Caras pintadas, banderas rebeldes y un dejo de temor: la intimidad de los festejos de la comunidad siria porteña
El sábado por la noche, ante los rumores de la inminente caída del régimen del presidente de Siria Bashar Al Assad —cuya familia gobernó el país durante 53 años—, un grupo de sirios que viven en la Argentina se reunieron en la puerta de la casa de Mohamed Roumieh, en Palermo, a celebrar. Pusieron música, cantaron, se abrazaron. El domingo, con la noticia confirmada, continuaron las celebraciones en la puerta de la embajada de Siria en Buenos Aires y culminaron ayer con un gran festejo en Aleppo, un local de comida siria ubicado en el barrio porteño de Las Cañitas.
Desde las 19, numerosas familias sirias llegaron a la esquina de Báez y Arguibel embanderadas con el emblema “rebelde” —una bandera caracterizada por tener tres franjas horizontales de color verde, blanco y negro y tres estrellas rojas sobre la parte blanca, que se utiliza desde 2011 como símbolo de insurrección frente al Gobierno en la guerra civil—y sus caras pintadas con esos colores. El clima era de felicidad y desahogo. Había café y postres tradicionales como baklawa y shabiat y una torta que decía “Siria libre”.
Para Amir Roumieh, de 43 años, el festejo es doble. “Cumplí años el domingo, así que para mí fueron dos celebraciones”, bromeó. “Obvio que está la duda y el miedo por qué Gobierno va a venir ya que nadie está de acuerdo con la violencia, pero está todo el mundo feliz porque terminó la dictadura”, dijo el hombre, quien anhela ver a una Siria libre en la que convivan todas las religiones pacíficamente. “Yo como musulmán sueño un país libre como Turquía, ese tiene que ser el modelo”, dijo.
“Se sentía como una cadena acá en el cuello”, describió Fahd Karkutly, poniendo sus manos en el cuello en un gesto de ahorcamiento, sobre cómo se vivía durante el Gobierno de Al Assad. “Y ahora nos liberaron”, señaló.
Emad Roumieh, de 41 años, dice que vive hace 20 en la Argentina y que cada vez que vota guarda muy cuidadosamente el papel azul que le entregan al emitir el voto porque para él representa algo muy valioso que en Siria no sucede desde que tiene memoria. “Se siente una felicidad inexplicable después de tanto dolor. Yo perdí a cuatro primos, todo el mundo perdió a mucha gente”, dijo, emocionado.
La caída de Al Assad
El domingo, después de una ofensiva relámpago de 11 días, una coalición de movimientos rebeldes dominada por el grupo sunita radical Hayat Tahrir al Sham (HTS) -considerado como una organización terrorista por Estados Unidos y las Naciones Unidas y filial de Al-Qaeda hasta 2016- llegó hasta Damasco, capital de Siria, y derrocó al Gobierno de Al Assad, que huyó a Rusia.
Así, llegó a su fin más de medio siglo de poder de su familia en el país, sumergido en el caos desde que comenzó la guerra civil en 2011. La guerra civil siria se convirtió en un conflicto sangriento y multifacético en el que participaron grupos de oposición locales, facciones extremistas y potencias internacionales, entre ellas Estados Unidos, Irán y Rusia. Al-Assad ha sido acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, lo que incluye un ataque con armas químicas en 2013 contra las afueras de la capital.
Fueron casi 14 años de una guerra civil que mató a cientos de miles de personas, desplazó a la mitad de los 23 millones de habitantes del país y convirtió a las ciudades en escombros.
Mohamed Roumieh, de 44 años, dijo que lo que siente es felicidad con un poco de miedo. “Es un shock. No lo podíamos creer. No salimos del asombro. Nos cayó de sorpresa, pero estamos felices porque es un cambio total. No sé lo que viene ni hacia dónde vamos, pero por lo menos ya no tenemos Al Assad”, dijo Roumieh, quien llegó a la Argentina en 1998 escapando del régimen de Al-Assad y de las pocas oportunidades de trabajo que había en su país natal por entonces.
“En la Argentina me encontré con un país libre y tranquilo en el que podés vivir en paz y crecer con normalidad. Y me quedé, armé mi propia empresa y actualmente tengo un restaurante”, dijo. Sin embargo, nunca dejó de estar en contacto con Siria ni de sufrir lo que sucede al otro lado del mundo ya que su familia está allí.
“Se que la gente está feliz allá ahora, pero también hubieron muchos asaltos el fin de semana. Se rompieron coches. Los supermercados están desabastecidos. Las escuelas no funcionan, la plata no vale, el país está arruinado. Es muy difícil explicar lo que siento. Es una confusión muy grande la de vivir acá en paz y que tu familia esté allá, en peligro. Estamos esperando que abran la frontera”, dijo.
¿Qué desea para Siria? “Paz, tranquilidad, que vuelva a crecer, que vuelva a ser la cuna de civilización, la capital más antigua del mundo, que volvamos a ser un país libre. Yo tengo 44 años. No llegué a ver a Siria libre”, dijo.
Crisis de desplazamiento
Según las cifras de ACNUR, se trata de la crisis de desplazamiento de mayor proporción en el mundo: más de 16 millones de personas necesitan protección y asistencia humanitaria en Siria, hay 7,2 millones de personas desplazadas internas y 4,8 millones de sirios refugiados en países vecinos, como Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto.
Desde que comenzó la ofensiva el 27 de noviembre, cerca de un millón de personas fueron desplazadas nuevamente, en su mayoría mujeres y niños. Luego del derrocamiento del Gobierno, miles de sirios han vuelto espontáneamente a su país desde Líbano y Turquía, pero muchos otros van en la dirección opuesta.
Los datos del Censo 2022 muestran que en la Argentina hay 1324 sirios viviendo en el país, de los cuales el 37% vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el 15% en Buenos Aires, el 13% en Córdoba y otro 13% en Salta. Estas cifras no representan un gran cambio con respecto al Censo 2010, cuando los sirios en la Argentina eran 1310.
En cuanto a las radicaciones —otra métrica que es útil para estimar la inmigración siria—, las cifras indican que entre 2014 y 2023 inclusive se realizaron 821 trámites de solicitud de residencia (447 temporarias y 374 permanentes), sin grandes variaciones entre cada año.
Basel vive hace tres años en la Argentina, después de haber estado otros tres en Egipto. “Hoy soy feliz, estoy contento”, dijo, mientras movía un misbaha —rosario o cuentas de oración musulmán— entre sus manos. “Ojalá ahora podamos vivir libres en Siria como acá en Argentina”, sostuvo el joven de 33 años.
Abi Dabool, de 18 años, nació en Arabia Saudita, pero su familia es de Siria y hace 3 años que vive en la Argentina. “Estoy muy feliz porque por primera vez tengo un país libre al que se que puedo ir en cualquier momento”, dijo. Osama Dabool, su tío, de 40 años, dijo que todavía siente mucha bronca porque no podía ir a Siria. “Era un país sin libertad. Murieron muchos seres queridos, nuestras casas se vinieron abajo”. Pero desde el domingo siente felicidad: “Todavía no lo podemos creer. Pasó lo imposible. Nos liberamos de una enfermedad”, resumió.
“Siento mucha alegría. Por primera vez podemos hablar de temas que eran tabú o darle like a un comentario. La gente sentía terror porque se decía que en Siria hasta las paredes te escuchaban y podían meterte preso solo por recibir un video de la oposición”, dijo Shaza Roumieh, quien no pensaba regresar a Siria, pero ante este nuevo panorama, lo revalúa.
Al amanecer del domingo en Damasco, miles de personas se reunieron para rezar en las mezquitas de la ciudad y celebrar en las plazas cantando “Dios es grande”. La multitud también coreaba consignas contra Al-Assad y tocaba las bocinas de los autos. Las celebraciones callejeras marcaron la jornada en la capital siria y en otras partes del mundo donde viven familias sirias.
Contacto permanente
Anabel Cichero Lalli, secretaria de juventud de la Asociación Cultural Siria, nació en la Argentina, pero toda su familia es siria, por lo que está en contacto permanente con el país. “Como en cualquier comunidad, hay gente que lo vio como una gran celebración, como un gran desahogo. Yo por mi parte lo veo con desazón y desesperanza. Nada bueno puede salir de un golpe de Estado de esta magnitud. Hay gente que esta realmente muy feliz y eso es porque tampoco fueron fáciles estos años. Desde mi punto de vista la desazón y la incertidumbre son muy grandes”, dijo a LA NACION.
En ese sentido, la Federación de Entidades Argentino Árabes (FEARAB) emitió un comunicado en apoyo a Siria frente al “terrorismo y la invasión”. En el texto se informa que “FEARAB ARGENTINA repudia y condena de la manera más enérgica, la operación terrorista de que es víctima la República Árabe Siria, a manos de las hordas de fanáticos takfiríes en las gobernaciones del noroeste del país”.
Mientras tanto, Mohammed al Bashir, líder de HTS anteriormente conocido como Abu Mohammed al-Golani, anunció el martes en un breve discurso en la televisión siria que asumía el cargo de primer ministro interino hasta el primero de marzo. Además, ha estado tratando de tranquilizar a los sirios diciendo que habrá un Gobierno unificado que represente a todas las diversas facciones minoritarias dentro del país, y que ningún grupo será perseguido. También ha estado tratando de tranquilizar a la gente diciéndoles que no deben temer a un sistema de Gobierno islámico.
“Quiero felicitar al gran pueblo sirio por la victoria de la bendita revolución y les invito a salir a las plazas para expresar su alegría, sin disparar balas e intimidar a la gente”, dijo en un video comunicado al Bashir.
Con la colaboración de Melanie Prokopiec