Boca no pudo con Lanús y se siente incómodo en la Bombonera, justo cuando vienen Palmeiras y River
Boca es un misterio. Edinson Cavani, el refuerzo de excelencia de este mercado de pases, es todo un misterio. El gigante pelea los tres frentes, sin una idea clara, definida. Con cambios de nombres, de sistema. No brilla nunca, convence muy de vez en cuando, pero sigue de pie. Poco juego, mucho ángel. El 1 a 1 ante Lanús por la Copa de la Liga Profesional lo representa: fue un aluvión solo en los 15 minutos finales. Migajas para un equipo que espera las semifinales de este jueves, frente a Palmeiras, de la Copa Libertadores. Migajas que, al mismo tiempo, le alcanzan, sin dudas.
Porque no lo derriba nadie. Y si se cae, se levanta. Sabe que tampoco es una señal negativa la deslucida tarea en la Bombonera (una vez más) ante un limitado rival. Porque le alcanza con un suspiro o con los penales. Lo llamativo, más allá de la ausencia de creatividad, es su número 9: Cavani juega en otra sintonía. Casi no participa del juego, no patea al arco. Benedetto, su reemplazante, fue una furia (sin puntería) en el último tramo.
Resulta indescifrable cada paso de Jorge Almirón en la conducción xeneize. Cambios de nombres, de sistema. Titulares, suplentes. Una mezcla de unos y otros. Audaz, muy de vez en cuando. Pragmático, la mayoría de las veces. Casi con lo mejor, pareció un equipo averiado frente a Defensa y Justicia. Con una formación alternativa, encontró pequeñas sociedades (Blondel, Medina, Zeballos, por ejemplo) y una actuación de altura frente a Central Córdoba. Con los mejores intérpretes, chocó contra Lanús.
Y la incógnita cada día es más grande: con qué conjunto Boca es más confiable. Con qué equipo Boca juega mejor. Con qué ropa va a citarse en su casa frente a Palmeiras, por las semifinales de la Copa Libertadores. Algunos nombres propios, hay, claro que sí. Pero las certezas en Santiago del Estero se esfumaron demasiado rápido. Y la Bombonera no cicatriza heridas de un juego con excesivos agujeros.
A veces, un resultado no cambia la ecuación. Boca avanza y retrocede con la misma fuerza, hasta con cierta naturalidad. Los rivales juegan, desde ya. Sin embargo, Central Córdoba es tan limitado como Lanús (en recursos, puntos, necesidades), así que vale la ecuación. La fórmula de la derecha había sido todo un éxito: de Blondel a Medina y desde allí, rumbo a Zeballos. Tac, tac, tac. Equi Fernández y Campuzano habían resultado un motor. Solo por citar dos combinaciones de cierto relieve. Boca goleó 3-0: en el primer tiempo, había dispuesto de 11 remates.
En la Bombonera (en donde va a jugar con River y Palmeiras), un escenario que solía ser inexpugnable, juega con cierta timidez. Dispuso de tres tiros efectivos al arco, un gol. Un córner de Barco y el cabezazo de Janson, en medio del desierto. Figal y Rojo suelen tener excesivos contratiempos, Fabra juega en su propio laberinto, Pol Fernández no tiene confianza y, además, se marea entre tanto cambio táctico. Barco fue la solución durante la primera mitad, pero salió por precaución.
Lanús se animó, antes y después de un nuevo desgarro de Laucha Acosta, a esta altura más pícaro que decisivo. De la Vega, con espacios, tomó la lanza. Un zurdazo encontró una tapada sensacional de Romero, influyente con un par de atajadas de arquero de equipo grande. Hasta que surgió un pase de crack de Pepo, se arrojó el Loco Díaz y convirtió, en un chequeo de VAR que duró casi cinco minutos.
Entre todos, un misterio. El misterio de Cavani. El uruguayo es la mejor incorporación del mercado de pases y una de las más valiosas de la historia reciente. Convirtió un gol, un descuido que se hizo Platense. Algunas pinceladas, talento de exportación, por un lado. Y nada, pero nada más. Tiene poca participación, le llegan pocas pelotas. Casi no patea al arco desde que arribó a la Argentina. Nadie duda de su titularidad y mucho menos, de la jerarquía, que debe inquietar a River y Palmeiras, de sólo imaginarlo. Sin embargo, si fuese otra la camiseta, ya se habría sentado en el banco de suplentes.
Compacto de Boca 1 vs. Lanús 1
Lo reemplazó Pipa Benedetto, más activo, en el último tramo, en esos 15 minutos que Boca fue el Boca que exige la gente y la historia. Por eso, en ese final, Boca fue profundo y casi, casi encuentra la victoria. Aguerre, el arquero granate, con dos intervenciones de selección, frenó el ímpetu xeneize, apoyado por el público, que exigía la victoria y próximas alegrías.
Cuál es su verdadera cara. Boca es un equipo desconcertante. Tal vez, también por eso, sorprende tanto que es el único grande que pelea los tres frentes. Aún sin una fisonomía clara, definida, va. Nunca agacha la cabeza, mira de frente, aún con los ojos nublados.