Los terribles resultados de una educación sexual enfocada en la abstinencia

La educación sexual, sobre todo entre los jóvenes, va más allá de ser otro tópico en los planes de estudio o un asunto que resulta espinoso o incómodo y conviene restringir o evitar. En realidad es una cuestión crítica y de aplicación y beneficios preventivos muy concretos tanto a escala individual como social. Y es, o debería ser, una prioridad en las políticas educativas y de salud pública.

Pero no todos lo entienden así y prefieren otros enfoques aunque a veces la realidad los desmonte de modo contundente y peligroso.

La escuela Crane High School, en Texas, donde se registró un fuerte brote de clamidia entre sus estudiantes. (Captura de video/MySanAntonio.com)
La escuela Crane High School, en Texas, donde se registró un fuerte brote de clamidia entre sus estudiantes. (Captura de video/MySanAntonio.com)

Así lo habrían experimentado, literalmente en carne propia, los alumnos de la escuela Crane High School, ubicada en una pequeña y un tanto remota localidad del oeste de Texas. De acuerdo a la televisora local CBS7, en días recientes se han confirmado 20 casos de estudiantes de esa escuela contagiados de clamidia, una enfermedad de transmisión sexual causada por un parásito que puede provocar variadas y graves infecciones.

El Distrito Escolar de Crane envió entonces una carta explicativa del brote a los padres de familia, que habría caído como un mazazo en la comunidad del lugar dado que, por decisión de las propias autoridades escolares, en los planes de estudio de ese distrito se incluyen sólo tres días dedicados a la educación sexual con foco de manera prácticamente exclusiva en la abstinencia como el método preferido.

El superintendente de ese distrito, Jim Rumage, incluso defendió esa política afirmando que "si los chicos no están teniendo actividad sexual, no pueden contraer la enfermedad" y por ende su aproximación a la educación sexual "no es un mal programa", de acuerdo a declaraciones difundidas por la televisora KOSA.

El problema es que, al parecer, los estudiantes de ese distrito no están haciendo mucho caso de sus lecciones sobre la abstinencia y, en cambio, están manteniendo contactos sexuales sin presumiblemente tener información y conciencia suficientes de todas las implicaciones y opciones al respecto. Es posible que de haber sido informados de métodos anticonceptivos y de protección contra enfermedades de transmisión sexual el brote de clamidia fuera mucho menor, y sus potenciales consecuencias en la salud de los estudiantes también serían menores. Y, de pasada, el bochorno social no habría sido tan fuerte.

Pero el asunto va más allá del brote localizado en Crane. En Texas, según datos de la revista Texas Monthly, la inmensa mayoría de los estudiantes de secundaria reciben únicamente educación sexual basada en la abstinencia o, cuando se abordan otras posibilidades, se hace desde la perspectiva de sus fallas y problemas, lo que muchas veces solo causa confusión o desinformación.

Al mismo tiempo, indica esa revista, más de la mitad de los jóvenes comienzan a tener actividad sexual durante sus años de secundaria y muy pocos utilizan condón u otros métodos preventivos. El cuadro es, así, propicio para los brotes infecciosos, además de ser un factor de peso en el hecho de que ese sea el estado con el quinto mayor índice de embarazo adolescente, de acuerdo al New York Times.

Y aunque a escala nacional el cuadro es mucho más variado, aún persisten políticas y enfoques en la educación sexual que no son lo más propicio para reducir el índice de embarazo adolescente y de contagio de enfermedades sexualmente transmisibles.

Por ejemplo, de acuerdo a la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales (NCSL), sólo 19 estados requieren por ley que los contenidos de la enseñanza sobre sexualidad sean médica y técnicamente precisos, e incluso en esos estados la definición de ‘precisión’ varía. Algunos requieren que esos contenidos sean avalados por el Departamento de Salud estatal y otros simplemente que estén basados en información publicada de referencia para los médicos. Una inmensa ventana dadas todas las aristas que existen sobre el asunto.

Y solo en 20 estados es obligatorio que las escuelas públicas impartan educación sobre sexualidad y VIH/sida, si bien en 33 se requiere que se dé a los alumnos al menos información sobre VIH/sida. Sea como sea, muchos estados y miles de adolescentes se quedan en blanco en materia de sexualidad, reproducción y enfermedades sexualmente trasmisibles.

Pero la importancia de educar sobre esas cuestiones, más allá de los prejuicios o las consideraciones religiosas, ideológicas o tradicionalistas, es patente en las estadísticas y, también, en la vida cotidiana de los jóvenes. Según cifras de la NCSL, los jóvenes de entre 15 y 24 años representan el 25% de la población sexualmente activa de Estados Unidos, pero son el 50% de todos los nuevos contagios de enfermedades sexualmente trasmisibles: 9.8 millones de nuevos casos por año. Y se estima, de acuerdo a esas mismas cifras, que hasta el 35% de las adolescentes de 13 a 19 años fueron ya expuestas al virus del papiloma humano, que puede ser causante de graves males.

Otras cifras presentan un panorama alarmante con muy altos porcentajes de infecciones de gonorrea y clamidia entre adolescentes y un costo estimado del tratamiento médico de jóvenes infectados de 6,500 millones de dólares al año, sin incluir el VIH/sida y considerando que muchos pacientes, sobre todo varones, no reportan ni reciben tratamiento cuando padecen estas enfermedades.

Y si a esto se añade el elevado costo humano, social y económico del embarazo adolescente, que coloca a los jóvenes, sobre todo a las madres y a sus hijos, en gran desventaja y fragilidad (tan solo en términos económicos, lo que es solo parte del asunto, el costo de la paternidad/maternidad adolescente para los contribuyentes fue de 9,400 millones de dólares en 2010, según la Campaña Nacional para Prevenir el Embarazo Adolescente), resulta evidente que una política educativa que se basa en la abstinencia y que no incluye a fondo y de manera científica información sobre otros métodos y consideraciones relacionadas a la sexualidad es como correr hacia el barranco.

Una plática franca, abierta, completa y basada en datos científicos es el mejor aliado en este camino.