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No te duermas en los laureles: un dicho popular con raíces antiquísimas

POR: Alejandra Patricia Karamanian-. Seguramente habrás escuchado alguna vez eso de "dormirse en los laureles". ¿Pero a qué se debe ese dicho? Vayamos por partes.

La palabra laurel proviene del francés y del provenzal laurier, en principio para referirse no al árbol, sino al follaje del laurel, en base a la palabra latina laurus, que es el nombre de este árbol o arbusto.

Las palabras viajan en el tiempo y el espacio, van adoptando distintos significados, pero siempre dejan alguna que otra huella en los nuevos usos del hablante. Y esta no es una excepción. En la época grecorromana se coronaba a los emperadores y atletas con coronas de laurel. En la Edad Media, tal distinción era otorgada a poetas, doctores y literatos, y más tarde vemos el laurel en la voz “bachillerato”, sí, esos estudios que cursamos en algunos de nuestros países hispanoamericanos en la escuela secundaria: proviene de baccae lauri(atus), ‘coronado con frutos de laurel’.

Victoria, un caballero siendo coronado con una corona de laurel, por Frank Dicksee. (Wikimedia Commons)
Victoria, un caballero siendo coronado con una corona de laurel, por Frank Dicksee. (Wikimedia Commons)

En estos tiempos decimos a alguien: “No te duermas en los laureles” cuando, por ejemplo, ha alcanzado un objetivo y ya no sigue avanzando porque piensa que esos laureles son ganados para siempre. Y quizás esto se deba a que en la antigüedad era símbolo no solo de triunfo, sino también de inmortalidad.

Así, empleamos la expresión dormirse en los laureles como sinónimo de abandonarse, dejarse, relajarse o descuidarse, un dicho muy popular en los ámbitos educativo, laboral o deportivo, como lo muestran estas líneas.

Es también interesante notar que algunos países de Hispanoamérica portan coronas de laurel en sus escudos, y también las lucen en sus logotipos compañías como Alfa Romeo y organizaciones como las Naciones Unidas.

Ah, me olvidaba, en la Argentina también usamos estas hojas aromáticas en guisos, y al que le toca en el plato, ¡se dice que no se casa! Ahora me pregunto, ¿cuál puede ser la conexión?

Editor: Jorge Ignacio Covarrubias, secretario general de la Academia Norteamericana de la Lengua Española