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El último mensaje de una joven a su madre desde un barco condenado a hundirse

En medio de una terrible tormenta, a mitad del Oceáno Atlántico, una mujer se comunicó con su madre para revelarle la condición desesperada en la que se hallaba a bordo de un barco en pleno Triángulo de las Bermudas.

Y con un inmenso huracán prácticamente encima del buque.

Un temor intenso agobiaba el jueves pasado a Laurie Bobillot mientras leía, como relata el periódico Washington Post, lo que podría haber sido el último mensaje que le envió su hija, Danielle Randolph, parte de la tripulación del buque carguero El Faro.

Danielle Randolph, parte de la tripulación del buque carguero El Faro, hundido por la furia del huracán Joaquín. (Facebook/Danielle Randolph)
Danielle Randolph, parte de la tripulación del buque carguero El Faro, hundido por la furia del huracán Joaquín. (Facebook/Danielle Randolph)

"Hay un huracán y vamos directo hacia él" fueron las inquietantes palabras que Randolph le envío a su madre para explicarle que ella y El Faro, navío que se dirigía de Jacksonville, Florida, hacia Puerto Rico, iba a ser en poco tiempo tragado por la furia del huracán Joaquín, que actualmente continúa activo en el Atlántico (aunque se pronostica que no tocará la costa, de acuerdo al Centro Nacional de Huracanes).

Bobillot, narra el Post, leía con desesperación el mensaje de su hija y consultaba la información climatológica: Joaquín, con furiosos vientos de 140 millas por hora, era una amenaza formidable y El Faro, en el que viajaban 33 tripulantes, entre ellos Randolph, estaba por enfrentarlo.

"Los vientos son supermalos, y el mar no está bien", escribió Randolph. Sus palabras, medidas quizá para no causar extrema angustia, inevitablemente pusieron a Bobillot a temer lo peor, máxime cuando la información meteorológica era clara: Joaquín era un monstruo agitando con fuerza las aguas del mar y tragándose todo lo que hubiera en su superficie.

El buque carguero El Faro. (AFP/Tote Maritime)
El buque carguero El Faro. (AFP/Tote Maritime)

Bobillot esperó por más noticias, quizá con la esperanza de que fueran positivas, de que la furia de Joaquín hubiese sido misericorde con El Faro, un barco con una experimentada tripulación y de gran tamaño -790 pies- pero aún así minúsculo ante la inmensidad y potencia de la naturaleza.

No hubo tales noticias.

Por días se esperó comunicación desde el barco y, tan pronto las condiciones climáticas lo permitieron, se comenzaron las labores de búsqueda. Pero sólo se halló el inmenso vacío.

Y este lunes, como informó la televisora ABC, finalmente la Guardia Costera anunció que El Faro se hundió en el Atlántico, vencido por el poder de Joaquín tras haber sufrido, al parecer, pérdida de energía. Hasta el momento solo se ha podido recuperar un cuerpo, todavía no identificado, y la búsqueda continúa para tratar de hallar a más personas. Incluso se halló un bote salvavidas dañado, pero sin nadie a bordo. En su cuenta de Twitter, la Guardia Costera dio parte de ese y otros hallazgos con un video.

La compañía operadora de El Faro, Tote Maritime, ofrece en su sitio web información actualizada del desastre de su buque, y señala que el operativo de búsqueda continúa con numerosos aviones, helicópteros y navíos participantes.

¿Pueden aún tener Bobillot y los familiares del resto de la tripulación de El Faro tener esperanza?

Bobillot, por lo pronto, contó al Post que no ha dormido por varios días, y para Mary Shevory, madre de otra de las tripulantes de El Faro, todo ha sido “una tortura”.

Por el momento la búsqueda sigue y la esperanza es que, como un faro vital, los tripulantes del buque hundido hayan conseguido salvarse. Es la luz que Bobillot, Shevory y otras familias brille desde el notorio Triángulo de las Bermudas.