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El problema del abuso sexual dentro del ejército de EEUU

Las fuerzas armadas de Estados Unidos son la fuerza militar más poderosa del mundo, pero en ellas no todo funciona siempre con la estricta obediencia a la ley y a las regulaciones. Entre sus filas se registran cada año multitud de casos de abuso sexual cometidos por militares contra otros militares, y en ello no se distingue sexo: hay víctimas y victimarios tanto hombres como mujeres.

Un reporte de la Oficina de Fiscalización Gubernamental (OFG) explora este espinoso tema y, sobre todo, analiza por qué las denuncias de abuso sexual son, al parecer, proporcionalmente mucho más numerosas en los casos en los que la víctima es una mujer que en cuando el agraviado es un hombre. Según ese estudio, en 2014 el Pentágono recibió 4,104 denuncias de ataques sexuales de parte de víctimas mujeres, pero sólo 1,180 de víctimas hombres. Pero al comparar esas cifras con otro estudio encargado por el Departamento de Defensa sobre la prevalencia de ataques y abusos sexuales en las fuerzas armadas estadounidenses, se identificó que mientras el 40% de las militares mujeres presentan una denuncia cuando sufren ataque sexual a manos de otro militar, sólo el 13% de los varones hacen lo mismo. Tan solo entre militares en activo unos 9,000 soldados varones habrían sufrido ataque sexual de parte de otros militares durante el año anterior a ese estudio.

Un emblema en la campaña de concientización contra el abuso sexual en la Marina de EEUU. (AP)
Un emblema en la campaña de concientización contra el abuso sexual en la Marina de EEUU. (AP)

Así, la ruta analítica del estudio de la OFG es identificar por qué el bajo nivel de denuncia masculina entre los militares, y qué se puede hacer para incrementar la cantidad de quejas para, por consiguiente, reducir la impunidad y potenciar la justicia en ese punzante asunto.

Por ejemplo, se indica que la estrategia del Departamento de Defensa de realizar campañas de información y asesoría sobre ataques sexuales de forma neutra, sin especificar directamente a varones o mujeres, no sería suficientemente útil en el caso de los hombres. Todos los elementos de comunicación que las fuerzas armadas difunden en sus campañas de concientización sobre el tema dirigidas a militares aún siguen siempre mostrando a la víctima como mujer, y no también como varón.

Además, cabe suponer que la estigmatización específica que padecen los denunciantes hombres es un factor que los disuade a presentar denuncias en mayor grado que a las mujeres. Y aunque las autoridades militares han realizado, afirma el estudio, esfuerzos significativos para combatir el abuso sexual dentro de las fuerzas armadas y para atender al máximo a las víctimas (como es el caso de un website especial llamado Safe Helpline y amplio trabajo en cuidado médico y psicológico), esto no ha sido aún suficiente para incrementar la denuncia en el caso de los varones, circunstancia muy importante para poder hacer justicia y sancionar a los culpables. El reporte indica claramente que la cultura militar incide negativamente en las víctimas varones, pero que el Departamento de Defensa aún no hace lo suficiente para contrarrestar los prejuicios y conductas que estigmatizan a los soldados que padecen abuso sexual.

En 2014, el entonces secretario de Defensa Chuck Hagel habló sobre prevención del asalto sexual en las fuerzas armadas. (Reuters)
En 2014, el entonces secretario de Defensa Chuck Hagel habló sobre prevención del asalto sexual en las fuerzas armadas. (Reuters)

Por añadidura, el bajo nivel de denuncia de estos delitos entre los militares varones podría, presumiblemente, reforzar a los agresores y hacerlos suponer que difícilmente serán sancionados.

La OFG concluye que el Departamento de Defensa debe mejorar sus políticas en materia de abuso sexual para encararla con la fuerza equivalente a la gravedad de los delitos, crear servicios y campañas que tengan en cuenta las especificidades de las víctimas masculinas tanto como las de las femeninas y, sobre todo, transformar la cultura de la organización militar para hacerla más sensible ante el problema de la violación sexual dentro de las fuerzas armadas en general, y de la que padecen los militares varones. Un paso de gran envergadura y en lo que aún hay un largo camino por recorrer. 

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