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¿Y si vamos a Cádiz fuera de temporada?

Ponemos rumbo a la sierra de Grazalema, ese pulmón de bosques, riscos y grutas situado entre Cádiz y Málaga, declarado parque natural y reserva de la biosfera. En el noreste de Cádiz, el clima mediterráneo de la costa se sustituye por el fresquito de las corrientes atlánticas (y hasta la nieve en invierno). No es de extrañar que la zona se hiciera famosa desde el siglo XVIII por su industria textil y la fabricación artesanal de mantas de lana. Aunque hoy son pocos los talleres que quedan. Pero alguno hay, y el mejor conservado está en el Museo de la Fábrica Artesanal de Mantas de Grazalema (visitable solo de lunes a viernes).

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grazalema-pueblo
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Pese a ser la provincia que más llueve durante todo el año y de que las temperaturas suelen ser bajas, a Grazalema le sobra encanto para ir a conocerla en la época que sea. Por sus calles estrechas y empedradas, sus fachadas encaladas, sus balcones floridos y su iluminación tenue al anochecer, que para eso es uno de los referentes de la arquitectura tradicional andaluza, y uno de pueblos blancos más bonitos.

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calles-grazalema
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Los turistas de chimenea, los de fin de semana que van en pleno invierno en busca de ese contraste entre el frío exterior y el calorcito del hogar, lo saben bien. No es de extrañar que hotelazos como Fuerte Grazalema (fuertehoteles.com) hayan colocado una bien hermosa en medio de su lobby principal, y antesala de su restaurante con vistas, gracias a una ubicación más que privilegiada en el corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Por eso (y por su piscina panorámica, su granja doméstica, y su huerto ecológico) es uno de los más solicitados de la zona y un referente en sostenibilidad, santo y seña de esta cadena hotelera familiar con más de 60 años de historia.

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hotel-fuerte-grazalema
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MOLLETES, VINO Y DULCES TÍPICOS

Para que la industria textil se hiciera fuerte a este lado de la península hizo falta mucho más que frío. Y la clave de la ecuación está en el agua y los molinos que aprovechaban su caudal para generar energía. No son muchos los hidráulicos que quedan en activo, y uno de ellos es el Molino de Abajo, en El Bosque, otra localidad con mucho encanto que también forma parte de la ruta de los Pueblos Blancos (a menos de 20 kilómetros de distancia desde Grazalema, por una carretera tan paisajística como sinuosa).

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el-bosque
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Lleva en pie desde hace más de 300 años y, tras más de dos décadas inactivo, la familia González se encargó de volver a ponerlo en marcha a principios de los 2000. Quienes lo visitan (siempre bajo reserva, entre 3 y 8 €), comprueban que son incontables los aperos y la maquinaria totalmente analógica que guarda tras su puerta principal (la piedra de molienda es tan descomunal como el ruido que hace la fuerza del agua que la mueve), todas ellas herramientas de cuando obviamente no existía ni la luz eléctrica.

Pero además de museo etnográfico, que lo es, el Molino de Abajo (elmolinodeabajo.es) también es una panadería. Y no exageramos si decimos que de ella salen los mejores molletes de la comarca (tanto que su propietario Fran González asegura que son incluso ¡mejores que los de Antequera!). ¿Ganas de probarlos? Pues ojo, porque no tienen despacho directo de pan y no los venden, pero sí se pueden adquirir en alguna de las ventas próximas (como Venta Julián, en El Bosque). Fuera de Cádiz, no son muchos los sitios en los que se encuentran, pero, por suerte para los madrileños, sí están en La Olivia (tabernaoliva.es), hasta la fecha el único restaurante de Madrid que los tiene en su carta.

Y allí donde hay buen pan, suele haber mejor vino. En esto Grazalema tampoco es la excepción. Ponemos rumbo a Casa Martín 1920, una taberna situada en un lateral de la plaza que a la vez es vinoteca (interminable su propuesta de jereces) y abacería (chacinas y embutidos gaditanos). Por si fuera poco, son constantes las sesiones de cata, que han convertido esta taberna gaditana en un lugar con alma de tabanco jerezano, perfecto para un aperitivo largo o para una comida ligera con buenos quesos; los de La Pastora no faltan, como el flamenco, que siempre está de fondo.

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Sergio Nieto Menacho es el ingeniero agrícola que hay detrás de la barra, nieto de los antiguos propietarios de la casa y un cherry lover confeso (tiene alrededor de 40 vinos de Jerez en carta, la mayoría para beber por copas), además de defensor de los tintos de la vecina Ronda, entre los que destacan los de la Bodega F. Schatz, de nombre alemán (la familia de bodegueros procede del Südtirol, a los pies de los Dolomitas) pero alma malagueña. La particularidad de esta pequeña bodega de autor, levantada a finales del siglo XX y con un viñedo tan singular que tiene hasta un jardín de plantas aromáticas firmado por el paisajista francés Forestier en el siglo XIX (sus actuales propietarios lo mantienen casi intacto), reside en que se trata de la primera ecológica de Málaga, y una pionera en el cultivo biodinámico (lo que significa que no se emplea ningún tipo de químico en el viñedo, todos los sustratos y abonos para el suelo son naturales y la vendimia se realiza completamente a mano, entre otros aspectos).

¿Algo de postre? Eso lo dejamos para la pastelería La Golosa, que, desde su obrador junto a la plaza de Grazalema, se ha empeñado en recuperar algunas de las recetas tradicionales de los dulces típicos de la zona. Como los amarguillos (muy próximos al mazapán), tortas de aceite, pestiños y hasta cubiletes, un dulce con aceite de oliva (aunque originalmente se hace con manteca de cerdo). Sería un pecado irse del pueblo sin probar su miel, ese oro casi líquido que nace en las colmenas que granjas como Rancho Cortesano (rnachocortesano.net) tienen repartidas por la serranía y parque natural, de donde recolectan mieles de encina, romero, eucalipto, brezo y hasta aguacate. Esta cooperativa cuenta con una granja-museo en Jerez de la Frontera, donde uno puede convertirse en apicultor por un ratito para conocer todo el proceso de producción y recolección de la miel acompañado por el zumbido de las abejas en plena tarea. A ver quién es el que no entra en calor después de un rato encerrado con ellas…

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senderismo-grazalema
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Eso sí, lo mejor para quemar calorías (sin sobresaltos) y hacer que suba hasta la temperatura corporal sin duda es el deporte. Se nos ocurre practicar un poco de senderismo al aire libre que, además de muy sano, nos va a permitir descubrir otro de los tesoros mejor escondidos de Grazalema: el pinsapo. Una especie de abeto autóctono y en peligro de extinción que tan solo se puede contemplar en esta zona de la península. Es por eso mismo que los senderos que transcurren por el pinsapar están muy controlados y sujetos incluso a multas (es necesario sacar un permiso con antelación o acudir con guías de montaña y empresas de turismo activo), además de permanecer cerrados durante los meses de verano para evitar riesgos de incendios. Razón de más por la que perderse por el sur de la península fuera de temporada, y aventurarse a descubrir estos otros encantos, se antoja como una buenísima idea. ¿O no? Para aquellos que lo deseen Experiencia Outdoor (experienciaoutdoor.com) ofrece diferentes actividades y rutas por el pinsapar.

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