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Canelo Álvarez y su absurdo nacionalismo que ha provocado una guerra sin sentido

Canelo Álvarez previo a una pelea en Las Vegas. (Reuters)
Canelo Álvarez previo a una pelea en Las Vegas. (Reuters)

La polémica que ha provocado Saúl Canelo Álvarez ha escalado a unos niveles impensados. Todo empezó por el video en el que supuestamente Lionel Messi pateó la playera de la selección mexicana. Ya ha habido muchas voces que explican lo sucedido: todos los jugadores ponen las camisetas en el piso, empezando por las que ellos usan, y Messi simplemente se estaba quitando sus botines. Pero Canelo decidió interpretarlo a su modo y detonó una guerra absurda de la que todos están haciendo eco.

Ya hasta jugadores mexicanos, como Andrés Guardado y Miguel Layún, han salido a criticar la postura de Canelo. También lo han hecho jugadores de talla mundial como Sergio Agüero y Cesc Fábregas. Por si no bastó con el clima de hostilidad que generó el partido entre Argentina y México la semana pasada, el boxeador decidió echar leña al fuego y emprender una absurda discusión virtual en la que cada respuesta resulta más insólita que la anterior (llegó al punto de creerse un meme falso).

Por ejemplo, Layún se dirigió a Canelo en términos pacíficos (ciertamente con tibieza) para dejarle saber su desacuerdo. Canelo, en respuesta, decidió mostrar un chat en el que Layún le manifiesta su admiración (algo que también hizo en el tuit donde critica su postura sobre el video de Messi). Se supone, Canelo subió eso para evidenciar la "hipocresía" de Layún, pero en realidad exhibió de ese modo su intolerancia a la crítica. No es raro, y también es justo decir que Álvarez ha sido cuestionado miles de veces por nimiedades, pero en este caso incluso una crítica nada violenta le pareció una afrenta de traición.

Y este escándalo también ha servido para que mucha gente se cuelgue del estruendo y obtenga la dosis de atención que siempre reclaman. Cualquier persona que haya visto los tuits iniciales de Canelo podía saber dos cosas: Messi nunca le iba a contestar; pero Faitelson sí. Y cuando Faitelson le respondió a Canelo, todos podíamos anticipar algo: Canelo le iba a responder a Faitelson para dar sentido al bucle de nunca acabar. ¿Cómo estarán las cosas, que hasta nombres con el Alan Pulido volvieron a tomar relevancia dando su opinión sobre esto?

Es indudable que Álvarez tiene un gran número de razones para ser admirado como deportista y no se puede dejar de lado su faceta filántropa, en la que no le duele el codo al momento de soltar dinero para causas que ameriten reacción inmediata. Pero en este pleito, se ha adjudicado un papel de defensor de la patria que no le corresponde. Un boxeador no puede erigirse como guardián del país y menos en los términos en los que Canelo lo ha hecho.

Supongamos que Messi sí hubiera pateado la camiseta. ¿Qué se podría hacer? Realmente no mucho, porque, para empezar, es la playera de un equipo de futbol, no una bandera. Sin duda sus fans mexicanos se habrían decepcionado y Leo habría padecido un linchamiento sin fin (de todas formas se llevó varias críticas). ¿En ese contexto alguien pensaría que es válido que Canelo golpee a Messi el día que se lo encuentre?

Los puños de Canelo no son los puños de cualquier persona. Estaría actuando de forma totalmente ventajista si en verdad pretende golpear a Messi o a cualquier otra persona que nada tenga que ver con el boxeo. Precisamente, uno de los mandatos de ese deporte es competir noblemente: contra otro peleador capacitado, con años de preparación, en el mismo peso, y con guantes de idénticas características. Con su pelea tuitera y sus amenazas, Canelo no solo le ha faltado el respeto al sentido común; la ha faltado el respeto al deporte que se lo ha dado todo.

El púgil ya hasta empezó a perder la admiración de gente que lo había reconocido en varias ocasiones. Desde el Kun Agüero hasta los peleadores Brian Castaño, Sergio Martínez y Marcos Maidana, que salieron a defender a Messi ante la agresiva e inmadura actitud de Canelo. Pero lo más sorprendente, en todo caso, es que haya miles de personas que apoyen la postura de Álvarez y que, de manera no irónica, lo tomen como un defensor de la patria. Mientras esas voces existan a nivel masivo, Canelo seguirán pensando que es infalible.

Mucho se criticó que, en sus primeros años, Canelo estuviera tan protegido por televisoras, promotores, asesores y demás. Pero, hoy, que el objetivo de convertirse en un supercampeón del mundo se ha cumplido, parece preciso decir que Canelo necesita algo de asesoría; que por lo menos un par de personas en su entorno le digan que no todo lo hace es maravilloso y que no pasa nada por aceptar cuando comete un error. Nadie entiende por qué se comportó como lo hizo. Si era el impulso de un día, se habría entendido (no justificado). Pero el absurdo conflicto siguió y siguió. Ya nada puede sorprender.

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