Braian Toledo: el dolor infinito y la emotiva despedida para el atleta en Marcos Paz

Hay una intangible dimensión de tiempo y distancia, una región de sueños y recuerdos entrañables que perdura más allá de la ausencia física, que se hace carne de las cosas más íntimas para perpetuarse en vivencias. Se va el que no trasciende o el que no aporta nada. Las muestras de cariño que Braian Toledo había cosechado entre sus coterráneos a los largo de sus jóvenes 26 años estuvieron presentes en la multitudinaria y emotiva despedida que se le realizó este mediodía en el Cementerio Municipal de Marcos Paz.

El lanzador de jabalina, que buscaba la clasificación para sus terceros Juegos Olímpicos y así llegar a Tokio 2020, se accidentó con su moto en la ruta provincial N° 40, en Marcos Paz, al tomar una loma de burro e impactar contra dos palmeras. Su muerte se produjo en el acto a las 23.10 del miércoles, más allá de que se intentó una reanimación en el hospital.

Hoy, pasadas las 10.30, el cortejo fúnebre enfiló a paso lento rumbo al cementerio municipal. Tardó casi una hora en recorrer las 30 cuadras que lo separan de la casa de Brian, donde se efectuó el velatorio. A paso de hombre, como suele decirse, y bajo un sol impiadoso, la caravana pasó por la Escuela N° 15 y la pista de atletismo donde se inició Braian. No fue de extrañar que fuera el pueblo el que estuviese allí. Gente común y corriente, trabajadora y sencilla como Braian. Hombres de rostros curtidos, mujeres sin maquillaje y muchos niños con los mismos sueños. ¿Cuántos eran? ¿Mil? ¿Diez mil? Fue inútil precisar el número; el dolor era infinito.

Todos lo sienten. La familia, sus amigos, sus vecinos, la comunidad deportiva. Nadie puede concebir que una loma de burro mal señalizada les haya arrancado a Braian, que su vida se haya apagó cuando más brillaba. Tan rápido como esa moto incontrolable que lo hizo chocar contra el pavimento.

Eran las 11.30 del mediodía del viernes 28 de febrero y Braian Toledo se acercaba a su refugio eterno, el nicho número 34 del cementerio Municipal de Marcos Paz llevado a pulso, mientras los aplausos arrancaban una lágrima sentida a todos los presentes. Ciento de brazos llevaron por el aire el ataúd durante 50 metros. Rosa, la madre Brian, visiblemente compungida, acompañó el trayecto en una silla de rueda. Todos querían ser partícipes de la última morada al hijo predilecto del pueblo. "Este tipo de muertes duelen mucho. Era un pibe bueno, solidario, hacia mucho por los demás", expresó su mentor, Gustavo Osorio, quien había llegado horas antes procedente de Brasil.

La vida de Braian Toledo estaba en su apogeo, pero el destino quiso adueñarse de ella en un trágico accidente de tránsito. Su talento lo había proyectado como la máxima esperanza del atletismo argentino. Y ese sueño no pudo escaparle a la traición del final. Ese que nunca se espera. Para el que nunca se está preparado. Atrás dejó el amor de una familia humilde, el reconocimiento unánime de la comunidad deportiva y el cariño de todo Marcos Paz, que lo despidió con los honores que se despiden a los héroes.