Velan a una difunta como le habría gustado morir, bebiendo y fumando

Hay quien tiene funerales especiales, cosa común con jefes de estado o celebridades. Pero ser una persona común y corriente no es impedimento para lucir, después de fallecido, por todo lo alto.

Eso es lo que Miriam Burbank, o al menos sus familiares, quisieron para su funeral, en Nueva Orleans.

Según la televisora local WGNO, Burbank era muy fiestera y le gustaba beber cerveza y a veces un whisky escocés en alguno de los bares locales o en el porche de su casa. Así que cuando falleció, a los 53 años, sus hijas decidieron darle un velorio muy particular, que hiciera honor a la singularidad y vivacidad de su madre.

El cuerpo de Miriam Burbank, en actitud de fiesta, en su velorio en Louisiana. (Captura de video / WGNO)
El cuerpo de Miriam Burbank, en actitud de fiesta, en su velorio en Louisiana. (Captura de video / WGNO)

Así, en vez de recostar su cuerpo para que los deudos pasaran y la vieran tendida e inerte en su ataúd, acudieron a la casa funeraria Charbonett para realizar toda una puesta en escena: el cadáver de su madre fue preparado de modo que se le colocó erguido en una silla, junto a una mesa servida con una cerveza, un cenicero con el cigarrito, un carrito repleto de licores y otros elementos festivos. Ella, como si regresara de una fiesta con fuerte resaca en vez de haber iniciado su viaje hacia el más allá, lucía gafas oscuras y, para recordar al equipo de futbol americano Saints de New Orleans, del que era fanática, vestía prendas negras y doradas, los colores de ese equipo, haciendo juego también con la pintura de sus uñas.

El cuadro entero se asemejó mucho más a la instalación de un museo de cera –pues pese a su alegría en vida el rostro de Miriam ya fallecido no tiene precisamente la sonrisa más alegre- pero es definitivamente diferente y tiene un indudable toque de relajo y celebración de la vida de la difunta. A los familiares y amigos de Miriam, según la WGNO, les ha gustado el arreglo, y al parecer este tipo de velorios fuera de lo tradicional han comenzado a ganar adeptos en Nueva Orleans, donde algunos otros fallecidos se han despedido con representaciones por todo lo alto.

En abril pasado, por ejemplo, la filántropa Mickey Easterling planeó a detalle un funeral singular, y su cuerpo fue expuesto en New Orleans sentado n una surte de lujoso diván y vestido como una gran diva ataviada de enormes plumas rosas, champaña y un estilizado cigarrito.

Ya lo decía el dicho: “no estaban muertas, andaban de parranda”. O, al menos, esa era la idea.