Brexit: la ruptura con la UE entra en la recta final y las divisiones se profundizan

PARÍS.- Cuando faltan dos semanas para que el Reino Unido abandone la Unión Europea (UE), la grieta entre los pro y anti-Brexit no solo se profundiza, sino que se manifiesta hasta en los detalles más superficiales. Nadie consigue ponerse de acuerdo sobre la forma de abordar esa fecha crucial, a pesar de la euforia del primer ministro Boris Johnson. El enfrentamiento se trasladó incluso a la cuestión que más dolores de cabeza le provoca actualmente a la reina Isabel II: qué hacer con el Megxit.

Están aquellos que ese día pretenden arriar la Union Jack (bandera británica) que flota en el Parlamento Europeo de Estrasburgo y los que se oponen. Los que harán un festejo en el centro de Londres y los que manifestarán su indignación cerca de allí. Los que quieren que esa noche suenen las campanas de Big Ben y los que consideran esa idea una afrenta. Y hasta los que -poniendo todo en la misma bolsa- quieren aprovechar la oportunidad para decidir que la esposa del príncipe Harry, la norteamericana Meghan Markle, no puede regresar nunca más a Gran Bretaña, mientras otros la defienden con uñas y dientes.

"Calificar a mi país de 'Reino Unido' se convirtió en una boutade [broma]. Sigue siendo un reino, pero de unido ya no tiene nada", lamenta Philip Turtle, periodista británico radicado en Francia.

Por el momento, los británicos están preocupados por el acontecimiento que debe producirse el 31 de enero a las 23 (hora local; 24 en el resto de Europa), cuando el país deje de pertenecer oficialmente a la UE, 47 años después de su ingreso.

Después de algunos forcejeos, los partidarios del Brexit obtuvieron permiso para organizar una fiesta en Parliament Square de Londres. Uno de ellos es el ultra-leave Nigel Farage, líder del xenófobo y populista Partido del Brexit, para quien "la nación debe celebrar ese gran momento de su historia".

Organizado por el movimiento Leave Means Leave (Partir significa partir), el evento comenzará a las 21 y concluirá a las 23:15. Un detalle que no pasó inadvertido al sitio proeuropeo Londonist, que, con típica ironía británica, esta semana escribió: "Las celebraciones, que costarán unas 100.000 libras, otorgarán a los asistentes exactamente 15 minutos para hacer flamear la bandera británica y entonar el himno patriótico Rule Britania, antes de volver a sus casas".

La razón de esa mala jugada anti-Brexit obedece a la decisión del alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, que concedió solo una "autorización provisoria" a la reunión, "sujeta al respeto de las reglas fijadas y del horario acordado".

En el referéndum del 23 junio de 2016, 59,9% de los londinenses había votado a favor de permanecer en la UE, mientras 40,1% lo hizo en contra. No es sorprendente entonces que los habitantes de la capital estén preparando una contramanifestación para ese mismo día que, según sus organizadores, debería reunir a mucha más gente que los 12.000 pro-Brexit anunciados por Farage.

Las declaraciones de uno de sus organizadores, Jonathan Lis, indignó a los pro-Brexit -incluido al diario euroescéptico Daily Express-, que lanzaron una campaña para denunciar a "esos delirantes proeuropeos que arruinarán ese día histórico para el Reino Unido".

Lis aclaró después que sus declaraciones sobre la cantidad de participantes había sido solo una provocación. "La buena noticia es que la airada reacción de la prensa euroescéptica y sus seguidores terminaron por obligarme a organizar una fiesta nacional de envergadura en menos de 18 días", declaró.

Los forcejeos no fueron menos intensos en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, donde los diputados pro-Brexit fracasaron en su intento de organizar una ceremonia de arriado de la Union Jack el 31 de enero. "Una de las banderas británicas presentes en el Parlamento será enviada al museo de la UE, en Bruselas. Pero no habrá ceremonia de arriado", dijo el voceo del organismo.

En lugar de la ceremonia solicitada por los diputados pro-Brexit, el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, decidió organizar una discreta reunión el 29 de enero, después de que el hemiciclo vote el acuerdo de salida del Reino Unido. Están invitados los 72 legisladores y los jefes de delegación de cada partido político británicos. Pero los diputados que dejarán sus puestos el 31 de enero no recibirán la tradicional medalla recordatoria, acordada a los que parten al final de cada legislatura.

Rechazo

En medio de tantas contradicciones una cosa es segura: a pesar de los esfuerzos de Johnson y de la considerable suma recaudada online para reabrir el famoso reloj actualmente en reparación, los británicos no escucharán esa noche el tañido del Big Ben para celebrar la ruptura con la UE.

Una comisión parlamentaria dijo no a la iniciativa promovida por Downing Street y todos los movimientos pro-Brexit. La operación debía costar aproximadamente 500.000 libras. A pesar de que -según el diputado conservador y euroescéptico Mark Francois- en 48 horas los promotores de la idea habían recaudado 80.000 libras en microdonaciones y el dinero continuaba "fluyendo incansablemente", la comisión hizo saber que la ley impide recibir donaciones públicas en esos casos.

Como si todo esto fuera poco, el anunciado exilio a Canadá del príncipe Harry y de Meghan dio a los británicos un nuevo motivo de división. "Que se vaya. Lo único que consiguió es complicarle la vida a la reina y enemistar a toda la familia real", escribió esta semana el diario sensacionalista, promonárquico y populista Daily Express.

Esos propósitos no solo fueron denunciados por Harry y Meghan, los protagonistas del drama real, sino por miles de británicos progresistas u originarios de antiguas colonias, que consideran escandalosa la "persecución racista" a la actriz norteamericana en una democracia moderna como la del Reino Unido.