Los ojos extraordinariamente enormes que tenía este cangrejo antiguo

El fósil de un Callichimaera, uno de varios especímenes de artrópodos bien conservados que se encontraron en el departamento de Boyacá, en Colombia, en 2005. (Daniel Ocampo R./Vencejo Films vía The New York Times).
El fósil de un Callichimaera, uno de varios especímenes de artrópodos bien conservados que se encontraron en el departamento de Boyacá, en Colombia, en 2005. (Daniel Ocampo R./Vencejo Films vía The New York Times).

Los cangrejos adultos de la actualidad no son famosos por su capacidad para nadar o por su visión. Se escabullen por los lechos de los mares silentes y casi no dependen de sus ojos pequeños para buscar comida o pastar.

Sin embargo, hace 95 millones de años, un cangrejo poco común andaba deprisa y con una gracia particular en las aguas tropicales de lo que ahora es Colombia. La especie, del tamaño de una moneda de 25 centavos de dólar, Callichimaera perplexa, se parecía un poco a una araña, con patas planas parecidas a remos y un cuerpo de quilla. Además, tenía unos ojos grandes.

En un estudio publicado el mes pasado en la revista iScience, un grupo de paleontólogos demostraron que esos ojos le daban al Callichimaera una visión extraordinaria y probablemente el estilo de vida de un depredador nadador.

Sin órbitas

En 2005, Javier Luque, un paleontólogo de Colombia y actual investigador en la Universidad de Harvard, fue el primero en descubrir la especie. En ese entonces, Luque era estudiante de licenciatura y estaba explorando las rocas ricas en fósiles del departamento de Boyacá, cuando se encontró con una saliente llena de artrópodos fosilizados con detalles muy finos.

Luque y sus colegas recolectaron más de 100 especímenes, muchos de los cuales tenían un grado muy alto de conservación. “Es una muestra inmensa”, comentó Luque. “Casi nunca te encuentras con 100 especímenes”.

Siete de ellos conservaban sus ojos en muy buen estado. No obstante, representaban un misterio, mencionó Luque: los cangrejos vivos suelen tener ojos compuestos diminutos que se encuentran en el extremo de un tallo y están cubiertos de una órbita protectora. Los ojos compuestos de los Callichimaera eran grandes, sin tallos ni órbitas.

Los cangrejos pasan por múltiples etapas de crecimiento: empiezan la vida como criaturas diminutas, más parecidas a los camarones, antes de adquirir sus formas blindadas finales. En la última fase larvaria, la megalopa, los cangrejitos son depredadores nadadores que tienen ojos relativamente grandes. Por lo tanto, en 2019, cuando Luque y sus colegas describieron el fósil en términos formales, pensaron que podía representar a un cangrejo en su última fase larvaria, aunque su gran tamaño fuera poco común.

Una reconstrucción artística de Masato Hattori muestra un Callichimaera perplexa, un cangrejo de 95 millones de años de antigüedad con ojos enormes. (Masato Hattori vía The New York Times).
Una reconstrucción artística de Masato Hattori muestra un Callichimaera perplexa, un cangrejo de 95 millones de años de antigüedad con ojos enormes. (Masato Hattori vía The New York Times).

“Si tuvieras esos ojos inmensos, seguro los usarías para algo, en especial porque ningún otro cangrejo los tiene”, comentó Kelsey Jenkins, paleontóloga de la Universidad de Yale y coautora del artículo. “Javier quería una observación más profunda de este animal, porque su anatomía es muy extraña”.

Para entender cómo este cangrejo usaba sus ojos, Jenkins y Luque utilizaron la abundancia de especímenes de Callichimaera disponibles para armar una secuencia de crecimiento. Lo compararon con las 14 especies vivas de todo el árbol familiar de los cangrejos. Les sorprendió descubrir que —a diferencia de otras especies de cangrejos— el Callichimaera conservaba sus grandes ojos hasta la edad adulta.

De hecho, sus cálculos mostraron que los ojos compuestos del Callichimaera crecían más rápido que los de los cangrejos modernos que el equipo usó como muestra. En su tamaño final, sus ojos ocupaban alrededor del 16 por ciento de su cuerpo, el equivalente a una persona con ojos del tamaño de balones de fútbol.

Según Jenkins, en esencia, los animales con ojos compuestos tienen una visión pixelada del mundo y en cada faceta del ojo hay un píxel distinto. A mayor conteo de pixeles, mejor es la visión. El análisis que realizó el equipo de los ojos del Callichimaera sugiere que tenía una visión aguda poco común para un cangrejo, cercana a la de los depredadores eficaces y precisos como las libélulas y los camarones mantis.

Ventajas

“Lo que sea que estuviera haciendo este animal, seguro usaba esos grandes ojos de forma activa”, opinó Luque. “Son un inmenso estorbo en el agua, lo que los volvía vulnerables. Pero cualesquiera que fueran las desventajas de unos ojos tan grandes, seguro no se comparaban para nada con las ventajas”.

Según Luque, al combinarse con las patas de remo y el cuerpo aerodinámico, esos ojos poderosos y de rápido crecimiento sugerían que el Callichimaera adulto cazaba criaturas pequeñas. Y lo hacía manteniendo su forma larvaria depredadora hasta la edad adulta, en vez de realizar la transformación final a la forma plana y escurridiza que les favorece a otros cangrejos.

El Callichimaera también es el artrópodo fosilizado más joven que se haya conocido con los dos ojos y el tejido neuronal conservado. La mayoría de los artrópodos con cerebros fosilizados provienen de sitios que tienen 500.000 millones de años de antigüedad, donde es inusual ver con claridad el sistema de procesamiento visual de los animales. “Lo más común es que puedas encontrar elementos del cerebro, pero los ojos ya no están, o viceversa. Pero el Callichimaera tiene ambos”, comentó Luque.

Es probable que el sitio donde se encontraron los Callichimaera tenga muchos más secretos para compartir.

“Hay una inmensa brecha en el registro paleontológico, porque no estamos recolectando suficientes fósiles ni estamos haciendo mucho trabajo de campo en los trópicos”, mencionó Luque. “Por lo general, estos lugares están cubiertos de vegetación y las rocas se desgastan muy rápido. Encontrar especímenes tan bien conservados ahí es como abrir nuevas sendas para estudiar el registro paleontológico con nuevos ojos. Con nuevos ojos científicos, quiero decir”.

© 2022 The New York Times Company

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