Boca, bajo examen: el balance de los dos amistosos antes del reinicio de la Superliga

Luciendo la camiseta alternativa que tanta locura generó entre los hinchas, el nuevo Boca de Miguel Ángel Russo cerró la preparación de cara al reinicio de la Superliga, ante Independiente, el próximo domingo en la Bombonera. En San Juan, en el triunfo frente a Athletico Paranaense, el entrenador cerró la pequeña etapa de pruebas (apenas dos amistosos) para sacar conclusiones inmediatas. El 3-1 de anoche dejó mejores sensaciones que las del jueves.

Porque ante Universitario, de Perú, el xeneize había sido contundente y nada más: ni generación, ni aproximaciones. Con algunos problemas en defensa e incómodo con el parado táctico, quizás, por el estilo de jugadores que ocuparon aquel 4-4-2. Anoche, Russo tocó piezas. Y puede tener cierta tranquilidad. Boca volvió al 4-3-3 que fue marca registrada en gran parte del ciclo, de casi tres años, de Guillermo Barros Schelotto.

Boca-Atlético Paranaense: los xeneizes ganaron en San Juan con goles de Mauro Zárate y Bebelo Reynoso

Algo desconcertado por el pobre rendimiento general del jueves, apostó -entre otras cosas- a encontrar la comodidad de Reynoso, algo que consiguió en mayor medida. Por eso, así como lo utilizó el Mellizo, jugó de volante interno. Un poco más adelante de la línea del debutante "Pol" Fernández (también interno) y con Iván Marcone cuidando sus espaldas, como '5' clásico. De esa manera, el ABC que muchos técnicos usan en ese esquema: un marcador, uno mixto y otro completamente de juego. Y si bien Bebelo tuvo buenas y malas a lo largo de los 90 minutos, su titularidad en ambos encuentros de verano dan a entender que, al menos, en estas tres fechas que el equipo no contará con Alexis Mac Allister (en el Preolímpico) él tendrá su lugar asegurado. Salvo que se concrete la llegada de Edwin Cardona y el peso del colombiano le quite el sitio.

Habrá que tenerle paciencia. Porque el cordobés te lleva al odio, pero enseguida te acerca al amor. Repitió excesivas imprecisiones y momentos de relajación que exasperaron a los hinchas en la provincia cuyana: se nota cierta displicencia en jugadas que parecen fáciles de resolver y se diluyen por sus equivocaciones. Sin embargo, tiene cosas indiscutibles: una zurda sensible y una visión típica de un enganche que Boca necesitará para jugar bien. Demostradas, por ejemplo, en el pase largo (pero suficiente) al espacio para la velocidad de Agustín Obando, que tiró el centro atrás y encontró el gol de Mauro Zárate. O cuando le metió un maravilloso pase filtrado en diagonal al área para que Villa definiera de forma inteligente, pero apenas desviado. O en el gol que firmó para ponerle fin a la noche sanjuanina: definición con derecha luego de gambetear y desparramar rivales en el área. Si Reynoso no se excede de confianza, cuando tiene espacios o lo dejan pensar, ejecuta bonito.

Pol no resaltó en su debut. Es entendible: primer partido luego de venir del fútbol mexicano, donde jugó cuatro partidos de titular en el último semestre. Pero sí hay alguien para destacar: Obando. No sólo por lo hecho anoche sino también por lo del jueves. El juvenil, de 19 años, resuelve problemas y, sin tanto cartel, se destaca: las incansables búsquedas (sin éxito) de un volante por izquierda de oficio y las incomodidades de Villa y Salvio para jugar con el perfil cambiado determinan que el correntino es ese jugador que buscan. En los 14 partidos oficiales que Gustavo Alfaro lo utilizó, sus actuaciones fueron sobrias, cumpliendo siempre el deber. Aunque en San Juan, encima, fue a fondo: dos asistencias que llaman la atención para bien. La mencionada a Mauro (fue hasta el fondo y, de memoria, la tiró a la puerta del área, esa que lastima) y el centro preciso a la cabeza de Wanchope ante los peruanos. Y mostró inteligencia para las diagonales al área.

En lo colectivo, Boca deja ciertos interrogantes de preocupación. Aunque Miguel Ángel ya había avisado que las cosas no iban a cambiar demasiado con respecto a lo que se venía haciendo con Alfaro, el hincha se esperaba algún mínimo progreso. Eso no sucedió. Incluso, por grandes momentos, pareciera que el chip 2019 sigue puesto. Especialmente en los dos primeros 45 minutos que jugó, cedió protagonismo. Y es llamativa la pasividad que muestra ante la posesión del rival, dejándolo aproximarse con comodidad hasta cerca de la zona del área. Así es como vino el gol de Paranaense: volantes y defensores fueron espectadores del pase entre líneas para Nikão, que -sin ángulo- se la picó bárbaro a Marcos Díaz.

Otro de los balances tiene que ver con la intención que expuso Russo. Aunque en sus declaraciones dio a entender que quiere que su Boca sea el de los mediocampistas (es decir, con juego, dinámica, llegada), por ahora es, claramente, el de los delanteros, como le sucedía a Guillermo. Porque el fútbol aparece de a poco y su crecimiento, seguro, será cuestión de tiempo: es muy pronto para exigir un cambio tan grande en un equipo que no ostenta de buen funcionamiento constante hace años. Sí el DT puede quedarse tranquilo que arriba el poder de fuego está encendido: ante los peruanos, tantos de Wanchope y Villa, de penal; frente a los de Curitiba, doblete de Zárate.

Cosas positivas y negativas. Es pronto y habrá más trabajo para mejorar, pero las dos victorias (2-0 y 3-1) dan la confianza necesaria para, en seis días, retomar la competencia oficial.