Ted Cruz: el punzante y radical aspirante republicano a la Casa Blanca

Es el primero, y posiblemente el más estridente y extremo. Concita apoyos y rechazos de modo candente y, aunque aún está en duda su capacidad de movilización real será una figura a la que no le faltará la atención mediática.

Es el senador Ted Cruz, el primer político de envergadura que anuncia su postulación para ganar la Presidencia de Estados Unidos.

El camino aún es largo, pues las elecciones y asambleas primarias no comenzarán sino hasta principios de 2016, y la votación general será en noviembre de ese año. Pero la decisión de Cruz posiblemente catalizará otras postulaciones de políticos republicanos que no querrán quedarse rezagados en la contienda.

El senador republicano Ted Cruz al annciar su campaña por la candidatura presidencial. (Reuters)
El senador republicano Ted Cruz al annciar su campaña por la candidatura presidencial. (Reuters)

Cruz ha sido, desde que asumió su puesto en el senado federal por Texas en 2013, una figura polarizante, incluso dentro de su propio partido. Es probablemente la mayor figura nacional de referencia del Tea Party, un líder carismático que representa los ideales de la derecha más radical y contestataria, defensor de la libertad económica a ultranza, de la necesidad de un gobierno federal mínimo, de bajos impuestos, regulaciones mínimas y bajo gasto gubernamental. Aunque nació en Canadá de madre estadounidense y su padre es cubano, Cruz ha sido un ariete en contra de todo lo que implique legalización o protección de los indocumentados. Además, se ha opuesto frontalmente al aborto, al matrimonio homosexual, al control de armas (defiende una interpretación amplia y permisiva de la Segunda Enmienda) y de modo contundente a la Ley de Cuidado de Salud conocida como Obamacare.

Pero al margen de sus posiciones políticas, muchos consideran a Cruz una figura divisiva, incluso dentro de su propio partido, como señala The New York Times, pues muchos de sus colegas republicanos en el Senado no le tienen aprecio, presumiblemente por sus posiciones radicales a ultranza y sus críticas incendiarias, como en el caso del apoyo y las maniobras de Cruz en la crisis del cierre del gobierno federal en 2013.

Y también, cabe añadir, porque como protagonista clave del Tea Party  Cruz ha dado constantemente su apoyo –en la forma de activismo y de recaudación de fondos­– a políticos conservadores radicales que retan en procesos primarios a los republicanos tradicionales, muchas veces con éxito. Que Cruz trate de serrucharle el piso al establishment republicano para reemplazarlo por líderes de derecha más extrema no le concita precisamente el apoyo de los barones tradicionales de ese partido, aunque sí la simpatía de miles y miles de estadounidenses de derecha que encuentran en Cruz a un político con un discurso y una trayectoria articuladas, que defiende sus posiciones de modo apasionado y sin pedir disculpas. Y que no teme en pisar callos políticos a diestra y siniestra.

Con todo, nada de eso permite suponer que Cruz tiene posibilidades reales de ganar la candidatura presidencial republicana y, en su caso, la presidencia de Estados Unidos. Una serie de factores clave, como lo analiza la televisora ABC, ponen cuesta arriba el camino de Cruz hacia la Casa Blanca.

En primer término es cierto que Cruz goza de simpatías dentro de la base más conservadora y de los radicales del Tea Party, pero no es el único aspirante que puede presumir de ello. Por ejemplo, personajes de la derecha republicana como el pastor Mike Huckabee y el gobernador de Wisconsin Scott Walker, que aún no han dado el sí definitivo a su apuesta presidencial, superan ampliamente a Cruz en las intenciones de voto en encuestas recientes. Y políticos como los senadores Rand Paul y Marco Rubio, que también coquetean con la posibilidad de postularse, también tienen más apoyo en las encuestas que Cruz.

Así, Huckabee, Walker, Paul y Rubio son también figuras atractivas para los republicanos radicales y Cruz deberá superarlos primero para mantener su competitividad y tener esperanza de ganar la nominación.

Ciertamente, ninguno de ellos tiene el discurso poderoso y punzante de Cruz, algo en lo que quizá sólo Walker pueda competirle, si bien él tiene menos libertad de acción que Cruz al tener que cuidar simultáneamente a su posible postulación el gobierno de su estado.

Pero en esa circunstancia está la mayor debilidad de Cruz. Es atractivo para un sector importante y muy activo del Partido Republicano, pero causa rechazo entre los electores independientes e incluso dentro del ala moderada de su propio partido. Por ello, Cruz enfrenta el repetido dilema de ser un candidato picante que podría, impulsado por el activismo popular conservador, lograr la nominación presidencial sólo para perder la elección formal ante un demócrata más digerible para todo tipo de estómagos.

En ese sentido, aspirantes como Jeb Bush, que es el puntero en las encuestas, resultan más “elegibles” a escala nacional, aunque no tengan el mismo apoyo de los activistas de base más entusiastas.

En este sentido pesa un factor clave adicional: sin el aval de los barones del partido y sus poderosos SuperPAC, Cruz no tendría la misma capacidad de recaudación de fondos que Bush u otros políticos moderados, por lo que el peso del dinero y del aparato burocrático de su partido no se inclinarían necesariamente a su favor, algo que es clave en el contexto de las hipermediatizadas campañas políticas contemporáneas. Eso no significa que Cruz no pueda conseguir importantes sumas (hay millonarios que lo apoyan y muchos miles de pequeños donantes presumiblemente lo harán también), pero sí que estará en cierta desventaja en materia de posibilidad de gasto y logística.

El senador Ted Cruz con su esposa y sus hijas. (Reuters)
El senador Ted Cruz con su esposa y sus hijas. (Reuters)

Finalmente, pese a su historial de intenso crítico del gobierno de Barack Obama y campeón de la ultraderecha, muy poco tiene Cruz que ofrecer en cuanto a experiencia de gobierno y propuestas de políticas amplias. Es finalmente un político novato con apenas poco más de dos años de experiencia federal. Hay quien diría que esa era la misma circunstancia de Obama en 2007, pero los tiempos y las figuras son hoy distintas.

En todo caso, Cruz ya ha quemado las naves mientras sus competidores continúan ponderando sus opciones. Y esa osadía será bien valorada por la base republicana radical, que ansía un candidato dinámico y activo. Cruz ya ha dado el primer paso y es de suponer que él está convencido de que su andar será largo, y que incluso si no gana la nominación podrá aportar un posicionamiento muy específico a la plataforma republicana que muchos en ese partido consideran urgente e indispensable.

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