Atrás parece quedar el irritante candidato ultraderechista que ha dado lugar a un presidente electo cada vez más moderado a medida que se acerca la fecha de su asunción al poder en Brasil, el 1° de enero próximo, y tendrá que hacer frente al gran desafío: la gobernabilidad. El cambio se hizo muy evidente el lunes pasado, cuando Bolsonaro recibió en el Tribunal Superior Electoral (TSE) el diploma que lo confirma como próximo mandatario de la principal potencia latinoamericana. Quienes esperaban una larga arenga de confrontación, cargada de declaraciones incendiarias, se vieron muy frustrados.