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Levinas: "Ninguna de las cosas que hizo Timerman las hizo bien"

Héctor es uno de los hijos de uno de los periodistas más importantes de la Argentina: Jacobo Timerman. Fundador de Primera Plana y La Opinión, un semanario y un diario de una gran calidad, Jacobo abrió a un nuevo periodismo en el país. ¿Qué hizo su hijo, el actual canciller argentino, para ocupar el lugar que ocupa en el gobierno de Cristina Kirchner?

"Nada, no hizo nada bien. Es un personaje menor, como lo indica el título del libro", explica Gabriel Levinas, periodista que acaba de lanzar "El pequeño Timerman". Jugando con la historia que lo vincula a la figura de su padre, Levinas reconstruyó el pasado de este personaje para entender su presente político: su paso por "La tarde", un diario que apoyó la dictadura de 1976, sus repentinos cambios ideológicos y sus modos, que son "como los de un barrabrava".

Levinas, quien conoce al canciller desde hace mucho tiempo por cuestiones familiares, traza una radiografía que puede ser vista como un clima de época: la formación de la carrera política de distintos funcionarios en la Argentina, a partir de no muchas cualidades. Sin embargo, hay algo que destaca de Héctor Timerman, y es su comportamiento cuando su padre fue detenido por la dictadura: "Fue el único de los hermanos que se preocupó por su padre, y porque todos supieran lo que pasaba en Argentina".

Aquí, el autor cuenta por qué considera que Timerman es "un personaje menor" y explica por qué el acuerdo con Irán por el atentado a la AMIA, que tuvo al canciller como principal impulsor, no va por el buen camino.

- ¿Por qué contar la historia de Héctor Timerman? ¿Qué encontraste para contar de él?

- Básicamente fue un pedido, me lo encargó Rogelio García Lupo, a quien yo admiro. Y que él me pida algo, ya era un honor para mí. Igual de entrada reconozco que no estaba muy seguro de hacerlo, porque me parece un personaje parecido al título del libro, un personaje menor. No estaba seguro si daba para hacer una biografía del estilo que a mí me gusta escribir. Pero después pensé que, en realidad, lo interesante era cómo una persona que no tiene las habilidades necesarias para esto, llegó a canciller. Al mismo tiempo, llegué a la conclusión que esa posición de estar en Cancillería, donde una parte la maneja La Cámpora, otra la administra no sé quién y casi recibe órdenes si tener un pensamiento propio, daba para contar su historia. Siempre estuvo "puesto", cuando dirigió "La Tarde", por ejemplo, no tenía ningún poder de decisión. Ya estaba acostumbrado a poner su apellido, y no mucho más que eso.

- ¿Cómo llegó a director de "La Tarde"?

- Bueno, Timerman padre ya dirigía su propio diario, "La Opinión", y pensaba que su apellido era suficiente para darle al diario la jerarquía necesaria para salir a competir con dos diarios que ya existían y eran dos pesos pesados de la época, que eran Félix Laiño de La Razón por un lado y Héctor Ricardo García de Crónica por otro.

- Contás en el prólogo que tenías una relación muy cercana con Timerman. ¿Nunca le preguntaste por esta inconsistencia entre su posición actual sobre los derechos humanos y el haber dirigido un diario golpista?

- La relación que tenía con él era más familiar, por familias amigas, hermanos y demás. La verdad es que nunca llegué a tener discusiones políticas serias con él, básicamente para no armar lío. Y tampoco me interesó echarle en cara nada, ni juzgarlo. Pero cuando uno se pone a hacer un libro y ve todo junto, se toma una dimensión que no tenía. No era consciente de las contradicciones enormes que el tipo había llevado adelante en su vida y cómo cambió tan rápidamente de una posición a otra, y el hecho de que ninguna de las cosas que hizo las hizo bien. Salvo, para ser justos, un trabajo realmente formidable luchando por sacar a su padre que estaba preso. Ahí se portó mejor que sus hermanos, fue un trabajo que sirvió para liberar a su padre y para dar a conocer en el mundo lo que pasaba en Argentina.

- ¿Por qué "Pequeño" Timerman? ¿Qué comparación hacés con Jacobo, su padre?

- Se llama el pequeño Timerman porque el padre era un personaje formidable, independientemente de lo que uno pueda pensar, estar o no de acuerdo con él. Inclusive en cuanto a la forma en que crió a su hijo. El tipo era una persona muy creativa, con un poder enorme, que sabía manejar las cosas en momentos difíciles. E hizo un diario como La Opinión que fue un diario bárbaro. Era un tipo exitoso, no sé si económicamente pero sí en cuanto al diseño del diario.Son dos personajes de envergaduras muy disímiles, uno es un tipo importantísimo y el otro, Héctor, básicamente vive del nombre del padre.

- El libro está dedicado a las víctimas de los atentados de AMIA y embajada de Israel. ¿Qué pensás del acuerdo que firmó el Gobierno para esclarecer estos hechos?

- Que básicamente es una forma más de eludir lo principal que es investigar la conexión local. Eso sigue sin hacerse y ningún crimen puede resolverse si no se llega a determinar con claridad lo que se llama la "materialidad del hecho". De ahí surge la responsabilidad. Si uno no sabe qué pasó, mucho menos va a saber quién fue. Entonces de entrada no está claro qué pasó, no se sabe quién fue, no se investigó mucho. Empezar a hablar de Irán es tirar la pelota afuera. Segundo, desde el punto de vista técnico y legal, esa indagatoria hecha en Irán donde uno puede tener, si así el juez lo cree conveniente, al indagado, en realidad es una farsa.

Esto fue un entendimiento para que parezca que Irán es un país negociador. Ahí Timerman se presta para ayudar a este país. Y además como judío debería haber renunciado a esta tarea, porque es un país que no reconoce el holocausto, que dilapida a las mujeres, juzga a los homosexuales… Ese intento de igualar lo que él hace con lo que hace Obama es absurdo: Irán no puso ninguna bomba en Estados Unidos, y lo que está haciendo Obama es cosechar el esfuerzo que hicieron Europa y Estados Unidos de cerrar a Irán en el comercio para que Irán tenga que realmente postergar el plan nuclear para salvarse de su crisis económica. Lo que hizo Timerman fue desalinearse nuevamente, como pasó con Perón en la época de los nazis.

- Timerman decía, en ese momento, que él no compartía la forma de pensar de Irán, pero que como canciller tenía que sentarse a negociar de todos modos. ¿Qué pensás de esta posición?

- Que está equivocado. Ningún canciller tiene que hacer nada que vaya en contra de su conciencia. Y lo que él dice lo contradice. No hay nadie de la comunidad judía, salvo dos o tres personas muy ligadas al kirchnerismo, que esté a favor del acuerdo. Y además no hace falta ser judío para darse cuenta qué pasó. Pero en todo caso, el Gobierno tuvo la inteligencia de poner a un judío a hacer este pacto (cosa que no quiso hacer ni Taiana ni Bielsa), porque si lo hacía una persona no judía le hubiésemos saltado todos al cuello por antisemita. Solamente un judío podría haber hecho este pacto.

- ¿Qué relación tuvo Timerman con la familia Graiver?

- Bueno, él protesta mucho por Papel Prensa, de alguna manera los Timerman hicieron lo mismo. Y él estaba ahí y firmó y se benefició de manera espuria, haciendo una omisión de acciones aprovechando que Graiver ya no estaba y que la mujer estaba en problemas, y ellos mismos en tres ocasiones trataron de forzar el tema de las acciones. Timerman fue uno de los que estuvo quejándose respecto de Clarín y Papel Prensa, y él hizo exactamente lo mismo: aprovechar la situación de los Graiver para quedarse con el paquete accionario de la empresa.

- ¿Por qué hablás de canciller barrabrava?

- Por la forma que tiene de actuar. Le pusimos ese título a esa parte porque describe su conducta: golpearle el pecho a un embajador por acusarlo de haber sido infidente, hacer toda una escena con un alicate por unas valijas que venían desde Estados Unidos, tuitear compulsivamente como lo hacía…

- Reconstruiste un diálogo al final del libro de un gran valor periodístico, respecto de la causa AMIA y la relación con Irán. ¿De qué se trata?

- Es un diálogo básicamente diplomático, donde se discute la posibilidad de hacer un acuerdo. De ningún modo de ese diálogo surge la existencia de un acuerdo, pero sí que están en vías de conseguir entendimientos para llegar a una especie de acuerdo. Él sale de ahí creyendo que iban a llegar a un acuerdo y, de hecho, eso le hace creer a Cristina. No le fue tan mal porque consiguió un acuerdo, pero ese momento donde lo dice, el acuerdo todavía no estaba cerrado.

- ¿Cómo lo imaginás a Timerman después de 2015?

- Me lo imagino en Punta del Este leyendo libros solo, sin salir a ningún lado.