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Brasil a la búsqueda de una mejor cachaça y más ventas al extranjero

La cachaça, patrimonio cultural brasileño e ingrediente fundamental de la afamada "caipirinha", es poco conocida fuera de fronteras. Pero esto puede cambiar tras su reconocimiento de apelación de origen controlado por Estados Unidos, el mayor mercado de bebidas alcohólicas del planeta. El sello de aprobación estadounidense, que comenzó a regir el 11 de abril, fue celebrado por el Instituto Brasileño de la Cachaça (Ibrac), quien asegura que la decisión equipara a este aguardiente de caña con el tequila y el champán. "Esto dará un incentivo para impulsar inversiones en más marketing para nuestra cachaça en el extranjero a largo plazo", dijo a la AFP el presidente del Ibrac, Vicente Bastos. Los principales productores de cachaça y el gobierno, añadió, planean unir sus recursos para financiar modernas campañas publicitarias sobre la bebida nacional, sobre todo antes de la Copa del Mundo de fútbol en 2014, siguiendo el exitoso modelo de promoción del café colombiano. El año pasado, las ventas de cachaça a Estados Unidos totalizaron apenas dos millones de dólares, y representaron un 10% de las exportaciones mundiales totales, según el Ibrac. Para Ricardo Gonçalves, presidente de la Companhia Muller de Bebidas, que produce la popular marca de cachaça 51, el reconocimiento estadounidense debería ayudar a su empresa a duplicar sus exportaciones. Cachaca 51, que tiene un 30% del mercado brasileño, "está presente en los cinco continentes y representa casi 20% de todos los ingresos de exportación de cachaça de Brasil", indicó a la AFP. El reconocimiento de apelación de origen controlado llegó después de un intenso cabildeo de la presidenta Dilma Rousseff durante su viaje a Washington hace un año. A cambio, Brasil ofreció un reconocimiento similar para el bourbon y el whisky de Tennessee. Expertos de la industria concuerdan en que estimular el apetito por la cachaça depende de un control riguroso de calidad. Y esto es precisamente de lo que se ocupa el profesor Andre Alcarde en el prestigioso centro de investigación Colegio de Agricultura Luiz de Queiroz, situado en Piracicaba, a dos horas de coche de Sao Paulo. "Aquí vigilamos la calidad de la cachaça, observamos el proceso de producción, desde la fermentación hasta la destilación, el filtro, la mezcla y el añejamiento", explica Alcarde. "Nos concentramos en eliminar los contaminantes, particularmente aquellos que pueden provocar cáncer. Muchas veces, el problema puede solucionarse con una doble destilación". El ministerio de Agricultura y centros de investigación como Luiz de Queiroz tienen la tarea de vigilar la producción doméstica. El sector privado estudia por su lado la creación de un órgano regulatorio que incluya a los productores para mejorar las normas de calidad. La cachaça es conocida y utilizada en el extranjero sobre todo para fabricar el cóctel "caipirinha", con limón verde exprimido, azúcar y hielo. Pero la verdadera cachaça --también conocida como "pinga" o "caninha"-- se toma sola y es extremadamente popular en bares ("cachaçarias") de todo el país. Brasil, el mayor productor de azúcar del mundo, tiene unas 5.000 marcas de cachaça. La cachaça "es hecha a partir de jugo de caña de azúcar fresco, fermentado y destilado", explica Alcarde. "Está en la misma categoría que el coñac, el whisky o la grappa. El mismo proceso: fermentación, seguida por destilación y añejamiento en barriles de madera". "El ron, a diferencia, es hecho a partir de la destilación de melaza fermentada, un subproducto de la caña de azúcar". Brasil produce unos 1.500 millones de litros de cachaça cada año, y la cachaça es el cuarto licor destilado más producido en el mundo detrás del baijiu de China, el vodka de Rusia, y el soju de Corea del Sur, según Bastos. "Y exportamos menos del 1% de este volumen", principalmente a Alemania, Paraguay, Bolivia y Estados Unidos. Añejada en barriles de madera de roble o árboles nativos o exóticos como el castaño, el almendro o el cerezo, la cachaça posee típicamente entre 38% y 48% de contenido alcohólico. "El problema con la cachaça no es que sea fuerte, pero que es ácida. Es por eso que la gente le agrega limón, azúcar y hielo, para esconder la acidez", dice Alcarde. La calidad "depende de cómo se añeje la cachaça, qué tipo de madera se use, si está mezclada. Cada cachaça tiene un perfil sensorial y químico diferente", precisa Aline Marques Bortoletto, una estudiante de doctorado en Luiz de Queiroz que se especializa en cachaça. "La madera usada cambia completamente el aroma, el color", añade. "También depende de cuánto tiempo haya sido añejada, de tres a 15 años". Entre las mejores marcas figuran Anisio Santiago --una botella puede venderse a 750 dólares--, Vale Verde y Canarinha, las tres del estado de Minas Gerais (sureste), así como Ypioca, del mayor productor del país. En la ciudad de Recife (noreste), la destilería de cachaça Carvalheira, un popular destino turístico que ofrece degustaciones gratuitas, 2.000 barriles de roble, molinos e instrumentos antiguos cuentan la historia de la cachaça. Producida poco después de que la caña de azúcar fuera introducida a Brasil por exploradores portugueses en torno a 1532, la cachaça fue inicialmente considerada como una bebida de pobre durante la época colonial, pero terminó siendo adoptada por la élite. Destilería de cachaça del Colegio de Agricultura Luiz de Queiroz en Piracicaba, a unos 165 km al noroeste de Sao Paulo, el 10 de abril de 2013. La cachaça, patrimonio cultural brasileño e ingrediente fundamental de la afamada "caipirinha", es poco conocida fuera de fronteras. André Alcarde, profesor del Colegio de Agricultura Luiz de Queiroz, en la destilería de cachaça de ese centro de investigaciones de Piracicaba, a unos 165 km al noroeste de Sao Paulo, el 10 de abril de 2013.