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De Al Capone a Pancho Villa: Personajes de los panópticos en América

Redacción América, 1 may (EFE).- Tras las rejas de las cárceles panópticas de América, muchas de ellas hoy convertidas en museos, estuvieron grandes personajes de la historia como el líder de la Revolución mexicana Pancho Villa y el gánster estadounidense Al Capone, que alimentaron las leyendas de estos tétricos lugares.

"El concepto de panóptico, de mirarlo todo desde un sitio privilegiado para controlar, organizar y vigilar, es interpretado en América de diferentes maneras porque a veces los espacios eran circulares, estrella o cruz, pero siempre desde el centro se podían observar los cuatro puntos cardinales", explica a Efe el antropólogo e historiador Germán Ferro Medina.

Fue el filósofo inglés Jeremy Bentham quien creó en 1791 este diseño arquitectónico, tal vez uno de los más emblemáticos de la era moderna.

"¿Qué debe ser una prisión?", se preguntó Bentham, a lo que él mismo respondió: "Es una mansión en la que se priva a ciertos individuos de la libertad de la que han abusado, con el fin de prevenir nuevos delitos, y contener a los otros con el terror del ejemplo".

Y así fue. En América, la Penitenciaría del Estado del Este, construida en Filadelfia (EE.UU.), se constituyó en la pionera al abrir sus puertas en 1829.

El lugar llamó la atención, entre otros personajes, del pensador francés Alexis de Tocqueville, quien elogió el sistema como fuente de "remordimiento", y el escritor inglés Charles Dickens, que se alarmó por los problemas mentales que podría generar el aislamiento individual que proponía el panóptico y al que calificó como "inmensamente peor que la tortura del cuerpo".

Hasta esta prisión llegó el jefe de la mafia Al Capone, en 1929, luego de ser detenido por portar un revólver ilegal.

"Caracortada", como lo llamaban, fue fichado como el preso "C 5527" y estuvo recluido siete meses en una celda en la que ostentaba pinturas al óleo, alfombras persas, escritorio y radio, que se pueden observar durante los recorridos turísticos por este sitio que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1965.

AMÉRICA LATINA SIGUE EL EJEMPLO

En América Latina, el panóptico se impuso desde 1834 cuando se construyó la Casa de Corrección, en Río de Janeiro, y pronto se expandió por Chile, Perú, Argentina, México, Colombia, Costa Rica, Uruguay, Ecuador y Cuba.

Uno de los que más historias tiene por contar es el Palacio de Lecumberri, ubicado a unas calles al oriente del centro histórico de la capital mexicana, y que fue una cárcel de 1900 a 1976, y hoy alberga al Archivo General de la Nación.

En sus celdas fueron encarcelados personajes como el revolucionario Pancho Villa, el pintor David Alfaro Siqueiros, los luchadores sociales Valentín Campa y Demetrio Vallejo, el escritor José Revueltas y líderes del movimiento estudiantil de 1968.

De Villa, la leyenda asegura que escapó. Sin embargo, los libros de historia sostienen que sí lo hizo pero de la cárcel de Santiago Tlatelolco, luego de haber sido transferido desde Lecumberri.

Más al sur del continente, en Uruguay, la penitenciaría de Punta Carretas fue inaugurada en 1910.

Entre los hechos allí ocurridos figura que se convirtió durante la dictadura militar (1973-1985) en un centro de detención y tortura, especialmente para miembros del Movimiento de Liberación Nacional, conocidos como "Tupamaros".

Además, en 1971 se produjo la fuga más grande de presos políticos en el mundo cuando escaparon cinco prisioneros comúnes y 106 guerrilleros, entre ellos el líder de los "Tupamaros", Raúl Sendic, y José Mujica, quien en 2010 se convirtió en presidente del país, no sin antes huir una vez más de esa penitenciaría.

Un colega suyo, el revolucionario cubano Fidel Castro, también supo lo que era estar privado de la libertad antes de llegar a la Presidencia, en su caso en el Presidio Modelo, instalado en la Isla de la Juventud, en donde pasó dos años junto a 25 de sus compañeros luego de que atacaron el cuartel Moncada, en 1953.

Corrían rumores de que tras los muros del complejo de edificios que se convirtieron en Monumento Nacional en 1978 había trabajos forzados, hacinamiento, castigos físicos y asesinatos sumarios, y se sabe que llegaron prisioneros alemanes y japoneses en la Segunda Guerra Mundial.

Algo similar sucedió en la Penitenciaria Central de Cundinamarca, en Bogotá, en donde estuvo detenido el poeta Adolfo León Gómez, quien relató los vejámenes que padeció en su libro "Secretos del panóptico".

Eran los tiempos de la Guerra de los Mil Días, un conflicto civil entre liberales y conservadores que abarrotó la cárcel, a la que rebautizaron entonces como "La Gusanera", y que desde 1948 es la sede del Museo Nacional de Colombia.

En otra ciudad del centro del país cafetero también se escuchaban los lamentos entre las rejas de la Cárcel Distrital de Ibagué.

Guerrilleros y paramilitares purgaron condenas hasta 2003, cuando el lugar fue desalojado.

Antes fueron Los Bolcheviques del Líbano, grupo inspirado en la exUnión Soviética, y el líder indígena Manuel Quintín Lame, los protagonistas de historias que hoy se recuerdan en el espacio que fue transformado en el Museo Panóptico de Ibagué e inaugurado en febrero de 2022.

"El panóptico es un modelo derivado de un pensamiento racionalista y funcional, que en términos de infraestructura pretendió ayudar a ejercer un orden total y dar buen ejemplo, por lo que sus celdas fueron ocupadas por personajes relevantes de la historia de cada país", aseguró Germán Ferro Medina.

Pero, una vez convertidos en lugares para el disfrute de la cultura, los panópticos de América transformaron a las ciudades en donde se ubican porque más allá de los padecimientos que vivieron estas figuras políticas y sociales cuando estuvieron presas, un buen museo cambia la visión que se tiene sobre la vida y sobre él mismo.

Claudia Polanco Yermanos

(c) Agencia EFE