Afrodescendientes ignorados por 500 años en México

Foto: Cuartoscuro

Con frecuencia en México ubicamos los casos de discriminación racial como ajenos a nosotros, cuando en realidad están en el centro mismo de nuestra vida cotidiana. Uno de esos grupos discriminados es el de los hombres y mujeres que hace siglos fueron traídos a nuestro continente en calidad de esclavos, ante las torcidas determinaciones de una jerarquía eclesiástica corrupta, dominante en la Iglesia Romana de aquel entonces, que catalogó a los originarios de África como “aptos” para la ejecución de los trabajos que no podían hacer los naturales de “América”. El comercio de seres humanos dotó de mano de obra por cuatro siglos al continente.

Los afrodescendientes, afromexicanos, negros, morenos, cochos, mascogos, como se autodenomina el pueblo negro en los estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz, y en un municipio de Coahuila, fueron traídos como esclavos entre 1519 y 1650. Forman parte del mestizaje de México junto con europeos y grupos originarios de América. Son nuestra tercera raíz.

Desde que los trajeron de África como esclavos, en el virreinato,  se dedicaron a la agricultura y la ganadería, pero no pertenecen a los grandes productores, fueron empleados en esas actividades que se convirtieron en escuela para las generaciones posteriores que, como una herencia, las han mantenido ante la falta de oportunidades.



Como ha sucedido con otros grupos de nuestra población, el deterioro económico del país, que ya se extiende por más de tres décadas, los ha presionado a emigrar hacia los Estados Unidos.

En México viven aproximadamente un millón y medio de afrodescendientes lo que representa el 0.45 % de la población del país. Esta es una apreciación pues en ninguna ocasión han sido registrados en los censos del INEGI y la Constitución no los reconoce como grupo. Eduardo Sojo, presidente del INEGI, dijo: "La identificación de la población afrodescendiente ha estado ausente en las estadísticas oficiales de nuestro país".

Para poner fin a este rezago, las autoridades federales decretaron el Decenio Internacional para los descendientes de africanos, en el que se desarrollará un programa con tres ejes para reconocer, impartir justicia y apoyar el desarrollo de los afrodescendientes. Los diez años iniciaron el 1 de enero del 2015 y terminarán el 31 de diciembre de 2024.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante marzo, aplica la Encuesta Intercensal 2015, que constituye un paso importante para el reconocimiento constitucional e integral del pueblo afromexicano, al incluir la pregunta ¿De acuerdo con su cultura, historia y tradiciones, se considera negra(o), es decir, afromexicana (o) o afrodescendiente? Con la que el pueblo afrodescendiente dejará de estar “oculto” para el Estado y por primera ocasión será registrado por la estadística. El gobierno empezará a verlo.

Durante 500 años no fueron vistos ni escuchados y no ha sido reconocida su participación en la construcción del Estado. El pueblo afrodescendiente demanda su inclusión en la Constitución y solicita que los afromexicanos sean parte de la cultura nacional que caracteriza al país.  Piden ser contados y que ya no se les niegue en la historia nacional, pues fueron protagonistas a través de José María Morelos y Vicente Guerrero que fueron afrodescendientes.

Después de 500 años estamos reconociendo nuestra tercera raíz. Entre todos lograremos ver y escuchar a los afromexicanos que, a pesar de la discriminación que los ha ignorado, han colaborado en el diseño del México de hoy y deben ser beneficiados por las políticas públicas que ya se cumplen para los pueblos originarios.