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Brasil activó el operativo militar para combatir las llamas

RÍO DE JANEIRO.- Frente a la presión internacional y bajo la atenta mirada de la sociedad local, las Fuerzas Armadas brasileñas iniciaron ayer en la Amazonia el operativo para detener los incendios forestales que han arrasado la región y colocaron al presidente Jair Bolsonaro en el centro de las críticas de los líderes mundiales.

Seis aviones de la Fuerza Aérea para el combate de fuegos -entre ellos, dos Hércules C-130 con capacidad para transportar 12.000 litros de agua mezclada con productos químicos para apagar las llamas-, 400 soldados del Ejército y una brigada de 30 bomberos de la Fuerza Nacional de Seguridad comenzaron a actuar en las cercanías de Porto Velho, la capital del estado amazónico de Rondonia, luego de que anteanoche Bolsonaro firmara el decreto para el desplazamiento de los militares. La medida llegó luego de una ola de cuestionamientos internacionales al mandatario, conocido por sus políticas antiambientalistas, por no proteger el mayor bosque tropical del mundo. Tras el anuncio en cadena nacional, en numerosas ciudades se escucharon cacerolazos en protesta por la tardía reacción del gobierno, que dañó seriamente la imagen del gigante sudamericano y desató amenazas de barreras comerciales a los productos brasileños.

"En Porto Velho está la sede de la Brigada de Infantería de la Selva, con cerca de 700 hombres. No hay necesidad de desplazar más tropa para allá por ahora. Los efectivos serán desplazados según la demanda de cada Estado", señaló el ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, a cargo de las operaciones.

Hasta ahora, seis de los nueve estados amazónicos -Acre, Mato Grosso, Pará, Rondonia, Roraima y Tocantins- pidieron ayuda federal; anoche faltaba que lo hicieran Amapá, Amazonas y Maranhão. El ministro de Defensa resaltó que están disponibles para las acciones antiincendios unos 44.000 soldados y que el Ministerio de Economía había liberado unos siete millones de dólares para la contingencia.

En lo que va del año, el Instituto Brasileño de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués) registró 78.383 incendios forestales, la mitad de ellos en la Amazonia. El número representa un incremento del 85% en comparación con el mismo período del año pasado, y es la cifra más grande para la temporada seca desde 2013. Al principio, el gobierno de Bolsonaro atribuyó los focos de fuego a la combinación de la temporada seca con fuertes vientos, luego el mandatario insinuó que habían sido provocados por las organizaciones no gubernamentales ambientalistas, a las que les cortó financiamiento público y del exterior por considerar que traban el desarrollo económico del país, y finalmente aceptó que estaban vinculados a la deforestación para actividades de ganadería y agricultura de pequeños productores.

"La selva no está incendiándose como la gente dice. El fuego está solo donde hay personas que están deforestando. La situación está yendo hacia la normalidad", dijo ayer, e intentó llevar un poco de calma con el accionar militar.

El presidente resaltó que Estados Unidos, la Argentina, Chile y Ecuador ofrecieron ayuda para combatir el fuego, y que también se había hablado con Israel, pero hasta el momento no hubo movimientos concretos. La Argentina puso a disposición unos 200 brigadistas con sus equipos del Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (Sinagir).

Por su parte, el ministro de Medio Ambiente brasileño, Ricardo Salles, celebró el interés internacional por cooperar en controlar el siniestro en la selva, pero avanzó en la misma línea nacionalista y de defensa de soberanía que Bolsonaro defiende cuando se trata de cuestiones amazónicas.

"La Amazonia es un patrimonio brasileño. Esa historia de que pertenece a la humanidad es una bobada. Nosotros tenemos soberanía sobre la Amazonia. Somos nosotros quienes tenemos que elegir un modelo que tiene que ser viable económicamente y de protección de nuestra selva", remarcó Salles.