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El “boom” de crías en un zoológico colombiano durante la pandemia

En la zona cafetera de Colombia un zoológico echa de menos a los visitantes. La pandemia se llevó a los turistas, pero un inesperado aumento de crías, varias exóticas, llegó como bálsamo frente a la crisis.

“En medio de la soledad que implica que no hayan visitantes (…) los incrementos en la reproducción significan para nosotros una gran alegría”, dice a la AFP Néstor Varela, director científico del Bioparque Ukumarí, ubicado a 16 kilómetros de la ciudad de Pereira (oeste).

Dos suricatas, dos avestruces, dos búfalos y un venado cola blanca nacieron en el zoo desde que el país detectó el primer contagio del nuevo coronavirus, el 6 de marzo.

Aunque el “baby boom” no pareciera estar directamente relacionado con la falta de visitantes, “sí hubo más montas que en años anteriores”, de acuerdo con el experto.

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En uno de los países más biodiversos del mundo, Ukumarí es el refugio de cientos de animales que viven en entornos adaptados a su hábitat natural en unas 44 hectáreas de bosque seco tropical, que representan a su vez el sustento de 90 trabajadores.

Pero los senderos desolados piden auxilio.

“Es muy duro, (la pandemia) nos ha afectado sobre todo económicamente porque vivimos de las entradas de los visitantes”, lamenta Sandra Correa, gerente del centro de conservación.

Cría de búfalo. (Foto: Alexis Múnera / AFP)

Paradoja

Un par de suricatas diminutas juguetean junto a su madre. Es la primera vez que esta especie se reproduce en el zoológico. La directora atribuye el logro al “trabajo de observación” del equipo científico, que determinó que “una de las hembras (…) dominante no dejaba juntar las otras parejas”.

Entonces los cuidadores separaron a los 17 animales -cuatro hembras, 13 machos- en dos grupos y se conjugó el milagro.

Famosas desde que el personaje Timón encarnó a esta especie en la célebre película El rey león, las suricatas son mamíferos africanos de unos 35 centímetros, muy sociales y que se alimentan principalmente de insectos.

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“Las tienen como chismosas porque ellas tienen el vicio de pararse y la líder está pendiente siempre si avista algún peligro”, explica Correa.

Traídas del zoológico de Praga en 2013, estas suricatas viven en Colombia en un espacio similar a la sabana africana, con temperaturas de 28 grados en promedio y un entorno llevado a la aridez de forma artificial.

Durante la cuarentena, el científico Varela ha notado a los animales “más tranquilos”: “Al estar cerrado el parque los animales no tiene ninguna interacción con el visitante entonces digamos que no están bajo ningún estrés o condición que los altere”, señala.

Pero el desierto de turistas, como consecuencia del confinamiento ordenado el 25 de marzo por el gobierno, revela una paradoja.

Por un lado, el parque ecológico sufre los embates financieros, aunque también, la “actividad reproductiva se puede ver incrementada por esa reducción de contacto con visitantes”, matiza.

Dos de las suricatas que nacieron en el parque. (Foto: Alexis Múnera / AFP)

Nuevos métodos

Las avestruces empollan rara vez sus huevos en un zoo. Son las incubadoras las que se encargan de mantenerlos a una temperatura de calor constante hasta el desarrollo del embrión.

Ukumarí consiguió lo impensable durante la pandemia.

Los animales ovaron en un área usualmente frecuentada. Ante la ausencia de visitantes, “decidieron empollar los huevos allí, nosotros se los dejamos y afortunadamente estas aves al estar más tranquilas lograron llevar a finalización esa incubación de manera natural”, explica Varela.

Avestruz con sus crías. (Foto: Alexis Múnera / AFP)

De cuello largo y plumaje oscuro, el avestruz es el ave más alta y pesada del planeta. Vive principalmente en África y, aunque no vuela, sus casi dos metros de altura le permiten correr a unos 70 kilómetros por hora.

Varela no esconde las dificultades de reproducir “animales silvestres y exóticos” que requieren “alimentos y cuidados que implican dedicación y un esfuerzo adicional”.

Por eso celebra el “baby boom” como un paso adelante en su objetivo de “mantener a largo plazo la población y la riqueza genética del mundo”.