Carreras con futuro. ¿Cuál es el sector donde cada año quedan miles de puestos sin cubrir?

La industria de la tecnología de la información es una de las de mayor crecimiento, sin embargo, la Argentina aún está lejos de crear el ecosistema para abastecer a esa industria de los recursos humanos que necesitará en los próximos 10 años
Fuente: LA NACION - Crédito: Alejandro Guyot

En medio de la crisis económica, en la Argentina, como en el mundo, el sector vinculado a la industria de la tecnología de la información (TI) es una flor que crece con fuerza en el terreno fangoso que deja la pandemia de coronavirus. Sin embargo, según la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), todos los años en el plano local quedan 5000 puestos de trabajo sin ocupar. ¿Por qué la Argentina tiene este déficit de recursos humanos capacitados para trabajar en esta industria?

Los especialistas en educación rastrean el problema y llegan hasta el colegio secundario, cuando los estudiantes suelen aprender los conocimientos básicos de informática, pero tienen poca o nula relación con la programación o disciplinas afines. Luego, en el ámbito terciario o universitario, si bien hay una oferta considerable de cursos y carreras, surgen dos problemas: algunas son muy complejas, como ingeniería en sistemas, o, por el otro lado, los estudiantes se anotan en cursos en donde solo les enseñan a programar, cuando el mercado laboral les suele exigir, además, otros conocimientos.

Carlos Ramonda, director de la carrera de Ingeniería en Innovación y Desarrollo de la Universidad Siglo 21, señala que los estudiantes llegan a la vida universitaria con una formación muy dispar: "Si bien ya en varias escuelas se han incorporado temas afines a programación, robótica, entre otros, falta incluir esta temática como pilar de formación transversal a los ciclos, así como enseñamos geografía o matemáticas".

Y agrega una cifra que resalta la importancia de implementar dichos cambios: según la Cessi, en 2030, en la Argentina, habrá una demanda de 500.000 puestos de trabajo vinculados a la industria del conocimiento, que creció de manera pronunciada desde 2004, cuando se sancionó la Ley de Promoción de la Industria del Software.

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Alejandro Artopoulos, director del centro de innovación tecnológica de la Universidad de San Andrés (UDESA), dice que la falta de recursos humanos para la industria TI es un problema mundial, no solo local, aunque en la Argentina se nota más la falencia porque, al mismo tiempo, tiene una cultura emprendedora importante y nacen constantemente proyectos vinculados a esa industria. De hecho, la Argentina cuenta con cinco unicornios (Globant, MercadoLibre, Despegar, OLX y Auth0), es decir, compañías emergentes con base tecnológica que en poco tiempo llegaron a tener una cotización mayor a los mil millones de dólares.

Para buscar la raíz del problema, Artopoulos señala que en las escuelas secundarias la formación en informática es escasa, sobre todo en las privadas que, históricamente, salvo excepciones, estuvieron vinculadas a las humanidades. Mientras que en el ámbito universitario, cree que falta una oferta aún más nutrida de carreras vinculadas a la industria TI, como también sostiene que la informática debe incluirse de manera transversal en la universidad, hasta incluso en las carreras vinculadas con las ciencias sociales.

"Formar chicos que solo sepan programación, tampoco serviría. Lo que está pasando es que, muchas veces, no se necesitan programadores, sino profesionales de diferentes áreas que sepan programación o que tengan la capacidad de trabajar en equipo con informáticos. Por eso hay chicos que estudian solo programación y luego el mercado laboral no los absorbe", dice Artopoulos.

Es ahí, indica, cuando nacen empresas como Digital House, que se enfocan en reformar la fuerza de trabajo que proviene de otras áreas para que incursionen en el mundo del marketing digital, o en el de la programación, entre otros.

Lo que está pasando es que, muchas veces, no se necesitan programadores, sino profesionales de diferentes áreas que sepan programación o que tengan la capacidad de trabajar en equipo con informáticosAlejandro Artopoulos

"En la Universidad de Buenos Aires tenés las carreras informáticas que están en Económicas, o las de ingeniería en sistemas, entre otras, pero si el alumno viene de un secundario flojo, es muy difícil que ese chico se reciba y, además, tienen muchas materias que ni van online con los intereses de esos alumnos. Por eso, hay que crear carreras más accesibles, como también incorporar la informática en las carreras ya existentes de negocios e, incluso, en las de ciencias sociales", agrega Artopoulos.

Luciano Allegro es un emprendedor argentino, cofundador, entre otros proyectos, de Wiri Salud, una obra social low cost. Él se formó como programador por su cuenta, armando y desarmando computadoras con su padre y creando páginas web desde que tenía 16 años. Ahora tiene 29. Dice que le llevó entre cinco y 10 años adquirir los conocimientos para sentirse cómodo en su trabajo, pero asegura que, en el mundo de los programadores, hay una regla implícita: los mejores aprenden solos.

El emprendedor Luciano Allegro cree que la educación tradicional suele cometer el error de querer enseñar a repetir, cuando en esta disciplina hay que aprender practicando
Fuente: LA NACION - Crédito: Alejandro Guyot

Su experiencia con el sistema educativo de todos los niveles es, a su vez, la de muchos otros jóvenes a los que se les dificulta encontrar cursos o carreras que satisfagan lo que buscan: "En el secundario iban por la era el diskette, cuando el resto del mundo ya estaba 10 pasos adelante, y eso que iba a un muy buen colegio público. Luego hice cursos por fuera, pero eran malos, te daban libros para leer cuando esto se trata de meter mano. Creo que la educación tradicional suele cometer el error de querer enseñarte a repetir, pero en esto hay que aprender practicando".

Además de los obstáculos para alcanzar una buena formación, Allegro señala un problema central que luego deriva en un gran número de puestos de trabajo vacantes en la industria. Como cada empresa usa tecnologías distintas, eso hace que haya un grado de especificidad muy alto, por lo tanto, más allá de que un joven sepa programar, cada compañía debe formarlo para que aprenda a usar las herramientas que ellos utilizan.

Y formar empleados lleva mucho tiempo por parte de un recurso altamente calificado de la empresa, que deja de trabajar para enseñar, y eso cuesta mucho dinero. Es un riesgo alto si se tiene en cuenta que, una vez que lo han capacitado, corren el riesgo de que ese empleado se vaya a trabajar a una empresa extranjera donde se cobran sueldos en dólares. En ese caso, los recursos invertidos habrían sido en vano para la compañía local.

Paradoja

Para saldar esa paradoja, que se da a partir de que hay programadores disponibles pero, al mismo tiempo, no se ocupan los puestos de trabajo por los motivos que mencionó Allegro, es que Federico Repetto fundó junto a otros socios la empresa Alkemy, que tiene solo dos meses en el mercado.

Alkemy diseñó un programa intensivo de 10 semanas que busca formar a esos jóvenes programadores para que salgan preparados para trabajar en las empresas de la industria. Si bien tienen un proceso exigente de selección, una vez admitido, el alumno no abona un solo peso para ser formado, sino que son las empresas interesadas en recibir recursos humanos ya preparados, sin tener que destinar horas de un recurso calificado de la empresa para obtenerlo, las que financian el programa.

Federico Repetto creó un programa intensivo de 10 semanas que busca formar a jóvenes programadores sin que paguen un solo peso y sean financiados por las empresas interesadas en contratarlos
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A medida de que los alumnos avanzan, llega un momento en el que pasan al laboratorio de práctica. Al principio comienzan con trabajos genéricos y luego eligen, entre las empresas disponibles, una en la que les gustaría trabajar. Se separan en grupos y empiezan a hacer ejercicios en base a la tecnología que use la empresa que hayan seleccionado. De ese modo, al finalizar las 10 semanas, tendrán altas probabilidades de ser empleados por la compañía, cerrando la brecha que antes había entre ambas partes.

"Durante esas semanas de formación, los chicos trabajan en un ambiente real. Al principio, cada ejercicio que hacen digitaliza un proceso de una ONG, de este modo, además de aprender, generan un impacto social positivo. Nosotros los evaluamos en cada etapa del proceso. De hecho, aspiramos a convertirnos en certificadores, es decir, asegurarles a las empresas que los chicos que pasen por el programa les generaran un mayor retorno en relación con la inversión realizada", explica Repetto.

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Sobre la importancia de vincular la educación con el desarrollo estratégico del país en términos de actividades productivas, Nicolás Trotta, ministro de Educación de la Nación, cree que es imprescindible el debate desde el sector educativo para profundizar la agenda del trabajo y del desarrollo productivo.

"El desafío es la planificación en conjunto entre ambos sistemas en todos sus niveles y esto reviste una importancia central para el país. El país que queremos requiere de profesionales capacitados en tecnología que puedan desarrollarse y aportar a las economías locales y regionales. Asumir el desafío de discutir en el presente el perfil de desarrollo que queremos para la Argentina desde el sector educativo es fundamental para preparar a nuestros estudiantes para los desafíos del mundo del trabajo", dijo a LA NACION.

Martin Gontovnikas es el vicepresidente senior de marketing de Auth0, la quinta empresa argentina en convertirse en unicornio. Tiene 31 años, vive en San Francisco, Estados Unidos, y tiene 85 personas a cargo. Él estudió ingeniería en sistemas en la Argentina y, a los 18 años, ya trabajaba en Globant, otra empresa unicornio local. En las últimas semanas, cuatro amigos suyos que trabajan en empresas de base tecnológica decidieron irse de la Argentina y se mudaron a Miami, Uruguay y España.

Si bien los problemas estructurales y coyunturales de la Argentina influyeron en la decisión de partir de esos cuatro jóvenes, lo que le comentaron sus amigos es que, además de esas cuestiones, en el plano local ya habían alcanzado un techo y no veían cómo podían seguir desarrollándose.

Este, que es el otro extremo de los chicos que no pueden aprender programación o no consiguen empleo, es otra de las facetas de un mismo problema. La Argentina, si bien hay excepciones, aún tiene mucho por hacer si pretende desarrollar el ecosistema necesario para que la industria TI prospere, y así, a futuro, poder ocupar miles de puestos de trabajo calificado para una industria que el año pasado, en el plano local según la Cessi, facturó más de 3000 millones de dólares.