Boris Becker va a prisión por dos años y seis meses por fraude de bancarrota

La estrella del tenis Boris Becker, que ocultó cientos de miles de libras tras su quiebra en 2017, ha sido encarcelado.

El tres veces campeón de Wimbledon, de 54 años, fue declarado culpable de cuatro cargos bajo la Ley de Insolvencia por un jurado en el Tribunal de la Corona de Southwark a principios de este mes, incluyendo la eliminación de propiedad, dos cargos por no revelar el patrimonio y ocultar la deuda.

Fue condenado a dos años y seis meses de prisión en el mismo tribunal el viernes.

En una petición de suspensión de la pena, el abogado de Becker argumentó que la estrella del deporte ya lo había “perdido literalmente todo”. Pero la jueza Deborah Taylor dijo que, a pesar de la humillación que Becker pudo haber sentido, “no mostró humildad” durante el proceso.

Permaneció en silencio mientras se leía la sentencia y miró a su hijo Noah y su pareja Lilian de Carvalho Monteiro, quienes le lanzaron un beso mientras lo conducían a las celdas de abajo.

Becker cumplirá la mitad de su sentencia antes de ser considerado para su liberación, mencionó la jueza Taylor.

En un juicio se escuchó cómo Becker transfirió US$447.379 (£356,000) a nueve destinatarios, entre ellas las cuentas de su exesposa Barbara Becker y su exesposa Sharlely “Lilly” Becker, la madre de su cuarto hijo.

Becker también pagó US$50.267 (£40.000 libras) por una operación de tobillo en una clínica privada y gastó US$6.283 euros (£5.000) en un campo de golf de lujo en China, escuchó el tribunal.

También fue condenado por no declarar una propiedad en su ciudad natal de Leimen y por ocultar un préstamo bancario de casi US$879.679 (£700.000) y 75.000 acciones en la empresa de tecnología Breaking Data Corp.

El ciudadano alemán, que vive en el Reino Unido desde 2012, estaba legalmente obligado a declarar activos significativos en su quiebra.

El seis veces campeón del Grand Slam dijo que estaba “conmocionado” y “avergonzado” cuando fue declarado en bancarrota, el 21 de junio de 2017, por un préstamo no pagado de más de US$3,7 millones (£3 millones) en su propiedad en Mallorca, España.

La exestrella alemana del tenis Boris Becker en un partido contra el británico Mark Petchey en Wimbledon, el 20 de junio de 1997 (Frank Leonhardt/AFP vía Getty Images)
La exestrella alemana del tenis Boris Becker en un partido contra el británico Mark Petchey en Wimbledon, el 20 de junio de 1997 (Frank Leonhardt/AFP vía Getty Images)

Becker fue absuelto de otros 20 cargos, incluyendo nueve cargos por no entregar trofeos y medallas de su carrera como tenista.

Becker le dijo al jurado que desconocía el paradero de estos objetos, entre los que se encontraban dos de sus tres trofeos individuales masculinos de Wimbledon, uno de los cuales lo ganó durante el título de 1985 que lo catapultó al estrellato, a los 17 años.

Los otros premios fueron su medalla de oro olímpica de 1992, los trofeos del Abierto de Australia de 1991 y 1996, la Copa del Presidente de 1985 y 1989, su trofeo de la Copa Davis de 1989 y una moneda de oro de la Copa Davis que ganó en 1988.

Becker también fue absuelto de no declarar una segunda propiedad alemana, así como de su interés en un piso de Chelsea de US$3,1 millones (£2,5 millones) ocupado por su hija Anna Ermakova, quien fue concebida durante el infame encuentro sexual de Becker con la camarera Angela Ermakova en el restaurante Nobu de Londres, en 1999.

Boris Becker ganó el título individual masculino en el Campeonato de Wimbledon de 1986 (Bongarts/Getty Images)
Boris Becker ganó el título individual masculino en el Campeonato de Wimbledon de 1986 (Bongarts/Getty Images)

Al prestar declaración durante el juicio, Becker dijo que ganó una “gran cantidad” de dinero a lo largo de su carrera, pagando en efectivo por una casa familiar en Munich, una propiedad en Miami, Florida, y su finca en Mallorca, que valía unos 50 millones de euros durante el apogeo del mercado inmobiliario.

Pero Becker, quien luego entrenó al actual tenista número uno del mundo, Novak Djokovic, trabajó como comentarista deportivo en televisión y actuó como embajador de marca para firmas como Puma, señaló que sus ingresos “se redujeron drásticamente” luego de su retiro en 1999.

Mencionó que estuvo involucrado en un “costoso divorcio” con su exesposa Barbara en 2001, que implicó altos pagos de manutención a sus dos hijos, y tuvo que mantener a su hija Anna y a su madre en un trato que incluía el piso de Chelsea.

Becker, que residía en Montecarlo y Suiza antes de mudarse al Reino Unido, explicó que tenía “compromisos de estilo de vida costosos”, como la renta de una casa en Wimbledon, al suroeste de Londres, por US$27.647 (£22.000) al mes.

También debía a las autoridades suizas cinco millones de francos (unos US$5 millones) y, además, poco menos de un millón de euros (más de US$1 millón) en obligaciones por una condena por evasión fiscal e intento de evasión fiscal en Alemania en 2002.

El tribunal escuchó que la quiebra de Becker fue el resultado de un préstamo de US$4,8 millones (alrededor de £3,85 millones) del banco privado Arbuthnot Latham en 2013, y US$1,5 millones (£1,2 millones), con una tasa de interés del 25 por ciento, prestados por el empresario británico John Caudwell, quien fundó Phones 4u, el año siguiente.

El extenista aseguró que la mala publicidad había dañado la “marca Becker”, lo que significa que tuvo dificultades para ganar suficiente dinero para pagar sus deudas, mientras que su abogado, Jonathan Laidlaw, indicó que en el momento de su bancarrota, Becker era demasiado “confiado y dependiente” de sus asesores.

Antes de la sentencia, en la que Becker usó una corbata con los colores verde y morado de Wimbledon, Laidlaw observó que su cliente “lo había perdido literalmente todo” y “ya había pagado un precio extremadamente alto por la mala gestión de sus asuntos financieros, de lo que por supuesto no puede culpar a nadie sino a sí mismo, pero también por su ofensa”.

”Boris Becker no tiene literalmente nada y tampoco hay nada que mostrar en lo que fue la carrera deportiva más brillante, y eso se denomina correctamente como nada menos que una tragedia”, agregó.

Becker ha experimentado “no simplemente una caída en desgracia”, sino “la humillación más pública”, afirmó Laidlaw. “El grado de su sufrimiento, que continuará, es un castigo que probablemente ninguna otra persona en bancarrota en este país vaya a vivir”, añadió.

“Estos procedimientos han destruido su carrera por completo y han arruinado cualquier perspectiva futura de obtener ingresos. Su reputación está hecha trizas. No podrá encontrar trabajo y tendrá que depender de la caridad de los demás si quiere sobrevivir”.

Informes adicionales de Press Association