Boca: Agustín Almendra, el volante que Riquelme había elogiado mucho, se empieza a transformar en el eje del equipo de Battaglia

Agustín Almendra celebra con Luis Vázquez el 1-0 de Boca ante Huracán, en Parque Patricios, por el Torneo 2021
LA NACION/Mauro Alfieri

Boca parece estar lejos del título, pero da pelea: excepto por el superclásico (1-2) olvidable, el ciclo de Sebastián Battaglia sumó su séptimo triunfo en once partidos. Esta vez, uno que valió más que tres puntos: debió trabajar mucho para vencer a Huracán de visitante por 3-0 , en un partido bastante emotivo. Una vivencia importante para que el técnico confíe en los más inexpertos también en jornadas bravas.

Eléctrico. Así fue el duelo en el Palacio Ducó. Cuando parecía que Huracán arremetía a Boca mediante la alta presión, el equipo de Battaglia se acomodó y empezó su show ofensivo. Un encuentro de ida y vuelta que la presencia del público quemero hizo todavía más atrapante. En síntesis, un contexto que al Boca juvenil de Battaglia le puede hacer bien. Sufrió en defensa y el Globo estuvo cerca de convertir más de una vez, pero la diferencia la hizo en las áreas.

El golazo de Almendra a Huracán

Porque Kudelka planteó una postura inquietante para la visita: ya que el xeneize se está formando a base de una identidad protagonista, Huracán le hizo frente y lo metió contra las cuerdas varias veces. Alguna vez fue la fortuna del travesaño el que le protegió el cero, pero Agustín Rossi estuvo atento y bien parado con atajadas claves.

Partido hostil por algunas reacciones de los hinchas del Globo. Y, en ese marco, las decisiones del entrenador de Boca a la hora de afrontar duelos trascendentales –como los de Patronato (por Copa Argentina) y River– en los que decidió dejar a un costado a los juveniles que se habían mostrado en buen nivel. Y la de anoche fue otra buena prueba. Algunos chicos estuvieron presentes como titulares: Rodrigo Montes por voluntad de Battaglia, pero Marcelo Weigandt, Aaron Molinas y Luis Vázquez por obligación (Advíncula, Cardona y Orsini, respectivamente, lesionados). No obstante, estuvieron a la altura de un encuentro caliente. De esos en los que si no mostrás toda tu personalidad, te degluten fácil.

Agustín Almendra celebra con Rojo su gol en Parque Patricios
LA NACION/Mauro Alfieri


Agustín Almendra celebra con Rojo su gol en Parque Patricios (LA NACION/Mauro Alfieri/)

Con esa actitud comenzó a revertir el trámite desfavorable desde lo futbolístico. Hasta que se rompió el arco por un misil que le venció las manos a Marcos Díaz, luego de varias atajadas. El “culpable” fue Agustín Almendra, ese chico (21 años) que ya no es un chico: debutó en 2018, pero la falta de oportunidades, sus flojos niveles cuando las tuvo y algunas lesiones hacen pensar que viste la camiseta azul y oro hace una década. Es su momento . El de la madurez. El de hacerse cargo con ese tranco que hace tiempo catalogan como “europeo” desde dentro del club, pero también desde su calidad.

El gol de Almendra a Lanús

Hasta los 32 minutos del primer período ya era una de las figuras del partido. Por el contacto permanente con la pelota y el sentido que le daba a cada toque. No obstante, en ese momento fijó la mira al palo derecho de Díaz y allí fue el teledirigido. Casi idéntico al que le convirtió a Lanús (4-2) el anterior fin de semana.

No se llama golazo. Se llama confianza, constancia, soltura. Almendra lo sabe y Battaglia –que lo mima–, también. Juan Román Riquelme, el líder del Consejo de Fútbol, muchas veces ha dedicado buenas palabras al juego del volante. En fin, una debilidad general que –esperan– termine de explotar. Aunque cambió el paradigma: apenas asumió esta gestión, era la joya a vender.

Agustín Almendra fue uno de los mejores jugadores de Boca en la victoria 3-0 ante Huracán
LA NACION/Mauro Alfieri


Agustín Almendra fue uno de los mejores jugadores de Boca en la victoria 3-0 ante Huracán (LA NACION/Mauro Alfieri/)

Ni que hablar cuando Almendra se ausentó por cuatro meses. Una de las pocas situaciones que el Consejo de Fútbol manejó a la perfección: hablaron, se quedó en el club y hoy se empiezan a ver los frutos de esa promesa que tardó en lucirse.

A él también le sirven los compromisos duros similares al de ayer. Aclimatarse a lo que pasa adentro, pero también a los que juegan ferozmente en las tribunas. Es cierto que faltó más conducción de Molinas, que no negoció la entrega. Pero sí se repitieron el gol de Vázquez, la seriedad de Montes y las proyecciones de Weigandt, puro corazón. Y la convivencia necesaria con los experimentados hizo que Boca estuviera a la altura en los 90 minutos.

Lo dicho: a los 17 minutos del segundo tiempo, Vázquez –el ‘9′ santafesino– aprovechó el mal pase atrás de Quílez y convirtió de zurda: su cuarto festejo personal en 11 encuentros (6 de titular). Y a los 30, Marcos Rojo cerró la goleada concretando el penal que le cometieron a Weigandt.

Boca se lució con goles, pero también por poner la pierna más firme. Aun con los más chicos y con un Agustín Almendra que, de a poco, se va transformando en el nuevo eje futbolístico de Battaglia.