Veterano de guerra muere “horneado” en una celda

Los titulares de prensa parafrasean a un oficial y dicen que Jerome Murdough fue “horneado” hasta morir en una prisión de Nueva York. Y aunque desde luego hay cierta licencia en esa afirmación y no se puede decir que eso sucedió intencionalmente, el drama de Murdough –un veterano de guerra que enfermó de un padecimiento mental terminó  en la calle como indigente- es realmente dramático y muestra cómo la sociedad y el sistema vigente no solo hornea, sino que machaca inclementemente a los débiles y olvidados.

Según la agencia AP, Murdough –un exmarine de 56 años que padecía problemas mentales y requería medicación especial- buscaba un lugar para dormir en una fría noche neoyorquina, y lo halló en una escalera privada en un complejo de vivienda en Harlem. Pero fue descubierto, acusado de entrar en propiedad ajena y arrestado.

Entonces fue llevado a la cárcel de Rikers Island y arrojado en una celda. El problema es que la calefacción en esa pequeña habitación carcelaria se encontraba encendida de modo exagerado, el lugar excedía los 100 grados y Murdough permaneció allí, por largo tiempo, hasta que quedó extenuado y falleció. Su condición médica posiblemente lo hizo más vulnerable al calor, indica AP, pero en todo caso permanecer por horas a 100 grados o más constantes y sin ventilación adicional es un peso brutal para cualquiera. Murdough habría muerto de golpe de calor y deshidratación extrema, aunque aún falta que se concluya con la autopsia. Al parecer los medicamentos que tomaba le provocaron efectos secundarios que le impidieron enfrentar el calor de manera apropiada. Pero en todo caso mantener a una persona recluida a 100 grados continuos, sana o no, es inaceptable.

Con todo, el caso muestra un enorme desperfecto social y de justicia, que castiga de modo brutal a los más desvalidos. Por ejemplo, indica AP, a Murdough se le impuso una fianza de $2,500 cuando lo único que hizo fue buscar un lugar para soportar el frío, y posiblemente su condición mental lo llevó a no darse cuenta de que entraba en propiedad privada. Parece una severidad similar al caso de la obra ‘Los Miserables’ que tanto éxito ha tenido en Broadway y en el cine, aunque mucho más trágica porque terminó pésimo y es un caso real y actual.

Ciertamente Murdough tenía antecedentes por entrar en propiedad privada y cargos por consumo de alcohol y drogas en público, nada muy diferente a la suerte que enfrentan miles de indigentes en el país. Además, es también muy reprochable que nadie haya supervisado lo que le pasaba a Murdough en la cárcel y que la infraestructura de calefacción no estuviera en las condiciones apropiadas de operación. Se investiga ya todo el asunto.

Lo que es claro es que en vez de asistir a la persona para corregir sus problemas y reencauzarla en lo posible, el sistema se le tiró encima y acabó literalmente con él por negligencia u omisión.

¿Quién le hace justicia a las personas como Murdough? La respuesta está en el aire.