El milagro mexicano sí existió... pero ya no regresó

El milagro mexicano sí existió... pero ya no regresó

Invitado por la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) para impartir una conferencia magistral en su Convención Anual de Industriales,  Paul Krugman, premio Nobel de Economía, afirmó que “la gente ya se cansó de esperar el milagro mexicano. La gran liberalización ya tiene 30 años y claramente eso por sí mismo no bastó. No estamos hablando de que haya habido un desempeño terrible, pero no fue lo que se esperaba.”

El premio Nobel señaló que México ha sido una paradoja para el mundo porque al abrir su economía hace 30 años muchos pensaron que disminuiría la desigualdad,  porque exportaría diversidad de productos y crecería la demanda de mano de obra, pero “sucedió todo lo contrario y hubo más desigualdad.”

Dijo Paul Krugman que es decepcionante el despegue en el crecimiento económico. Ustedes todavía siguen esperando ese crecimiento y que México se convierta en un país como Corea, pero a pesar de 30 años de reformas no ha sucedido. Advirtió que en la privatización del sector energético se debe tener cuidado porque en el mundo ha habido casos en que las concesiones se han convertido en regalos para amigos, como ha ocurrido en Estados Unidos e Israel.

Paul Krugman, Nobel de Economía en 2008 por sus análisis sobre el comercio mundial en la era de la globalización, comentó a los industriales de la CANACINTRA que el mayor activo económico de México es su vecindad con Estados Unidos, una economía enorme y exitosa que le da ventajas y permite integrar su producción de manufactura. Agregó que no ve una crisis económica de manera inminente para México, como ocurría con cada elección presidencial, pero afirmó que a nivel mundial se presentan caídas en los indicadores macroeconómicos similares a los que precedieron a otras crisis.



Es un hecho histórico que hubo un Milagro Mexicano que empezó en 1940 y terminó en 1970, con motivo de la Segunda Guerra Mundial, que fue un gran estimulo para la economía del país, e inició una etapa de crecimiento sostenido que permitió a México iniciarse como una nación moderna e industrializada.  

De 1940 a 1956 se dio en México un crecimiento hacia afuera, basado en el sector primario. Los gobiernos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés promovieron el crecimiento económico, la consolidación del mercado interno y la inserción de México en la economía mundial. Hubo crecimiento sostenido en la actividad industrial. La tasa de crecimiento del PIB alcanzó entre 1947 y 1952 un promedio anual del 5.7%, con crecimiento en la producción de energía eléctrica, el petróleo, la industria manufacturera y construcción.

De 1956 a 1970 la economía mexicana creció hacia adentro mediante la sustitución de importaciones. México debía producir lo que consumía. El crecimiento industrial en el período 1940 -1970 fue de crecimiento sostenido, basado en un mercado cautivo creado por la política proteccionista diseñada por el Estado para favorecer a los industriales, lo que trajo como consecuencia para el país empresas sin capacidad de competencia con el exterior y por tanto, su no acceso a los mercados extranjeros, lo que impidió la creación real de una industria mexicana  moderna e independiente, capaz de contribuir al desarrollo del país.

El Modelo de Desarrollo Compartido fue propuesto en 1970 por el gobierno de Luis Echeverría, entre sus propósitos estaba modernizar la industria y aumentar las exportaciones, fortalecer el mercado interno al compartir equitativamente el ingreso, impulsar el ahorro nacional, revisar el sistema proteccionista de la economía, realizar una reforma educativa e impulsar la ciencia y la tecnología y su difusión. En el ámbito internacional promover la unión de Latinoamérica y las relaciones con Asia, África y Oceanía y el desarrollo del turismo, y se pensó que ello  llevaría a México a la modernidad.



Empresarios industriales, comerciantes y banqueros se opusieron al Modelo de Desarrollo Compartido y al final del sexenio decidieron retirar sus capitales ante la inminente depreciación del peso. Esto desató la fuga de capitales, a pesar de los incentivos fiscales para contener su salida. La presión cambiaria culminó en septiembre de 1976 cuando el tipo de cambio se devaluó 59%, en medio de una fuerte tensión entre el gobierno y el sector privado.

Desde entonces, los gobiernos no han logrado el diseño y consolidación definitiva de un modelo de desarrollo aunque destacan tres hechos que perfilan el rumbo del país hacia ese objetivo. El primero fue el descubrimiento de grandes mantos de petróleo en el territorio, lo que permitió al Gobierno Federal ingresos extraordinarios y la “petrolización” de las finanzas públicas y también llevo a retrasar la instrumentación de una reforma fiscal equitativa.

El segundo hecho fue la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá que tuvo como efecto el fin del proteccionismo del Estado hacia los empresarios mexicanos, y el desmantelamiento del sector primario con el consecuente incremento en las importaciones y una dependencia riesgosa y el tercer hecho es la reciente reforma estructural que modifica la economía al instrumentar una reforma fiscal, a la que se opone el sector privado, y da paso a la empresa nacional y extranjera a la industria eléctrica y petrolera.

Hoy, como antes, todo este esquema está en riesgo por la caída internacional de los precios del petróleo, por lo que el futuro inmediato, para salvar la crisis, será de austeridad, en particular para los contribuyentes cautivos.