no pasa desapercibida. Su torre y el estilo italiano colorido poco tiene que ver con las casas estilo tudor y petit hotels de la zona. Su ubicación es estratégica, está haciendo ochava en las calles Eduardo Costa y Ortíz de Ocampo, en Barrio Parque, mirando hacia a la Avenida Figueroa Alcorta. “Desconozco quiénes son los propietarios y su uso actual”, asegura Federico A. Montoreano de la inmobiliaria FAM, ubicada a pocas cuadras. “Nos gustaría saber de quién es”, agrega un hombre que vive a pocos metros, cuando sale a recibir un pedido.

La torre mirador
Ricardo Pristupluk


La torre mirador (Ricardo Pristupluk/)

Según registros que dan cuenta de la obra del pintor y arquitecto Palanti en la Argentina, la emblemática mansión fue inaugurada en 1922. Pero para hablar de esta vivienda es necesario remitirse al único edificio comercial que existía por ese entonces en el barrio, el edificio Chrysler, exconcesionaria Resta, que abarca una manzana, y que hoy es el Palacio Alcorta ocupado por lofts, locales de ropa y restaurantes. Chrysler fue también una obra de Palanti. En el costado sur de esta enorme construcción se ubica La Redonda.

Cuatro escapadas a pueblos bonaerenses fuera del radar que garantizan verde y desconexión

Se dice que el arquitecto construyó la vivienda enfrente a la concesionaria para que la familia Fevre, representante de Chrysler en la Argentina, observara desde los ventanales de su casa la pista de pruebas para autos que el edificio tenía en su última planta.

Las puertas de madera de la casona
Ricardo Pristupluk


Las puertas de madera de la casona (Ricardo Pristupluk/)

Otro dato curioso está vinculado a la inscripción junto a la entrada del garaje donde dice que la residencia es obra de Palanti y de Algier. El primero tenía gran renombre por esos años, ya había hecho el Barolo (iniciado en 1919 e inaugurado en 1923) y el Palacio Salvo en Montevideo. “De Algier solo podemos decir que nos es desconocido”, dice el experto en patrimonio Enrique Espina Rawson, en el sitio Fervor por Buenos Aires. Esta extraña unión de dos arquitectos, uno célebre y otro ignoto, no hacen más que agregarle otro ingrediente de misterio a la casona. Pero en realidad Ricardo Ulrico Augusto Algier era poco conocido ya que tenía bajo perfil. En toda su vida realizó mas de 100 obras y La Redonda la diseñó junto a su amigo personal, Palanti. Según el investigador de patrimonio Alejandro Machado, “esta es la única obra que firman juntos”. Los constructores son Castiglioni y Colombo, quienes realizaron otras obras con Palanti en la calle Rivadavia, agrega Machado.

Si uno se para en la vereda de Figueroa Alcorta, se observa sobresalir en medio de las copas de los jacarandás, su torre mirador con curvas estilo hindú. Tiene una baranda de mampostería de la que se eleva una veleta de hierro. Además, los portones muestran relieves en madera que, para muchos, evocan al Dante, autor de la Divina Comedia, y Beatrice, su protagonista.

Se la conoce como La Casa Redonda
Ricardo Pristupluk


Se la conoce como La Casa Redonda (Ricardo Pristupluk/)

El Barolo de Avenida de Mayo 1370 es la gran obra de Palanti, con sus 100 metros de alto como 100 cantos tiene la Divina Comedia, entre otras coincidencias, pero su creador, hijo de un carpintero y una costurera, le habría dedicado también al poeta La Redonda de Palermo rememorando los detalles de la arquitectura oriental del Barolo. Gracias a que la casona fue puesta en valor en el 2017, hoy se pueden distinguir y apreciar, al menos desde el exterior, estos elementos.

La esquina de Ortíz de Ocampo y Eduardo Costa
Ricardo Pristupluk


La esquina de Ortíz de Ocampo y Eduardo Costa (Ricardo Pristupluk/)

“Es sí, indudablemente, palantinesca, desde las bases bulbosas y sobredimensionadas de los balcones, hasta la evocación del medioevo italiano de las galerías y toda la ornamentación seguramente única, diseñada y realizada solo para esta casa, tales como los faroles del jardín, la talla de las puertas, etc.”, describe Espina Rawson.

Un fantasma en la casona

A lo largo de su historia, la mansión pasó por distintos dueños. Entre 1940 y 1949 fue habitada por la familia Ceballos hasta que una de las hijas murió allí de tuberculosis y se mudaron al Hotel Savoy. Más tarde una familia salteña la utilizaba durante sus estadías en Buenos Aires. También fue Embajada de Irán hasta 1979, cuando aun estaba en el poder el Sha Mohammad Reza Pahlaví. Por eso trascendió que tiene búnker de seguridad registrado, placas de rebote, sistemas contra armas automáticas y ventanas de seguridad y vigilancia. Luego la compró la familia Fucile, que durante cuatro años se dedicó a restaurarla ya que estaba en mal estado. Vivieron allí hasta 1998 cuando la vendieron.

Los constructores son Castiglioni y Colombo
Ricardo Pristupluk


Los constructores son Castiglioni y Colombo (Ricardo Pristupluk/)

Estuvo años cerrada hasta que la compañía Argentina Mobili decidió alquilarla e invertir una importante suma de dinero para restaurarla y montar allí un showroom de muebles de lujo donde también se exponían obras de arte. Ocuparon el lugar durante aproximadamente dos años y desde ese entonces está clausurada.

Vicky Peláez, quien fue curadora de esa muestra, recuerda lo lujosa que era la mansión por dentro: “En la planta baja había boiserie, una chimenea grande y una importante escalera”.

Faroles exteriores
Ricardo Pristupluk


Faroles exteriores (Ricardo Pristupluk/)

A su vez, una de las clientas que solía ir a comprar muebles al sitio, reveló que en ese entonces pasaban cosas raras en el interior. “Se encendían las luces solas, sonaba la alarma, se movían los cuadros de lugar y caían objetos desde arriba de la escalera. En el barrio se comentaba que ahí vivía el fantasma del chofer de los primeros habitantes quien a principio de siglo murió a causa de un accidente dentro de la vivienda”.

Según trascendió, el dueño de La Redonda es argentino y vive en el exterior. En tanto, la casa permanece durante la noche con sus luces apagadas, no hay timbre ni portero eléctrico a la vista y solo se distingue un cartel con la numeración, el de Eduardo Costa 3079, a pesar de tener entrada por ambas calles. Está dentro de un área protegida llamada APH 3 Grand Bourg, una zona tranquila con diagonales de estilo parisino diseñadas por Carlos Thays.

Una de las entradas de la casa
Ricardo Pristupluk


Una de las entradas de la casa (Ricardo Pristupluk/)

Según el sitio interactivo del Gobierno porteño, Ciudad3D, donde aparece bajo la numeración 3083, la residencia tiene una superficie edificada 810 m², mientras que la parcela posee 466 m². Cuenta con dos plantas y está catalogada como Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico de la Ciudad, con protección estructural ya que, de acuerdo a la Ley 3056, por ser un edificio anterior a 1941, no se puede demoler ni modificar. Sin embargo, nada dice el informe sobre sus actuales propietarios. “Ojalá pronto empiece a haber movimiento, es triste ver una casa tan linda cerrada”, aseguran los vecinos.