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La brecha de ingresos causa estragos en la actividad física

Valentine Walker, entrenador de balompié femenil y varonil de un equipo de bachillerato, en Normal, Illinois, el 9 de marzo de 2023. (Mustafa Hussain/The New York Times)
Valentine Walker, entrenador de balompié femenil y varonil de un equipo de bachillerato, en Normal, Illinois, el 9 de marzo de 2023. (Mustafa Hussain/The New York Times)

Durante las dos últimas décadas, las empresas tecnológicas y los encargados de formular las políticas públicas advirtieron de la existencia de una “brecha digital” en la que los niños pobres podrían quedar rezagados con respecto a sus pares más acomodados si no tenían el mismo acceso a la tecnología. Hoy en día, con el acceso generalizado a internet y la posesión de teléfonos inteligentes, la brecha se ha reducido bastante.

Pero poco se dice sobre el surgimiento de otra brecha: en todo el país, los niños y adolescentes pobres participan mucho menos en deportes y actividades físicas que los jóvenes que provienen de familias con mayores ingresos. Es la brecha física.

Los datos procedentes de múltiples fuentes revelan una brecha significativa en la participación deportiva según el nivel de ingresos. Un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades reveló que el 70 por ciento de los niños de familias con ingresos superiores a unos 105.000 dólares (cuatro veces el umbral de pobreza) practicaron deporte en 2020. Pero la participación rondó el 51 por ciento para las familias con un nivel de ingresos medio y el 31 por ciento para las familias que se encontraban en el umbral de la pobreza o por debajo de él.

Un estudio realizado en 2021 con estudiantes del área de Seattle desde quinto de primaria hasta bachillerato reveló que los jóvenes menos acomodados tenían menos probabilidades de practicar deporte que sus compañeros con una mejor posición económica. El estudio también descubrió que los estudiantes de secundaria de familias más acomodadas tenían tres veces más probabilidades de seguir los lineamientos de ejercicio físico que los estudiantes provenientes de hogares de menor ingreso.

Esto se debe a una combinación de factores. Los recortes presupuestarios y el cambio de prioridades en algunas escuelas públicas han reducido las clases de Educación Física y los deportes organizados. Al mismo tiempo, los deportes juveniles privatizados se han convertido en una empresa multimillonaria que ofrece nuevas oportunidades, al menos para las familias que pueden permitirse pagar cientos o miles de dólares cada temporada por concepto de cuotas de clubes o equipos, uniformes, equipamiento, viajes a torneos y entrenamiento privado.

“Lo que ha sucedido con la privatización del deporte es que se ha convertido en una cuestión de ricos y pobres”, afirma Jon Solomon, director editorial del Programa de Deporte y Sociedad del Instituto Aspen.

Kristen Weikle, superintendente de las escuelas del condado, en Normal, Illinois, el 9 de marzo de 2023. (Mustafa Hussain/The New York Times)
Kristen Weikle, superintendente de las escuelas del condado, en Normal, Illinois, el 9 de marzo de 2023. (Mustafa Hussain/The New York Times)

Una investigación reciente del Instituto Aspen descubrió que entre los niños de familias que ganan menos de 25.000 dólares al año, la participación en un nivel saludable de actividad disminuyó del 34,1 por ciento en 2013 al 26,6 por ciento en 2021. En el caso de los niños de familias con ingresos de entre 25.000 y 50.000 dólares, la participación en ese periodo disminuyó del 38,1 por ciento al 35,7.

Pero entre las familias con ingresos superiores a 100.000 dólares, la participación aumentó en ese periodo, del 43,9 por ciento al 46 por ciento, según el Instituto Aspen.

“En especial en el caso de los niños de bajos ingresos, si no tienen acceso a los deportes en el entorno escolar, ¿dónde harán actividad física?”. preguntó Solomon. “La respuesta es en ninguna parte”.

Las escuelas no siempre cubren las carencias. Un informe reciente de la Alianza para la Actividad Física, una organización sin fines de lucro, otorgaba a los centros escolares de todo el país una calificación no aprobatoria en acondicionamiento físico. Esta es una caída con respecto a la calificación de regular en 2014, y la nueva nota refleja un acceso aún menor a clases regulares de Educación Física, tiempo de gimnasio y equipamiento en las escuelas.

Ann Paulls-Neal, profesora de Educación Física y entrenadora de atletismo en Albuquerque, Nuevo México, ha sido testigo de esta tendencia. Durante casi 20 años, hasta 2017, enseñó en John Baker Elementary, a la que asistían alumnos procedentes en su mayoría de familias con ingresos medios y altos (menos de un tercio de ellos tenían derecho a almuerzos gratuitos o de precio reducido). Allí, “todos mis alumnos practicaban al menos un deporte después de clase”, explica. “Clubes de balompié o de cualquier otra cosa”.

Luego se cambió a Wherry Elementary, donde el 100 por ciento de los alumnos tenían derecho a almorzar gratis o a precio reducido. La profesora comentó que los estudiantes jugaban en el patio, pero solo había tres niños que practicaban algún tipo de deporte fuera de la escuela.

Paulls-Neal especuló sobre las razones. Propuso que las familias no podían costear los deportes privados o no tenían auto o tiempo para llevar a sus hijos a la práctica y los clubes estaban fuera de sus posibilidades “si estos sitios o clubes no realizan la práctica en un lugar al que llegue una línea de autobuses.

Un patrón similar está surgiendo en el Distrito de Unidad No. 5 del condado de McLean, Illinois. Ante la escasez de presupuesto, el consejo de educación del distrito votó este año a favor de hacer una serie de recortes, entre ellos en los deportes. El año que viene desaparecerán todos los deportes de secundaria: baloncesto masculino y femenino, campo traviesa, atletismo, lucha libre y béisbol masculino, así como softbol y voleibol femenino.

Los recortes también incluyen los deportes de primer año en los dos bachilleratos del distrito; los recortes propuestos para el año escolar 2024-25 incluyen los deportes para los alumnos de los primeros años que no son los titulares de los equipos. En noviembre, los votantes del distrito rechazaron una propuesta de aumentar los impuestos para financiar esos programas.

“Es devastador para los chicos”, afirmó Kristen Weikle, superintendente del distrito. Dijo que los deportes escolares promueven las buenas calificaciones y mejoran la salud física y emocional de los estudiantes que los practican.

Algunas familias de bajos ingresos pueden tener acceso a la práctica deportiva privada, pero no todas. “No se trata solo del costo de la participación, también está el costo de viajar a las competencias; el tiempo para llevar a los hijos a las actividades del club y comprar el equipo”, dijo Weikle.

Para mejorar la equidad, Valentine Walker, entrenador de balompié varonil y femenil de bachillerato en el distrito, puso en marcha un club gratuito en 2008. En aquel momento, su hijo de 8 años participaba en clubes de béisbol y balompié que costaban cientos de dólares por temporada. Walker notó “una afluencia de niños jamaicanos y africanos e hispanos cuyas familias no podían pagar para que jugaran”.

Walker, quien creció en una familia pobre de Jamaica, ahorraba dinero pidiendo prestado a un amigo material escolar y una furgoneta de 13 plazas para viajar a los torneos y haciendo que seis o siete jugadores compartieran habitación de hotel. “Tenía que meter la nariz por debajo de la puerta para respirar aire fresco”, cuenta Walker entre risas.

Ahora, Walker dirige la segunda generación de ese equipo, que cuesta unos 400 dólares por temporada; las familias que no pueden pagar no lo hacen y las familias que tienen más recursos y los patrocinadores subvencionan la experiencia.

Admitió que su equipo privado tendía a elegir a los jugadores más dotados o con mayor potencial. Pero en sus equipos de bachilleratos públicos no hace distinciones, porque muchos estudiantes con menos recursos que carecen de experiencia en clubes no podrían jugar de otro modo. En verano, organiza entrenamientos abiertos de fútbol de 6:30 a 8:30 de la mañana, seguidos de entrenamiento de fuerza en la sala de pesas.

“No se trata de una política, sino de mí”, afirma. “Se debe a mi deseo de reducir las desigualdades”.

Mientras las escuelas públicas luchan con la economía de la actividad física, ha florecido una industria deportiva juvenil privada. Según WinterGreen Research, una empresa privada de datos, los ingresos anuales del mercado procedentes de las inscripciones de equipos, los viajes, la ropa, el equipamiento y otros gastos aumentaron hasta 28.000 millones de dólares en 2021, en comparación con los 3500 millones de 2010.

“Comenzó con el software” que les permitía a los equipos organizarse y recabar dinero, comentó Susan Eustis, presidenta de WinterGreen. Y luego, comentó, “las escuelas comenzaron a quitarle fondos a sus deportes”.

Añadió que al principio esas dos cosas no estaban muy relacionadas, pero que los emprendedores y los entrenadores privados comenzaron a usar cada vez más tecnología para comercializar, organizar y crear torneos y para dar servicio a una creciente población de padres que querían experiencias más profundas para sus hijos y cuyas escuelas se estaban desprendiendo de programas deportivos y de gimnasia.

Mencionó que los costos eran un obstáculo para la participación de los niños provenientes de familias de bajos ingresos en los deportes privados. Según el Instituto Aspen, las familias gastan un promedio de 1188 dólares al año por niño en balompié, 1002 dólares en baloncesto, 714 dólares en béisbol y 581 dólares en fútbol bandera.

Eustis se muestra en gran medida partidaria de los deportes juveniles privados, que, según ella, proporcionan un entrenamiento de “élite”, reducen el acoso escolar con entrenadores profesionales y comienzan a edades tempranas, a partir de los 3 años. Además, existe la posibilidad de viajar en familia como actividad de grupo: “nuevos equipos de viaje dinámicos que consumen noches y fines de semana para las familias”, escribió en su informe de 2022. “Los mejores y los más brillantes quieren una formación deportiva de primera categoría para sus hijos”.

c.2023 The New York Times Company